martes, 20 de enero de 2009

Un compromiso impostergable



1


A través de mi vida adulta he perdido a buenas amigas adultas por resistirme a comportarme y/o aceptar que soy un adulto. No hay nada que más me angustie en la vida que recibir un sobre blanco envuelto en celofán transparente en cuyo interior aparezca el nombre de una amiga que piensa enlazar su vida con un hombre hasta que la muerte los separe. Ser partícipe y testigo de este absurdo me provoca una agonía lenta. Dolorosa. Cruel.

More...Genéticamente aborrezco ir a bodas, primeras comuniones, bautizos y todo tipo de festejos semejantes, es decir, eventos que involucren a un cura y a una mujer (sea de la edad que sea) vestida de blanco. Mi ADN repele la idea de sentarse en una mesa circular rodeado de perfectos extraños a los cuales hay que regalarles sonrisas y fingir interés por sus vidas. Desde luego, todo esto es del pleno conocimiento de mis amigas. Por ello no dudan en enviarme e-mails y marcarme al celular advirtiéndome que estarán al pendiente de que mi humanidad (disfrazada con riguroso traje de Frankenstein) esté presente en el día más importante de sus vidas (según ellas), de lo contrario, me retirarán su amistad.


2


Violeta dejó de hablarme (incluso ni siquiera me dice “hola” en el Messenger) a raíz de que brillé por mi ausencia en su boda. Antes de casarse, Violeta era mi confidente en el trabajo. Ambos cursábamos el penúltimo semestre de la carrera universitaria. Ella pudo ser mi compañera de salón de clase de no ser porque reprobé el examen de admisión en esa universidad tan exigente a la que ella iba y donde era el mejor promedio de su licenciatura. Naturalmente nunca le confesé mi fracaso. Preferí decirle que los mercadólogos eran unos charlatanes y que por eso decidí enrolarme a estudiar administración de empresas en una universidad que en realidad era un tecnológico, donde la mayoría de los profesores eran ingenieros (como lo fue papá) que no cesaban de mofarse de nosotros porque aseguraban que los administradores eran personas que no tenían la menor pista de qué hacer con sus vidas, argumento totalmente cierto, pero no por ello dejaba de provocar mucha indignación en el alumnado.

Durante un mes íntegro fingí ser un empleado modelo en el corporativo en el que hacía mis prácticas profesionales. Violeta desde su primer día en el trabajo demostró ser una empleada modelo por naturaleza. Siendo así, con la guerra perdida, decidí confesarle que odiaba mi vida. Odiaba el trabajo, odiaba la escuela, pero sobre todas las cosas me odiaba a mí mismo por haberme convertido en un hombre miserable.

Para mi sorpresa Violeta me dijo que ella sentía exactamente lo mismo: tenía terror de despertar un día convertida en una señora que había vivido una vida que no le apetecía. Automáticamente dejó de irritarme su maldita eficiencia y su perfecto inglés y su conocimiento en todos los programas de Windows y la desenvoltura con la que atendía a los ejecutivos por el teléfono. Violeta era infeliz, pero sabía ocultarlo. Incluso más que yo. Imposible no quererla.

Revitalizados y más libres por retirarnos las máscaras de hipocresía, en un acto de independencia decidimos pasar nuestras jornadas laborales invirtiéndolas (casi integras) en el estimulante arte de criticar a todos los empleados adultos que tuvieron que resignarse a vivir una vida ausente de brío; también a contarnos una y otra vez nuestras historias de amores fallidos y fantasear con la idea de que un buen día encontraríamos el arrojo suficiente para mandar al diablo el rimbombante trabajo que tanto odiábamos y buscar la felicidad en un oficio (ignorábamos cuál) que nos hiciera sentir vivos.

Meses más tarde, a primera hora, vestido como un mamarracho me presenté a las oficinas de la planta embotelladora a donde me habían ascendido y le dije al gerente que renunciaba a mi trabajo porque quería escribir un libro. El gerente llamó por teléfono a la oficina de Violeta y le dijo que me había vuelto loco. Cuando llegué a la oficina de Violeta para darle la noticia, con los ojos vidriosos me abrazó y me dijo que estaba orgullosa de mí. “Estás loco”, me dijo segundos después. Yo le dije que ella estaba loca por quedarse en un trabajo que odiaba.

