“No creo que los amigos sean necesariamente la gente que más te gusta, son meramente la gente que estuvo allí primero.”
- Peter Alexander Ustinov
Vivir por más de un lustro en una ciudad pequeñita y amurallada, que en realidad es un pueblo, y añadirle a ello que uno es ermitaño, tiene sus inconvenientes cuando regresas a la ciudad que te vio nacer, en especial cuando ésta se ha convertido de la noche a la mañana en una gran urbe cosmopolita, pujante y en desarrollo, como dirían las personas que la gobiernan y asfaltan de punta a punta.
More...-Señor, ¿me presta sus llaves? –me dice el valet con el rostro contrariado al abordar el coche de mamá y descubrir que no tiene las llaves puestas.
La cara se me pone como un tomate. Qué vergüenza, pienso mientras meto la mano en el bolsillo de mis pantalones. Le entrego las llaves al joven disfrazado de crupier de casino de poca monta y entro al restaurante.
-¿Aquí es la fiesta de generación del Instituto Patria? –le pregunto a una jovencita parada detrás de un podio de madera que mira distraída una carta.
-La mesa del fondo, señor.
Dos de dos. Es un hecho irrefutable: soy un señor. Camino con pasos lentos y temerosos intentando descubrir rostros familiares en alguna de las mesas. Un terror hondo me invade al abordarme la idea de que tal vez haya pasado de largo la mesa donde están sentados esos amigos que no veo desde hace casi una década, todo por culpa de mi miopía y/o (posibilidad que me da escalofríos) por no reconocerlos gracias a las arrugas y los kilos en cachetes, papada y vientre que suelen acompañar a las personas casadas y con hijos al llegar a la frontera de los treinta años.
Mi terror se desvanece cuando una chica que no alcanzo a reconocer a la distancia agita la mano en el aire.
-¡Monono! –me llama desde su mesa.
Nadie me decía así desde la preparatoria. Sonrío. En realidad, finjo una enorme sonrisa mientras me aproximo a la mesa. El miedo vuelve a apoderase de mis pasos. ¿Reconoceré a todos? La idea es ridícula, en diez años la gente no puede cambiar tanto de aspecto.
De reojo miro a todas las personas sentadas en la mesa mientras pienso la estrategia a seguir. Le diré hola a todos, efusivamente, nada de nombres, así no será evidente si no reconozco algún rostro. “Hola Angélica, hola Andrés, hola Carolina, hola…”. Mi estrategia ha fallado. He comenzado a recitar los nombres de todos mis ex compañeros de preparatoria cada que los beso o estrecho sus manos. Claro, excepto el de una persona. La última chica que me falta por saludar de la mesa. Mientras me acerco a ella, su cara se me hace tremendamente familiar, sin embargo (cosa que me empapa de sudor frío la espalda), no recuerdo quién es, no logro descifrar sus rasgos, conectarlos con algún recuerdo del pasado, no puedo, sus facciones en realidad no son facciones porque su rostro está ausente de facciones; su cara es larga y plastilizada (si es que ese adjetivo existe) como la de una credencial de elector.
-Hola Rodrigo –me saluda de beso en la mejilla.
-Hola –le digo hola y en mi mente aparecen un millón de nombres propios pero ninguno que encaje con ese rostro-. Qué bárbara, qué cambiada estás –improviso, y desde luego, eso es un error porque ella me mira con recelo, así que a la desesperada agrego:- te ves guapísima.
La mujer cara de credencial de elector llena sus ojos de desprecio y yo sólo atino a sonreírle como un perfecto imbécil y le digo que está irreconocible (cosa que es mentira porque sigo sin saber quién es) y trato de justificarme agregando que no la reconocí porque ahora luce espectacular. Grave error, me mira con atizado odio porque mis palabras, ahora que lo pienso, más que un piropo vienen a ser un insulto, o mejor dicho, una confesión involuntaria tardía de que yo pensé durante muchos años, secretamente en la preparatoria, que ella era horrible.
-No te preocupes, yo tampoco la reconocí –me dice al oído Daniel, uno de mis mejores amigos de la preparatoria.
