jueves, 6 de noviembre de 2008

Mi encuentro con los escritores


Dedicado a los escritores y organizadores del Primer Encuentro Regional de Escritores Andrés Iduarte 2007, y muy en especial a las edecanes, indispensables musas que con su presencia hacen tolerable un maratón de literatura para escritores y no escritores.

“El humor es parte de la vida y en consecuencia no debe ser excluido, ni aún de la literatura seria.”
- Lin Yutang


Siempre he estado conciente de que no pertenezco a ningún sitio, y estoy convencido de ello gracias a que la gente no ha tenido empacho en hacérmelo saber. Pocos lo saben, pero en una época antes de que quisiera ser escritor, mi sueño era convertirme en jugador profesional de fútbol, y casi lo logro, de no ser por todo el tiempo que pasaba en la banca; mismo tiempo (noventa minutos para ser exactos) que aprovechaba para leer un libro.

More...Un buen día me tocó debutar en un partido amistoso gracias a la lesión de un compañero. Cinco minutos dentro de la cancha (tiempo oficial que estuve dentro, antes de que me sustituyeran por otro jugador) me bastaron para descubrir que el fútbol no era el mundo al que yo pertenecía, pues más que intentar hacerme del balón, lo que en realidad hice fue dar un sinfín de cabriolas para eludir los escupitajos de los veintiún jugadores, porque no sé si ustedes habrán reparado en ello, pero ni una maldita llama segrega tanta saliva como un futbolista profesional; y si a pesar de los salivazos me quedaba algún atisbo de amor por el deporte, mis compañeros de media cancha (todos ellos caballeros graduados de Oxford) se encargaron de desalentarme por completo rascándose los huevos y bombardeándome con mocos que salían de sus fosas nasales cual torpedos de la fuerzas armadas estadounidenses. En fin, cuando abandoné la cancha en medio de un mar de mentadas de madre (el futbolista tiene un sutil tacto para subirte el ánimo: “no hay pedo cabrón, a la próxima le metes más huevos y te chingas a esos hijos de puta”) el entrenador me sujetó del brazo y me dijo: “Muchacho, considera otra profesión; juegas al fútbol como un escritor”.

Los años pasaron y me dediqué a otros oficios. Igualmente renuncié a todos ellos, hasta que un día descubrí que lo único que me hacía medianamente feliz era eso de escribir, así que empecé a hacerlo. El tiempo pasó y me hice de algunos lectores, cosa que no significa que pueda llamarme a mi mismo un escritor de verdad, porque el gremio de escritores nunca me ha aceptado dentro de su círculo, cuya critica acerca de mis escritos ha sido más o menos la siguiente: “No eres tan malo, sólo eres un poquito peor que Carlos Cuauhtémoc Sánchez”. Básicamente ese fue el principal motivo para verme reacio a participar en cualquier tipo de taller literario o encuentro de escritores, hasta el fin de semana pasado, cuando el Instituto de Cultura de Campeche tuvo la chiflada idea de enviarme a Villahermosa como su representante dentro del género narrativo. Claro que, hay que aclarar, como primera opción estaba mi querido amigo Eduardo Huchín, que por cuestiones laborales (él sí trabaja) no pudo asistir al evento, así que, sin más remedio y con el tiempo encima, tuvieron que enviar a un servidor.

El evento fue inaugurado el jueves por la noche. Mientras la directora del Instituto de Cultura de Villahermosa daba un emotivo discurso de bienvenida, el auditorio empezó a temblar. En un principio pensé que eran mis nervios, pues desde mi llegada me dijeron que habría una mesa de debate acerca de la creación y publicación literaria, actividad en la cual ignoraba que tendría que participar, pues según yo mi presencia en el evento estaría limitada a leer uno de mis textos narrativos… lo cual me tenía con los nervios despedazados de cualquier manera, más aún al saber que pasaríamos a leer en orden alfabético por Estado, siendo Campeche el primero. Así que, por primera vez lamenté que la RAE no hubiese hecho oficial la forma en que escriben los ‘xavos’, pues así el representante de ‘Xampexe’ (o sea yo) hubiera sido el penúltimo en pasar.

Ta, ta, ta, ta, ta, ta, ta. Repiqueteaba el techo, las paredes y las sillas del auditorio. “Puta madre, está temblando”, dijo un aterrado escritor a un lado mío, comentario del que aprendí dos cosas nuevas: que no era yo el único que ignoraba que temblaba en Tabasco y que ser culto no te exime de escupir sapos y culebras de vez en cuando.

Durante todo el evento no me cansé de tirarle indirectas y también directas a los organizadores de que era una persona propensa a los ataques de nervios cuando me veo delante de un micrófono, y que si querían evitarse otro temblor similar al de la inauguración tendrían que tener la gentileza de suplantar el vaso de agua por uno de tequila cuando llegara la hora en que me tocara estar ante el público. Sin embargo, todos se reían de mis ruegos como si aquello de mis nervios fuera una broma, y para colmo, mientras más serio ponía el semblante e intentaba por todos los medios convencerlos de que debía estar ebrio para soportar aquello de exponerme frente a un público tan conocedor, todos volvían a desternillarse de la risa, los muy cabrones.

Al final, como sospechaba, no me dieron el tequila, pero gracias a una rigurosa dieta de nervios y un par de litros de café pude salir al ruedo, y según mis compañeros (jamás cometería la osadía de llamarlos colegas) me dijeron que no estuve tan mal en el escenario, y de hecho uno que otro se aventuró a decirme que estuve bien.