-Te voy a extrañar –me dijo-. Mucho.

-Yo también –le dije y descubrí un anillo que antes no existía en su dedo anular de la mano izquierda.

-Me voy a casar –me dijo levantando la mano, con los ojos apunto de estallar en lágrimas-. Iba a darte la noticia en el almuerzo.

-Muchas felicidades –fingí emoción.

-Tonto –me dijo sonriendo al descubrir mi falsa felicidad-. Más te vale ir a la boda.

-Ahí estaré –le dije-. En primera fila. Te lo prometo.


3


Mariana fingió no verme, luego saludarme y después disculparse al chocar conmigo cuando íbamos caminando en direcciones opuestas sobre el malecón. Mi pecado: no asistí a su boda.

A Mariana la conocí en Cancún. Me dijo que ella era campechana y yo le dije que nunca la había visto en mi vida a pesar de mis múltiples visitas a Campeche. Ella se sorprendió al igual que yo de que no nos hubiéramos conocido antes, esto debido a que dijo ser muy amiga de cada una de las personas que le fui nombrando, del mismo modo en el que yo dije conocer a cada uno de las personas que ella nombró como sus familiares y amigos.

En la piscina del hotel, Mariana me platicó que tenía un novio de toda la vida. Avalentonado por las cervezas que había ingerido y la brisa del mar Caribe le confesé que no creía en las relaciones que duran muchos años de noviazgo; esto (y esto desde luego no se lo dije a Mariana) porque una vez tuve su misma mirada de cachorro enamorado hasta que un buen día el amor de mi vida me abandonó y dejé de creer en todo tipo de relación amorosa. No obstante, Mariana decidió no profundizar en el tema del amor. Su mirada hablaba por ella. Era una chica sabia y curtida por la vida, era huérfana de ambos padres y en vez amargarse la vida exhalaba una paz indescriptiblemente contagiosa.

Mariana era hermosa con bikini y por un instante sentí celos de ese novio alto, fuerte y bien parecido que la esperaba en una ciudad pequeñita, costumbrista y machista, confiando plenamente en ella, acto que contradecía por completo las buenas maneras de los campechanos.

Al despedirme le prometí que cuando visitara Campeche le llamaría. Y así fue. Lo primero que hice al llegar a Campeche fue llamarle. Me dijo que estaba en el malecón con su novio y unos amigos. Que fuera a verlos. Y eso fue lo que hice.

Cual fue mi sorpresa al llegar al malecón que toparme a Mariana, radiante, espléndida, recibiéndome con una enorme sonrisa blanquísima mientras abrazaba a un sujeto chaparrito, calvo y de ojos saltones.

-Te presento a Darío –me dijo Mariana-. Mi novio.

No pude menos que amar un poco más a Mariana. Mujeres como ella nacen una cada dos milenios. Darío resultó ser un comediante por naturaleza. Y Mariana su musa inspiradora que no cesaba de reír y bailar con él cada que un coche se estacionaba con música estruendosa. Al ver cómo se miraban, estaba claro que habían nacido el uno para el otro.

Al mudarme a vivir a Campeche los frecuenté a la fuerza. No había bar o antro (sólo hay cinco o seis en la ciudad) donde no me los topara. Mariana siempre me preguntaba si ya tenía novia y yo le respondía lo mismo, que no. Ella se reía y me decía que nunca iba a conseguir novia porque yo era un hombre horrible que no creía en el amor. Yo también me reía y le decía que me ayudara a ponerle remedio a mi situación dejándome salir con su hermanita menor que era su réplica sólo que en un envase sellado con una etiqueta que decía “menor de edad”.

-Primero te mato –me decía muy seria-. Me oíste, te mato.

Darío se reía y me decía que no me preocupara, que él me daría el número de celular de su cuñadita y Mariana lo miraba muy seria y terminaba también amenizándolo de muerte.