Daniel y yo nos ponemos al corriente de nuestras vidas, cosa que, tristemente, nos llevó menos de dos minutos, reloj en mano. Se crea un silencio incómodo. Intercambiamos números de celular aunque sabemos perfectamente que no nos llamaremos nunca.
-Anotado, aunque nunca nos llamemos –le digo a Daniel haciéndole un guiño cómplice.
-¿Cómo? –pregunta Daniel consternado-. Ahora regreso, voy al baño.
Daniel se marcha al baño y cuando regresa se sienta en el otro extremo de la mesa.
-¿Me veo gorda? –me pregunta Samanta.
-No, no, eh… no –balbuceo monosílabos e intento desviar la mirada de Samanta, aquella adolescente flaca como un palillo que ahora luce tan gorda como una morsa embarazada.
-Sabes, bajé veinte kilos –me confiesa Samanta con un toque de coquetería.
-Felicidades –digo, en realidad sin saber muy bien qué decir-. Dicen que bajar de peso luego del embarazo es muy difícil.
-No tengo hijos –dice Samanta y se levanta furiosa de la mesa.
Pido un vodka y decido que la mejor opción es emborracharme y quedarme callado.
-Monono, ven aquí –me llama Lorena.
Me siento a un lado de Lorena y a los cinco minutos estoy en medio de una plática de Babyshowers y mirando fotografías de los hijos de Carolina, Analía y Lorena. Me preguntan si estoy casado y les respondo que no. Me preguntan si tengo novia y les respondo que no. Me preguntan que cuándo pienso casarme y les digo que no creo en el matrimonio porque nosotros los hombres somos muy calenturientos y en la primera oportunidad (casados o no, comprometidos o no, con novia o sin novia) salimos babeando tras la primera mujer que nos abra o no las piernas. Todos se horrorizan y como he bebido dos vodkas en menos de cinco minutos me tomo la libertad de decirles que la monogamia no existe, que todos, hombres y mujeres, tarde o temprano terminamos engañando y haciendo sufrir a nuestras parejas e hijos. Se hace un silencio incómodo y me excuso para ir la baño. Al regresar mi silla ha desaparecido.
-Rodrigo, qué gustazo verte, mi hermano –me saluda Rogelio con un efusivo abrazo-. No te había visto, Tania me acaba de platicar que eres escritor.
En el acto saco de su error a Rogelio. Como Rogelio era uno de mis mejores amigos desde sexto año de primaria (y como también me he tomado otros dos vodkas en menos de cinco minutos) le confieso con el corazón en una mano que me dedico a la escritura no por pasión a las letras sino porque no tengo otra opción, es decir, soy un completo inútil y un peligro para la sociedad desempeñando cualquier oficio fuera de una hoja en blanco. Rogelio se ríe porque cree que estoy bromeando. Le digo que no sea ría, que mis palabras son verdaderas, que me titulé de la licenciatura en administración de empresas pero que si me dieran la responsabilidad de administrar una empresa la quebraría antes de la primera quincena. Rogelio vuelve a reír y me palmotea la espalda. Dice que soy muy ocurrente. En eso Saúl se una a la conversación y me pregunta qué tan redituable es tener un blog.
-Muy redituable –miento.
Miento porque el papá de Saúl fue quién me contrató en uno de los corporativos más importantes de la ciudad hace muchos años.
-¿Qué tan redituable? –pregunta Saúl.
-Como no tienes idea –vuelvo a mentir.
No quiero que Saúl le cuente a su papá que yo dejé el maravilloso trabajo redituable que tenía por culpa de un oficio que me tiene hundido en la más apremiante de las miserias.
-Francamente no entiendo cómo funciono un blog –dice Saúl-, digo, no me explico cómo le haces para cobrarle a esas personas que te leen gratis todos los días.
-Olvídate de eso –interrumpe Tania que aparece a nuestras espaldas-, lo increíble es que periódicos serios tengan la osadía de publicarlo.
Tania sonríe maliciosamente y logra llamar la atención de dos o tres ex compañeros que se unen a la plática. Tania me dice que soy un criticón. Que sólo vengo a Mérida a cirticar las obras de arte que hay en el Paseo de Montejo y a burlarme de los políticos y de la pobre de mi mamá y del digno oficio de modelo que ejerce mi hermana. Tania afirma (y no carecen de verdad sus palabras) que en realidad a mi no me pagan por escribir sino por criticar.
