“Los juegos infantiles no son tales juegos, sino sus mas serias actividades.”
- Michel de Montaigne
Michael Jackson no siempre fue una criatura albina y alienígena de sexo y raza indescifrables que disfruta de toquetear niños y preñar mediante ósmosis a terrícolas de tez alba para asegurar un linaje de herederos blancos como la nieve. En otros tiempos, Michael era un flacucho y simpático negrito adolescente dueño de un talento para la música y para el baile fuera de esta galaxia, cuyo guardarropa, pese a ser la estrella más famosa del mundo gracias a su disco Thriller, parecía estar limitado a una chamarra roja, un par de pantalones dos tallas más chicas a la suya, unos calcetines blancos y unos zapatos negros de charol. ¡Cómo olvidar el videoclip de la canción Thriller! Michael logró lo que ni un otro artista había logrado antes: enseñarnos nuestros primeros erráticos pasos de baile al mismo tiempo que protagonizaba nuestras más escalofriantes pesadillas. Era imposible no pasar de un estado de excitación, al verlo cantar y bailar por unas siniestras callejuelas al lado de su novia (pues en ese entonces le gustaban las mujeres, y lo que es aún más extraño, las mujeres negras), a uno de terror absoluto cuando de repente se veían rodeados por unos horrorosos muertos vivientes. Es en ese momento del video cuando para nuestra sorpresa, en una escena profética que en ese entonces no vimos venir, Michael se convierte en un pálido zombi que intenta junto a sus secuaces de ultratumba comerle los sesos a su novia al ritmo de pegajosos pasos de baile. Al final la joven vive: todo había sido una pesadilla, así que confiada cae a los brazos del cantante que amorosamente la abraza. Lo que no sospecha ella (ni nosotros), es que Michael en realidad era una especie de gato montés-hombre lobo, pues sus ojos humanos se transformaban en unas redondas y fosforescentes canicas, dejando a nuestra imaginación cómo se merendaría a la chica.
Después de aquello, el mundo moderno se dividió en dos grandes eras: Antes de Michael Jackson y Después de Michael Jackson; división que marcó de forma definitiva la aparición del Paso Lunar, confirmación de que el nuevo Mesías había llegado a la Tierra. Ese era el verdadero Michael Jackson, el flautista de Hamelin que durante más de una década se valió de sus espectaculares movimientos para hacerse de los seguidores más chiflados y pintorescos, que lo imitaban e idolatraban como a un dios terrenal. Al menos así se vivió en mi niñez. En especial con un niño que cursaba un grado atrás que yo, del cual no recuerdo su verdadero nombre porque se hacía llamar Michael Jackson. Es curioso: en cualquier otra primaria del mundo, por menos que eso te hacías acreedor a una generosa dotación de lapos, calzones chinos, tacazos y puñetazos en el bajo vientre por el resto de tu primaria. Sin embargo, este no era el caso de este singular personaje. Él era en realidad Michael Jackson, o al menos eso creía, y lo creía con tal fervor (muy a pesar de que era un gordito moreno de nueve años de edad), que los abusadores de la escuela, en vez de golpearlo, quedaban hipnotizados ante sus endiablados pasos de baile que realizaba en los pasillos de la escuela a la hora de los recreos. “¡Paw!“, “¡Hi-hú!”, gritaba cada que algún malhechor daba un paso para aproximársele. “Tacatacatacán-tacatacán-tacatacan-tacán” tarareaba deslizándose de espaldas con sus zapatos bien boleados. “¡Paw!”, “¡Hi-hú!”, volvía a gritar en medio de enloquecidos giros de 360 grados. “¡Paw!”, sentenciaba manteniendo a raya a los truhanes para luego marcharse a su salón de clase como si aquello fuera con el comportamiento normal de cualquier niño que estudiara con los Legionarios de Cristo. Incluso fuentes confiables, es decir, los hermanitos de mis amigos (los abusadores de la escuela), nos confesaron que Michael Jackson jamás abandonaba su papel de Michael Jackson, ni siquiera en los exámenes orales, respondiendo a las preguntas de la maestra siempre con un “¡Paw!” o un “¡Hi-hú!”, levantando el brazo derecho por los aires y sujetando su entrepierna con la izquierda. Sin embargo, el repertorio de Michael Jackson no era exclusivo de la escuela. Por aquellos años el verdadero Michael Jackson (o tal vez debiera decir, el otro Michael Jackson) sacó al mercado un juego de video llamado Moonwalker, en el cual debías salvar al mundo aniquilando a mafiosos y a extraterrestres con pasos de bailes y patadas voladoras, juego de video que desde luego fue monopolizado por Michael Jackson, a quien todos los fines de semana se le podía ver en las maquinitas de Plaza Fiesta rodeado de sus fieles súbditos (desde adultos hasta niños) que le observaban terminar una y otra vez el juego con una sola ficha. “¡Paw!”, “¡Hi-hú!” gritaba al mismo tiempo que el Michael Jackson del juego de video cada que derrotaba a un maloso.