Los sábados en la noche, en la disco, cuando me aburría de ver los mismos rostros ocupando las mismas mesas, fingiendo ser todos unos ganadores, como un oasis en mitad del desierto, me refrescaba observando a Mariana y a Darío, cada quien con sus amigos, tomando y bailando, y cuando ponían una música norteña atravesaban la pista de baile de punta a punta, se encontraban en el centro, en mitad de la gente que bailaba, se tomaban de las manos y las caderas y sin decirse palabra alguna sabían que lo suyo era lo más cercano a lo que los poetas llaman amor.

Una noche ocurrió lo inevitable.

-Tenga –me dijo la sirvienta entregándome un sobre blanco envuelto en celofán transparente-, se lo trajo una muchacha bien bonita.


4


Vicky es la hermana mayor que nunca tuve. Mi confidente. Conoce todos mis secretos y por ende todas mis debilidades. La amo como amo pocas cosas en la vida. De jóvenes casi nunca nos veíamos porque su papá era marino y siempre tenía que mudarse a puertos exóticos e insospechados. Su mamá es la mejor amiga de mamá y por añadidura es como si fuera mi madre. Vicky también tiene un hermano menor que es de mi misma edad, tiene mi mismo nombre y durante toda la vida fuimos más que hermanos gemelos, inseparables incluso en la distancia, sin embargo, hace cosa de dos años que no nos dirigimos la palabra por una insignificancia que no vale la pena mencionar pero que, no obstante, enfrió mi relación con toda esa familia que tanto me quiere, incluso como si fuera uno de los suyos, a tal grado que tiempo atrás me mantuvieron, cuidaron y hospedaron en una maravillosa casa con playa privada frente al mar por una larga temporada cuando decidí renunciar a mi trabajo de oficina para dedicarme de tiempo completo a escribir una novela que jamás logré terminar por falta de talento.

Mamá, con ese carácter infatigable que posee y procura explotar, me ha llamado todos los días durante un mes entero preguntándome si voy a ir al bautizo de la hija de Vicky. Le digo que tengo que revisar mi agenda. Mamá me dice que no sabía que yo tenía una agenda. Le digo que sí, que tengo mucho trabajo últimamente. Mamá me dice que haga espació en mi agenda porque todos esperan que yo vaya al bautizo. Le digo a mamá que tal vez se me complique ir al bautizo, que un escritor fracasado y no publicado como yo no puede darse el lujo de costearse un viaje a Cancún que incluye pasaje, hotel y todos los gastos que conlleva visitar la pequeña Gomorra del Caribe. Mamá me dice que mi hermano viajará en su camioneta, que no tengo que pagar boletos de camión excepto mis pasajes de Campeche a Mérida y de vuelta. Le digo a Mamá que no tengo dónde hospedarme. Mamá me dice que no sea tonto, que mis tíos, los papás de Vicky me han hecho un espacio (como siempre) en el cuarto de Rodrigo. Se hace un silencio oscuro, prolongado. Le digo a mamá que tengo que pensarlo, pues debo terminar mi novela. Se hace otro silencio, interminable. Para mi sorpresa mamá lo rompe diciendo que me deje de pendejadas, que llevo años escribiendo una novela que nunca finalizaré (pero que no por ello deja de no quererme y de creer que tengo un talento insospechado, muy a pesar de que nunca me lea). Se instala otro silencio. Mamá lo vuelve a interrumpir diciendo que empaque mis cosas, que me espera en Mérida y que no parte rumbo a Cancún si no es conmigo a su lado. Otro silencio más, el último.

-Interpreto tu silencio como un sí –dice mamá y sin esperar respuesta corta la llamada.

Un sacerdote vierte agua sobre los ralos cabellos dorados de una primorosa bebé de ojos verdes (o quizás azules) que llora justo cuando el señor de la túnica dice que la ha exorcizado del demonio.