-Pues a mí ya me dio curiosidad leerte –dice Paula-. Aunque en realidad desde la prepa no leo nada.
Le digo a Paula, por favor, que este domingo compre el periódico Milenio, más que para saciar su curiosidad, para ayudar a un amigo, cuyos editores están tentados a despedirme ya que nadie lee mi columna.
-¿Publicas en Milenio? –pregunta Rogelio bastante impresionado.
-Milenio Novedades –dice Tania.
-Ah –exclama desilusionado Rogelio.
-Pero no te desilusiones –dice Tania mirando a Rogelio y a Paula- compren el periódico mañana y ya verán cómo nuestro amigo Rodrigo hace una crónica criticándonos a todos nosotros.
-¿En verdad escribirás sobre nosotros? –pregunta emocionada Paula.
-No podría no hacerlo –respondo.
Pido otro vodka y brindo en silencio por todos los amigos que no volveré a ver nunca más. Dudo que vuelvan a invitarme a la próxima fiesta de generación.
More...-Señor, ¿me presta sus llaves? –me dice el valet con el rostro contrariado al abordar el coche de mamá y descubrir que no tiene las llaves puestas.
La cara se me pone como un tomate. Qué vergüenza, pienso mientras meto la mano en el bolsillo de mis pantalones. Le entrego las llaves al joven disfrazado de crupier de casino de poca monta y entro al restaurante.
-¿Aquí es la fiesta de generación del Instituto Patria? –le pregunto a una jovencita parada detrás de un podio de madera que mira distraída una carta.
-La mesa del fondo, señor.
Dos de dos. Es un hecho irrefutable: soy un señor. Camino con pasos lentos y temerosos intentando descubrir rostros familiares en alguna de las mesas. Un terror hondo me invade al abordarme la idea de que tal vez haya pasado de largo la mesa donde están sentados esos amigos que no veo desde hace casi una década, todo por culpa de mi miopía y/o (posibilidad que me da escalofríos) por no reconocerlos gracias a las arrugas y los kilos en cachetes, papada y vientre que suelen acompañar a las personas casadas y con hijos al llegar a la frontera de los treinta años.
Mi terror se desvanece cuando una chica que no alcanzo a reconocer a la distancia agita la mano en el aire.
-¡Monono! –me llama desde su mesa.
Nadie me decía así desde la preparatoria. Sonrío. En realidad, finjo una enorme sonrisa mientras me aproximo a la mesa. El miedo vuelve a apoderase de mis pasos. ¿Reconoceré a todos? La idea es ridícula, en diez años la gente no puede cambiar tanto de aspecto.
De reojo miro a todas las personas sentadas en la mesa mientras pienso la estrategia a seguir. Le diré hola a todos, efusivamente, nada de nombres, así no será evidente si no reconozco algún rostro. “Hola Angélica, hola Andrés, hola Carolina, hola…”. Mi estrategia ha fallado. He comenzado a recitar los nombres de todos mis ex compañeros de preparatoria cada que los beso o estrecho sus manos. Claro, excepto el de una persona. La última chica que me falta por saludar de la mesa. Mientras me acerco a ella, su cara se me hace tremendamente familiar, sin embargo (cosa que me empapa de sudor frío la espalda), no recuerdo quién es, no logro descifrar sus rasgos, conectarlos con algún recuerdo del pasado, no puedo, sus facciones en realidad no son facciones porque su rostro está ausente de facciones; su cara es larga y plastilizada (si es que ese adjetivo existe) como la de una credencial de elector.
-Hola Rodrigo –me saluda de beso en la mejilla.
-Hola –le digo hola y en mi mente aparecen un millón de nombres propios pero ninguno que encaje con ese rostro-. Qué bárbara, qué cambiada estás –improviso, y desde luego, eso es un error porque ella me mira con recelo, así que a la desesperada agrego:- te ves guapísima.
La mujer cara de credencial de elector llena sus ojos de desprecio y yo sólo atino a sonreírle como un perfecto imbécil y le digo que está irreconocible (cosa que es mentira porque sigo sin saber quién es) y trato de justificarme agregando que no la reconocí porque ahora luce espectacular. Grave error, me mira con atizado odio porque mis palabras, ahora que lo pienso, más que un piropo vienen a ser un insulto, o mejor dicho, una confesión involuntaria tardía de que yo pensé durante muchos años, secretamente en la preparatoria, que ella era horrible.