Ahora que Michael Jackson parece haber sido tragado por la tierra, no puedo dejar de recordar con cierta nostalgia una tarde lluviosa como la de hoy, sólo que de hace casi dos décadas. El colegio estaba desierto. Mamá había olvidado ir por mí, así que para entretenerme llevaba casi una hora contemplando el torrencial aguacero que inundaba las canchas de básquetbol. En eso, tras unos ensordecedores truenos que iluminaron el cielo gris, escuché el eco de unas pisadas por los corredores. Era él. Era Michael Jackson. Con mirada altiva se me quedó mirando desde el otro extremo del pasillo, se sujetó el ala ancha de un sombrero inexistente y se aproximó hasta donde estaba sentando bailando con toda la inspiración que cabía en su regordeta humanidad. Segundos antes de que el claxon del auto de mamá sonara, Michael llegó a centímetros de mi y sacó de uno de sus bolsillos un papel arrugado, me lo entregó y me dijo antes de perderse en la oscuridad: “guárdalo, en algunos años valdrá millones de dólares”.
Créanme, aún sigo esperando la reaparición de Michael Jackson para cortarme las venas por haber tirado aquel mismo día el autógrafo a la basura.
11 comentarios:
uyy uyyy Rodrigo. Tocaste un texto que levantó ampula tiempo atrás. Esperemos que la legión de seguidores no se alboroten de nuevo.
Por cierto, cuando subiste ese escrito la primera vez fue cuando te empecé a leer.
Mussgo
Pues ya veremos mi querido Mussgo, espero no haya una segunda parte con la secta de los Michael Jackson.
De todas formas aquí les dejo algunos de los comentarios que generó este escrito:
Eduardo Huchín dijo...
¿No se trataba de Leon Kompowski, aquel regordete personaje que Homero Simpson se encuentra en el manicomio y que también juraba ser Michael Jackson?
26 de julio de 2007 09:13 PM
Anónimo dijo...
Oye Rodrigo Soplapollas, tu historia no se la cree nadie, yo te conozco y se q eres un maricon q vas por ahichupando pollas por 5 euros, jajaja, lo se pk a un amigo mio se la chupaste y dijo q lo hacias genial!eh, tio solo escribo para q la gente sepa q todo lo q tu dices es mentira y q salgas del armario de una puta vez y dejes de violar a tu primo chico!!pk como no lo hagas te denuncio mamon!!Por cierto para la proxima aver si inventas historias mas entretenidas, andale cuentanos una tuya siendo sodomizado jajaja
29 de julio de 2007 10:43 AM
Anónimo dijo...
Por cierto por si no te acuerdas de mi soy tu amigo Diego, jaja, aunke dudo q te suene de mucho pero q sepas q todos te conocemos por aki, por lo bien q la mamas
29 de julio de 2007 10:45 AM
Anónimo dijo...
Hola, les escribo deade Miami USA
El artículo de Michael Jackson me encantó, ojo no estoy hablando específicamente del artista sino de la forma en que el periodista escribe el relato.
Gracias por mantenerme siempre informado de la parte de espectáculos, hace 4 años que salí del Perú y ahora ya hay artistas que no se ni quienes son pero me gusta siempre leerlos
Percy Hurtado
2 de agosto de 2007 04:02 PM
changa dijo...
es extremadamente gracioso ver como la gente se puede molestar tanto del punto de vista de alguien... pero sabes que rodrigo el hecho que haya gente que le muevas tantas emociones (malas o buenas) quiere decir que estas haciendo exelentemente tu trabajo...
7 de agosto de 2007 09:05 PM
Zaqui Ayora dijo...
hola Rodrigo dejame decirte que no se como empezaron a llegar a mi mail lo que escribes pero dejame decirte que en ves de molestarme me han gustado bastante sean reales o no como "el auntografo millonario" yo igual he escrito algunas cosas pero todavia no me animo a publicar nada, no mas te pediria una cosa que cuando mandes cosas por mail en ves de poner toda la historia pon una reseña del escrito y una parte de la historia para que sea mucho mas interesante ya que muchas personas me incluyo, vemos una hoja llenas de letras y no nos animamos a leerlo. Sigan publicando mas cosas y les invito a entrar a mi pagina www.doscomolagente.com Zaqui Ayora
17 de agosto de 2007 03:51 PM
Buenísimo este relato, jajaja todavía no puedo creer el revuelo que causó entre algunos fans lunáticos del Michael Jackson.
Yo todavía sigo intrigada sobre el significado de todas las cosas que te dijeron; "conchesumare" ??? ¿que alguien me explique qué es eso? ¿en qué idioma está?...
saludos!! y ojalá ahora no te maten de verdad!!!
Mariana Toraya.
Mariana: son insultos muy sofisticados para nosotros. Creo que no existe traducción para estos brillantes insultos.
P.D. Igual yo espero salir vivo esta vez.
Publicado en:
http://www.sipse.com/opinion/4677--autografo-millonario.html
Publicado en:
http://www.noticiasgalicia.com/articulos/articulo289.html
Publicado en:
http://www.diarioextra.com/2007/julio/29/opinion01.php
Publicado en:
http://www.lajornadanet.com/diario/opinion_base/publicados/2007/agosto/autografo-millonario-1.html
Publicado en:
http://www.laopinion-rafaela.com.ar/opinion/2007/07/28/c772801.htm
Publicado en:
http://pildoritadelafelicidad.blogs.peru.com/2007/11/28/el-autografo-millonario/
Publicado en:
MILENIO NOVEDADES 28 JUN 09
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