Desde las primeras sillas de la Iglesia no puedo reprimir una risotada al dudar que una criatura tan dócil e indefensa pueda albergar algún tipo de criatura del Infierno en su interior. Algunas señoras con cara de buitre me miran reprobatoriamente. Nadie se ha sorprendido de verme. Menos Vicky. Dan por un hecho que era mi obligación estar allí (incluidas mis blasfemias). Y tienen razón.


48 comentarios:

Estoy en el rincón, de una cantina. dijo...

Creo que tienes toda la razón: ¡Maldita la hora que alguien definio el ser adulto!...aunque la duda persiste ¿Qué es ser adulto? Sería un detallazo de tu parte compartieras más ampliamente tu opinión en ése aspecto, ¿no?

Como siempre muy bueno
Un gran saludo y...no dejes de avisar si algún día acaba la novela.

Rodrigo Solís dijo...

V.Corona: debo reconocer con tristeza que ignoro el significado exacto de esa palabra. Aunque sospecho que es cuando te sientas con tus amigos a preguntarles cuánto pagaron de gas, luz y agua.

Anónimo dijo...

Dos cosas don Rodrigo:

¿Y la cita con la que siempre abres?

No es que piense que es lo mejor que escribes, pero al abris tu blog supe que algo faltaba...

La segunda, le mejor de llegar a verte como adulto y aprender su modos y maneras, es que puedes integrarte a su entorno, ganarte su confianza, hacer que te compartan de sus ganancias monetarias y regresar al entorno al que perteneces y compartir las monedas con otros niños (en cuerpos de adulto también) dispuestos a despilfarrar lo que ellos también pudieron conseguir...

Rodrigo Solís dijo...

Toñito: buen punto.
P.D. La frase (yo sí lo creo) es lo único inteligente de mis escritos, y eso porque evidentemente no es mía.

Eduardo Huchin dijo...

Mi querida Nadia Villafuerte lo explicó muy bien en una frase: las mujeres no quieren matrimonios, quieren bodas.

Añadiría que muchas confunden una cosa con la otra. Por eso los melodramas terminan en bodas (si comenzaran en una boda serían quizás sólo tragedias).

Unknown dijo...

Rodrigo, me ofrezco de amiga, por lo menos no dejaría de hablarte porque faltaras a mi boda, primero me dejaría de hablar a mi misma si me llego a casar (antes de tener edad para que mi boda sea una excentricidad más)
Estimado juchín, tienes la boca llena de razón, sólo agregaría una cosa, no sólo la boda es importante, el anillo (con diamante incluido) está casi a la par.

Rodrigo Solís dijo...

Eduardo: ahora veo porque a Nadia siempre la becan en todos lados y a mi me ignoran como el perro que soy.

Indira: eso dijeron algunas de mis amigas, y ya ves las fatídicas consecuencias.

Anónimo dijo...

Los amigos solteros siempre son un poco más infantiles que los casados (y me incluyo) porque no conocemos de las obligaciones de la vida (hijos), creo que nada se compara con eso. Yo crié a mi hermano menor y sé un poco de esas obligaciones, pero obviamente no se comparA CON SER UNA MADRE O UN PADRE.
Ni modo, consuélate con que los solteros somos más libres :-)

Rodrigo Solís dijo...

Dhyana: tomaré en cuenta tus palabras. Un beso.

Anónimo dijo...

Coño pero aquien carajos le gustan las bodas!?

Rodrigo Solís dijo...

Mitsuo: por desgracia al 99% de las mujeres.

Anónimo dijo...

Comparto contigo.... como casi siempre que te leo
Leyendote me he descubierto Odiando tmb las bodas y si los bautizos y todos los pretextos de la Iglesia para ganar mas $$ del que ya tienen..
Casi siempre se repiten las mismas ecenas en cada boda a la que he ido. Y como dice atinadamente mi madre: ''Haces un gastazo en la fiesta y nuunca le das gusto a nadie, por una cosa u otra''

Pero tarde o temprano terminamos llendo a una de las bodas o bautizos o fiestecitas d esas... aunque sea para gorrer algo la comida o el vino jajajajaja que mal me vi ! ja vaaaa

SAludos mi querido rodrigo

Rodrigo Solís dijo...

Cinthya: tu madre es una mujer sabia. Un beso grande.