-No te preocupes, yo tampoco la reconocí –me dice al oído Daniel, uno de mis mejores amigos de la preparatoria.
Daniel y yo nos ponemos al corriente de nuestras vidas, cosa que, tristemente, nos llevó menos de dos minutos, reloj en mano. Se crea un silencio incómodo. Intercambiamos números de celular aunque sabemos perfectamente que no nos llamaremos nunca.
-Anotado, aunque nunca nos llamemos –le digo a Daniel haciéndole un guiño cómplice.
-¿Cómo? –pregunta Daniel consternado-. Ahora regreso, voy al baño.
Daniel se marcha al baño y cuando regresa se sienta en el otro extremo de la mesa.
-¿Me veo gorda? –me pregunta Samanta.
-No, no, eh… no –balbuceo monosílabos e intento desviar la mirada de Samanta, aquella adolescente flaca como un palillo que ahora luce tan gorda como una morsa embarazada.
-Sabes, bajé veinte kilos –me confiesa Samanta con un toque de coquetería.
-Felicidades –digo, en realidad sin saber muy bien qué decir-. Dicen que bajar de peso luego del embarazo es muy difícil.
-No tengo hijos –dice Samanta y se levanta furiosa de la mesa.
Pido un vodka y decido que la mejor opción es emborracharme y quedarme callado.
-Monono, ven aquí –me llama Lorena.
Me siento a un lado de Lorena y a los cinco minutos estoy en medio de una plática de Babyshowers y mirando fotografías de los hijos de Carolina, Analía y Lorena. Me preguntan si estoy casado y les respondo que no. Me preguntan si tengo novia y les respondo que no. Me preguntan que cuándo pienso casarme y les digo que no creo en el matrimonio porque nosotros los hombres somos muy calenturientos y en la primera oportunidad (casados o no, comprometidos o no, con novia o sin novia) salimos babeando tras la primera mujer que nos abra o no las piernas. Todos se horrorizan y como he bebido dos vodkas en menos de cinco minutos me tomo la libertad de decirles que la monogamia no existe, que todos, hombres y mujeres, tarde o temprano terminamos engañando y haciendo sufrir a nuestras parejas e hijos. Se hace un silencio incómodo y me excuso para ir la baño. Al regresar mi silla ha desaparecido.
-Rodrigo, qué gustazo verte, mi hermano –me saluda Rogelio con un efusivo abrazo-. No te había visto, Tania me acaba de platicar que eres escritor.
En el acto saco de su error a Rogelio. Como Rogelio era uno de mis mejores amigos desde sexto año de primaria (y como también me he tomado otros dos vodkas en menos de cinco minutos) le confieso con el corazón en una mano que me dedico a la escritura no por pasión a las letras sino porque no tengo otra opción, es decir, soy un completo inútil y un peligro para la sociedad desempeñando cualquier oficio fuera de una hoja en blanco. Rogelio se ríe porque cree que estoy bromeando. Le digo que no sea ría, que mis palabras son verdaderas, que me titulé de la licenciatura en administración de empresas pero que si me dieran la responsabilidad de administrar una empresa la quebraría antes de la primera quincena. Rogelio vuelve a reír y me palmotea la espalda. Dice que soy muy ocurrente. En eso Saúl se una a la conversación y me pregunta qué tan redituable es tener un blog.
-Muy redituable –miento.
Miento porque el papá de Saúl fue quién me contrató en uno de los corporativos más importantes de la ciudad hace muchos años.
-¿Qué tan redituable? –pregunta Saúl.
-Como no tienes idea –vuelvo a mentir.
No quiero que Saúl le cuente a su papá que yo dejé el maravilloso trabajo redituable que tenía por culpa de un oficio que me tiene hundido en la más apremiante de las miserias.
-Francamente no entiendo cómo funciono un blog –dice Saúl-, digo, no me explico cómo le haces para cobrarle a esas personas que te leen gratis todos los días.
-Olvídate de eso –interrumpe Tania que aparece a nuestras espaldas-, lo increíble es que periódicos serios tengan la osadía de publicarlo.