El truco para hablar acerca de la publicación literaria siendo un escritor al que jamás le han publicado un libro, es tocar el tema de futuros proyectos, y eso fue precisamente lo que hice. Hablé sobre mis planes a futuro, es decir, que publicaría un libro en colaboración con Eduardo Huchín (escritor publicado y reconocido por la crítica literaria), el cual consistía en una serie de crónicas de la ciudad de Campeche. Para los que estuvieron presentes en el auditorio, igual y no me lo van a creer, mi intención no fue hacerlos reír; tan sólo quería platicarles sobre los temas que abarcaría un libro que probablemente nunca vea la luz. Sin embargo, cada monumento, edificación, festividad y personaje campechano que citaba, hacía a la gente revolverse de risa en sus butacas. Incluso una señora (que luego me enteré era una escritora de renombre) dijo que quería comprar el libro cuando fuese publicado, lo cual más que halagarme me dejó frío del terror al ver el menudo compromiso en el que me había metido y en el que había embarcado a mi amigo Eduardo.

Horas más tarde llegó el momento de dar lectura a mi escrito, lo cual me tenía petrificado del miedo porque durante el encuentro, al interactuar con mis nuevos amigos en las sobremesas y pláticas en los pasillos, descubrí con horror que tengo el peor gusto literario del mundo y que mis autores favoritos resultaron ser para la mayoría literatura Sanborn’s, lo cual es bastante curioso si consideramos que en Campeche no existe ni un Sanborn’s.

Ignoro la percepción o imagen que se habrán llevado de mi persona quienes participaron y asistieron al evento, pero lo que me queda claro es que, mientras me quede ánimo para escribir, intentaré que mis escritos hagan reflexionar a quien los lea, y de vez en cuando le hagan esbozar una sonrisa, porque la literatura es tan grande y generosa que incluso tiene espacio para algo más que la solemnidad; porque la literatura también tiene el derecho de ser divertida, y si tengo el honor de que me sigan invitando a encuentros de escritores, mis letras estarán dirigidas a personas valiosísimas como las edecanes, cuyo heroico trabajo es el de permanecer de pie durante interminables horas evitando que el público se duerma en las butacas al escuchar mis paparruchadas y las de los demás. Son ellas el público al que quiero llegar, las personas que no se dedican a la escritura, para demostrarles que la literatura puede ser un delicioso vicio como la televisión o el cine, y si ellas me honran con una sonrisa, me importará un comino que no me llamen escritor los escritores de verdad.


14 comentarios:

Rodrigo Solís dijo...

Desde luego, después de este encuentro me invitaron a otros encuentros, y cada uno de ellos más accidentado y vergonzoso que el anterior.

Marit dijo...

contigo me pasa lo que con la musica de haydn, tienes el sublime poder de hacerme olvidar todas las penas y arrancarme una buena carcajada aun en este dia que fue uno de los mas tristes de mi vida.
gracias rodrigo.
tienes un don, nunca lo olvides.

Rodrigo Solís dijo...

Marit: que lindo cumplido. Sospecho que esa es la finalidad de algunos escritores, hacer evadir la realidad a nuestros lectores. Te mando un beso grande y espero que hoy tu día no sea tan triste. Si te sirve de consuelo, mis días (todos ellos) son tristes siempre.

Anónimo dijo...

Dicen que "por órdenes de arriba" no hubo invitación este año. Mientras tanto tengo que estar dando explicaciones al joven Leyva y a Elisa C. de por qué no estarás el lunes echándonos unas chelas (...y a Paty Garfias igual, ve eso).
Eduardo Huchín.

Rodrigo Solís dijo...

Eduardo: Debería convertirme en obradorista, siempre los de arriba son los que me quieren joder.

Mándale besos de mi parte al joven Leyva y a Elisa.

Eduardo Huchin dijo...

Bueno, al parecer el asunto se resolvió bien y aseguraste, con algunas chelas de por medio, tu presencia en el V Encuentro.

Rodrigo Solís dijo...

Eduardo: ya veremos, los editorialistas son como los políticos, nunca cumplen sus promesas.

Anónimo dijo...

Tal vez el libro nunca vea la luz, pero con tu agudo ingenio, todos los que exploramos tus pensamientos a traves del blog vemos al mundo bajo la misma luz que tu, o al menos nos tomamos el tiempo para considerar que puede ser así. Tengo la fantasia de salir a tomar un café o unas chelas con todo el Equipo Pildorita, pero tal vez entonces descubra que son iguales a mi, y que no pasaré 2 horas de risa continua como imagino. Tal vez. Betto.

Rodrigo Solís dijo...

Betto: eres bienvenido al café con todo el equipo de Pildorita, aunque te advierto que otros lectores nos han acompañado y nunca regresan a la siguiente semana. Al parecer somos una viejas chismosas que nos reunimos sólo para criticar gente.

Said dijo...

Un encuentro accidentado con mis colegas, algo asi titularia Corin Tellado este escrito... agradezco que escribas para los que no somos intelectuales, para los que no somos escritores ni lectores, para los que no tenemos ganas de pensar.


Que no estoy buena como las edecanes, que no. Pero igual me gusta el alcohol, la fiesta y la vida.

Said dijo...

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Rodrigo Solís dijo...

Said: gracias, así soy yo, escribo para los que no quieran pensar.

Noticias Galicia (España) dijo...

Publicado en:

http://www.noticiasgalicia.com/articulos/articulo283.html

Diario Extra (Costa Rica) dijo...

Publicado en:

http://www.diarioextra.com/2007/julio/15/opinion01.php