Tania sonríe maliciosamente y logra llamar la atención de dos o tres ex compañeros que se unen a la plática. Tania me dice que soy un criticón. Que sólo vengo a Mérida a cirticar las obras de arte que hay en el Paseo de Montejo y a burlarme de los políticos y de la pobre de mi mamá y del digno oficio de modelo que ejerce mi hermana. Tania afirma (y no carecen de verdad sus palabras) que en realidad a mi no me pagan por escribir sino por criticar.
-Pues a mí ya me dio curiosidad leerte –dice Paula-. Aunque en realidad desde la prepa no leo nada.
Le digo a Paula, por favor, que este domingo compre el periódico Milenio, más que para saciar su curiosidad, para ayudar a un amigo, cuyos editores están tentados a despedirme ya que nadie lee mi columna.
-¿Publicas en Milenio? –pregunta Rogelio bastante impresionado.
-Milenio Novedades –dice Tania.
-Ah –exclama desilusionado Rogelio.
-Pero no te desilusiones –dice Tania mirando a Rogelio y a Paula- compren el periódico mañana y ya verán cómo nuestro amigo Rodrigo hace una crónica criticándonos a todos nosotros.
-¿En verdad escribirás sobre nosotros? –pregunta emocionada Paula.
-No podría no hacerlo –respondo.
Pido otro vodka y brindo en silencio por todos los amigos que no volveré a ver nunca más. Dudo que vuelvan a invitarme a la próxima fiesta de generación.
56 comentarios:
hola Rodrigo, no tengo idea de cómo es que recibo tu columna, pero lo hago de buen agrado. Me gusta tu estilo desparpajado y bastante cínico a veces. Escribe algo para los maestros (de prepa)tomando en cuenta que no todos somos una bola de ignorantes sin criterio, por favor. Un saludo, Rebeca
Rebeca: lo haré, tienes mi palabra.
Saludos, Rodrigo: Ignoro por qué comenzaron a llegarme tus pildoritas precisamente al correo del lugar donde trabajo, pero en todo caso, debo decir que por mucho tiempo estuve borrándolas sin tomarme la molestia de leerlas. Hoy finalmente he leído (disfrutado) de El reencuentro. Me gustó mucho el texto y pronto visitaré tu blog. No sólo escribes bien, sino mucho (¿cuántas pildoritas al mes?), lo cual no dejo de admirar, porque en mi caso -soy periodista y escritor con un libro de relatos y una novela publicada- no soy tan productivo (es otra manera de decir que soy flojo). Bueno, te felicito por el trabajo que realizas. Nos hablamos.
Luis: el misterio del ciberespacio es muy confuso, pero lo único cierto que he aprendido de ello es que nos hace encontrar nuevos amigos.
Un fuerte abrazo, y si alguna vez logro viajar a Venezuela será un placer leer tu libro.
P.D. Soy muy productivo, pero solo porque no me atrevo a buscarme la vida fuera de una hoja de papel. Ojalá y las editoriales apreciaran mi productividad.
hola rodrigo, primero el frio, ahora los reencuentros... coño, me pasa algo muy curioso contigo, leerte me deja dos sensaciones; una, que no somos muchos, pero qué bien nos lo pasamos, y la de sentirme vieja a mis pobres veinte años.
por cierto, por lo menos a ti te publícan en revistas, jejeje, habemos algunos que ni eso, y seguimos aferrados a escribir, aunque sea en blogs.
un abrazo.
1.
Ja, todavía tres días antes de lo acontecido en tu relato, hubo todo un día del encuentro de ensayistas dedicado a las "obras de arte" del paseo Montejo (en general hubo consenso de que eran una mierda).
2.
Todavía la semana pasada tuve mi propio "reencuentro" con la edad en el concierto de Austin TV (el hermano de Pepe, se acercó sólo para decirme "Estamos bien viejos").
3.
"¿Publicas en Milenio?"
"En Milenio Novedades"
"Ah"
Es una experiencia básica.
Ya tenía rato sin visitar tu blog, tu relato me suena tristemente familiar.
Este sábado fui a la boda de una ex compañera de la prepa (juro que aun no comprendo por qué lo hice) y después de las explicaciones de rutina del porque seguía soltera me preguntaron qué había estudiado, estaba a punto de inventar algo inteligible cuando una compañera interrumpió "Literatura, o sea que va a ser maestra" dijo sonriendo la muy embarazada. Entonces, antes de que pudiera responder algo, dos manos me ofrecieron simultaneamente un vaso de (ingrese aquí la bebida alcohólica de su preferencia, yo ni pregunté), me palmearon la espalda y me dieron a entender "sutilmente" que no me preocupe porque aun no me veo tan correteada y es posible que todavía me pueda casar bien.
Yo espero que sí...
Indira Broca: no hay nada de qué enorgullecerse por publicar en las revistas. Todas roban mis escritos y creen que yo soy feliz porque me dicen que soy su colaborador estrella. Sería un hombre feliz, pleno y con dinero en la cartera si en vez de pedirme colaboraciones (que para mi es como robar) me pagaran. Un beso grande. Me alegra que escribas en tu blog. Es lindo.
Eduardo: 1. Ni me recuerdes a mis amigos de Tierra Adentro. Una grosería no invitarme. Aunque no los culpo. Soy un vulgar ladrón, eso es lo que soy y nunca me considerarán un escritor de verdad.
2. Sí me dijo Nando que te vio. Le gustó mucho el concierto, y me lo relató a detalle muy entusiasmado, sin embargo, siendo yo un hombre frustrado y amargado le dije que ni que me pagarán un millón de pesos iba a ver a unos payasos que se disfrazan en sus conciertos. Sí, así de viejo soy.
3. Debiste ver sus ojos de desilusión. Dignos de llevar a la pantalla grande.
Esa que no soy yo: cuando te queda cara de desesperada y necesites casarte, llámame. Mi mamá empieza a sospechar que soy gay. Ojalá tuviera el valor para serlo.
Rodrigo me gustó tu columna del reencuentro, yo también lo he vivido pero con 24 años de distancia. Tú imagínate! Obviamente, somos una generación de cuarentones.
Y la verdad, fué algo de lo mejor que me ha pasado y también para muchos de los 30 amigos de Secundaria que nos reencontramos. Cuando eres adolescente, eres la neta y cuando los ves décadas después, con kilos de más, sin pelo, con barriga , arrugados, con éxitos y fracasos, la neta sigue saliendo.
Los buenazos siguen siéndolo, los mamones también, la fresita, el aplicado, el desmadroso, la loquita, el despistado y etc. no han cambiado mucho. Si a tí te tocó ser el criticón pues qué bien. Si a alguien no le parece, pues también.
Que te sigan invitando a las reuniones , no le saques.
Un saludo.
Laura.
Puerto Vallarta.
Laura: sí le saco, soy un cobarde. Y tienes toda la razón del mundo en eso de los roles, yo siempre fui un pobre diablillo desde la secundaria y este reencuentro fue la confirmación de ello.
Estupendo como siempre. Anècdota que, seguramente hemos vivido muchos pero narrada con tu personal estilo. Gracias
Luigi: como siempre, muchas gracias. Un fuerte abrazo.
Jajajajajaja...estuvo buenísima esa crónica, aunque no estuve alli puedo imaginarlo todo!
saludos!
Jessy: gracias, aunque dudo que los que estuvieron presentes les cause mucha gracia. Un beso.
buenisimo........ saludddddddddddddddddddd
Eduardo V: gracias. Un abrazo.
Jajajajajaj con tu relato y las fotos del facebook es como si hubiera estado ahí.
Me causa cierta curiosidad el descifrar algunos de los seudónimos que usaste, pero sin embargo no me arrepiento de haberme perdido tan esplendido evento, de alguna manera soy igual de ermitaño, o solo amargado no se jajajajaja.
Creo que da igual, al fin es solo un pretexto al fin para ir clasificando las cosas con un nombre específico aunque signifiquen exactamente lo mismo para tal caso.
Cuídate.
JVC: mi querido amigo, hubiera ser lindo verte por ahí. Ya será para la próxima dentro de 10 años. Un fuerte abrazo.
jajajaajajaja me mataste!!!!!
Besitos!
Silvita: me alegra no haberte matado en la vida real, una mujer tan guapa como tú debe vivir y hacer feliz a la humanidad. Un beso grande.
JAJAJAJAJA
AY RODRO YA NO C Q PENSAR......SE ME HACE Q ERES BIEN TREMENDO
TE LEO Y CREO ENTENDERT PERO LA VDD A VECES " NO T ENTIENDO" EN FIN.....ECHALE GANAS
COMO SIEMPRE.....TU AMIGA REGIA SALUDANDOT
Mine: palabra que no soy tremendo. Soy bastante simple, por no decir, bastante tonto.
Ayy
que sorperesa, no pense que hubieses estudiado en el Patria como yo.jijiji
saudos
Mariana: ya ves, el mundo es un pañuelo. Y el Patria una cárcel que me mantuvo preso por más de 6 años.
Bravo, muy buena la "critica", yo opino lo mismo de las guacales que hay en paseo de montejo, disque es arte.
Le hubieses puesto los nombres verdaderos a tus ex compañeros,
Lastima que me perdí la reunión para la próxima será, así como la describes me imagine que seria.
Saludos!!!
A: nos vemos en 10 años. Espero estar vivo para esas fechas. Un fuerte abrazo.
Mestre mío, divertido suicidio de sociales. La morsa te va a querer matar de a devis.
Salucita.
Moch
Jorge: ahora sí que ya me hiciste cagarme en las patas de miedo. Maldición, tú que tienes la experiencia del mundo en las letras (y con esto no insinúo que seas viejo) y que eres laureado y publicado por en Alfaguara debes tener tus motivos para alertarme. Espero sobrevivir, pero si muero, espero escribas un cuento a mi salud.
Abrazos querido amigo.
Wow!!!!, la edad es algo dificil de manejar... jajajajaja....
Lus: y de aparentar.
ESO SI Q NO....NO TE LO CREO...SI DE TONTO NO TIENES UN PELO.....
ERES MUY PENSANT A LO MEJOR DE MAS POR ESO ERES ASI....
LAS PERSONAS INTELIGENTS..MUY INTELIGENTS ASI BATALLAN
PORQ COMO SABEN MUCHO SE EXPRESAN DE MAS Y NO MIDEN
Y CUANDO ACUERDAN...ZAS YA HABLARON SIN DARSE CUENTA
SI FUE CRITICA U OFENSA LA Q HICIERON Y PS YA NO HAY DE OTRA
MAS Q AFRONTAR LA SITUACION....PERO ASI SON NO HAY VUELTA D HOJA
SOLO TIENEN Q ENCONTRAR EL AMBIENT CON GENT ADECUADA
Q LOS ENTIENDA PARA PODER CONVIVIR SIN PLEITOS O DISCUSIONES...
SUERT
SALUDOS DSD LA SULTANA DEL NORT
BEXOX Y ABRAXOX BYE BYE
Mine: ojalá todas las personas fueran tan compresibles como tú. Besos.
Mi condena fue un poco mas larga.
Tal vez estudiaste con mi sister.
Mariana: imposible el que haya estudiado con tu sister, fui uno de los alumnos fundadores del Patria. Cuando se abrió la escuela el grado máximo era hasta sexto de primaria, y en ese grado cursaba. Claro que al año siguiente se abrió la secundaria, y de ser de los alumnos más grande del colegio pasé a ser uno de los estudiantes más chicos. Aunque cabe aclarar que igual y estamos hablando de otro Instituto Patria.
¿Cómo se llama tu hermana?
eso de mandar tu novela en diciembre me parece muy acertado, seguro tocas las fibras sensibles de los editores con más facilidad, aunque no creo que tengan muchas fibras sensibles qué tocar, jaja, pero mucha suerte y espero ver pronto tu novela publicada. Como Liliana, yo también los extraño mucho, aunque afortunadamente a ella la veré este domingo en la FIL, donde presentaré mi libro, y a tu novio Leyva lo veré en Cuernavaca el 6 de diciembre donde me hará favor de presentar mi libro en la librería de mi padre canuto; así que los que de plano tienen que hacer algo para que los veamos pronto son tú y Huchín, ya saben que tienen casa por acá cuando quieran. Cuídate mucho, sigue burlándote de la gente (menos de mí, eh?), sigue escribiendo y disfrutando de este sentimental invierno y acuérdate de los ensayistas charlatanes de vez en cuando, te quiero mucho,
elisa
Elisa: querida, veo que todos mis amigos escritores se están volviendo famosos. Tú, Liliana, Leyva, Tryno (resultó ser finalista del Premio Herrarlde), etcétera. Eduardo se que será (con un poco de suerte y en breve) uno de los escritores más aclamados de Latinoamérica. En cuanto a mí, temo desilusionarte. Yo no soy más que un payaso que intenta escribir. Ni una editorial se animará nunca a publicarme. Ya ves, ni siquiera los de Tierra Adentro me invitan, y eso, que son mis amigos. Pero no te preocupes, ya me las ingeniaré para estafar a alguien para poder costearme algún día un viaje al DF.
Hola, me declaro tu fan numero 1 no se ni como me empezaron a llegar tus escritos, y de verdad me gustan mucho, mucho, se me hacen tan familiares que muchas veces me veo como uno de tus personajes, jajajaj, te felicito, tienes mucho futuro como escritor coloquial.
Liz: muchas gracias, eres un amor. Un beso grande.
iiiii, qué peligroso para tus amigos, eh? A mí también me hacen prometer que no escribiré de ellos ;-)
Dhyana: lo malo es no poder cumplir la promesa.
QUE TRISTE!. LO LAMENTO MUCHO. A VECES CREO QUE LA GENTE HACE DAÑO SIN QUERER, PARA PROTEGERSE NI SIQUIERA SABEN DE QUE SE ESTAN CUIDANDO, PERO NO PERMITEN ENTRAR A LOS DEMAS, QUE AUNQUE QUICIERAN TENER UN APRECIO SINCERO, NO SE LES PERMITE NI SIQUIERA PASAR LA PRIMERA BARRERA. NO DEBERIAS TENER TANTO MIEDO... SALUDOS!
DISCULPA NO SOY TAN BUENA PARA ESCRIBIR!
Melina: eso intento, pero soy un cobarde.
Tienes un replay para cada comentario, te contrataré para los agradecimientos de mis regalos esta navidad!
Lus: acepto la oferta. Nos vemos en navidad.
Muy bueno, pero no podemos negar la tranquilidad ENTRE COMILLAS de Campeche. Suele suceder en los reencuentros.
Felipe: así, es verdad.
ja ja ja, sí, suele pasar ;-)
Hola mi buen Rodros...
Que te puedo decir; es impresionante tu habilidad para hacer sentir bien a la gente, hehehe no, en serio, me doy cuenta cuando estoy muy aburrido o muy estresado por la chamba, es relajante y gratificante conocer tus anécdotas, por que supongo que en verdad te suceden las cosas que escribes, y pues si cada persona tomara 5 minutos de su tiempo al día para escribir anécdotas como estas, pues podrian ahorrarse las visitas al psicologo hehe, saludos y hasta pronto... (aunque tengas mi número y nunca me hables).
Atte: Adrián Cobos
Ex alumno de la UMMA
PD: Ya en serio, no creo que te corran del Milenio ... (de novedades), aunque yo no lo compre, habrá quienes si gasten unos pesitos por pasarla bien, aunque sea por las noticias.
Adrián: dios te oiga, dios te oiga. Espero no me corran de ese periódico que mantiene a salvo mi agitado mundo sedentario.
Un abrazo y espero verte pronto en algún bar para sangrarte una cerveza.
Me fascina tu profunda honestidad. Que cómico las cosss que te pasan y para nada fuera de lo común, desearía que nuestro cerebro fuese un procesador de rostros-nombres, yo soy pésimo para memorizarlos.
Saludos desde Venezuela.
Anónimo: así es, Bill Gates debería inventar un USB para memorizar rostros y nombres.
Publicado en:
http://media.3d2.com.mx/files/1227633546062710500.pdf
Publicado en:
http://www.lajornadanet.com/diario/opinion/2008/noviembre/251.html
Publicado en:
http://www.tvradioriviera.com/reportajes/opinion_31/pildorita-felicidad-reencuentro_678
Publicado en:
http://benditomanicomio.wordpress.com/2008/11/25/el-reencuentro/
Publicado en:
http://www.infomelilla.com/noticias/index.php?accion=1&id=11026
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