Anónimo dijo...

que paso hermano

el sabado fui al cine a ver una pelicula que me imegine que es tu vida, se llama marley y yo te la recomiendo.

Rodrigo Solís dijo...

Eduardo V: gracias por la recomendación, estaré pendiente de la peli. Un abrazo. Solo espero que el protagonista sea un buenazo.

Anónimo dijo...

Que onda Rodrigo!!! Acabo de leer el artículo y me gusto bastante, lo que si me hubieras puesto un nombre mas glamurosoooooo y rimbombante!! También quería comentar que en la parte que dices que soy como tu hermana mayor, hubieras puesto no TAN MAYORRRRR JAJAJAJA!! Y quiero decirte que eres igualmente correspondido en cuanto a la parte que dices:
La amo como amo pocas cosas en la vida
ESPERO QUE SEA YO DE QUIEN ESCRIBESSS!! alta que me contestes y esta locaaaaa.

Un beso grande

Rodrigo Solís dijo...

V: estás loca, pero eso no quita que seas una de las protagonistas de la historia. Vicky es un bonito nombre. Ve la última película de Woody Allen y ya verás. Besos (dale uno grande a mi sobrina).

Anónimo dijo...

Hola, queridisisisisísimo Rodrigo, veo que compartimos la misma repulsión por las bodas y los bautizos, jeje, lo cual me hace muy feliz porque son pocas las personas que comparten esa repulsión y todavía menos las que la aceptan abiertamente. Si eres hombre y presumes de ella, te consideran un hombre horrible, y si eres mujer te dicen "ay, no! ya verás que un día estarás feliz vestida de blanco como enorme merengue!" Me da gusto encontrar gente tan horrible como yo, jeje, te mando abrazos gigantes,

Rodrigo Solís dijo...

Elisa: siendo así la cosa, tú y yo tendremos que casarnos en la Basílica de Guadalupe. Tu vestida de blanco y yo como de Frankenstein.

Anónimo dijo...

Jajajajaja inche Rodrigo, me encanta leer tus escritos.
Puedo tener un día gris o estar medio depre ya sabes, por aquello de las malditas hormonas, pero el recibir uno de tus escritos me hace reír y estoy frente al monitor riendo y de repente me sale una carcajada y trato de disimular que no fue una risa sino un ruido XXX, dirán mis compañeros de la ofis, “ésta vieja está loca”, pero es imposible no reír ante tantas pendejada que escribes.
Te mando besitos!! Lu.

Rodrigo Solís dijo...

Lu: me alegra ser ese tenebroso rayo de luz que ilumina tus tardes grises llenas de hormonas enloquecidas que te hacen fingir gritos XXX.

Anónimo dijo...

Realemente tienes toda la razón.
Lo mismo me ha sucedido con mis amigas, nunca he asistido a sus bodas ni peinso hacerlo.
Pienso que es una maldad que al abrir la invitación pusieran (UNA PERSONA), ¿Cómo creen que uno asista solo a un evento que es precisamente la fundación de una nueva familia? y como dices sentarte a convivir con desconocidos eso es una maldad muy grande de parte de ellas, y todo esto porque??? pues porque soy soltera y nunca he tenido novio, pero pues tengo papá y mamá que me acompañen pero no!!!.
En fin nunca me prestare a participar de esas farzas o carnavales.
Una vez hace muchos años aistí a una y sólo se oian este tipo de comentarios: Yo me acoste con en ella, será vigen?, él es gay, ese cabron lo tiene chico, o mil comentarios de mal gusto, pero ellos se lo buscan porque para que invitan a un monton de gente que ni los aprecia y que muchas veces los conocen a un evento tan íntimo y privado.
Te mando un beso y espero estes muy bien.

Rodrigo Solís dijo...

Mariana: la próxima boda a la que sea invitado prometo llevarte a ti de pareja para así poder criticar a todo el mundo en venganza por todo el daño irreparable que nos han hecho.

Anónimo dijo...

Excelente escrito sobre lo que muchos pensamos de los protocolos sociales, que sin duda odiamos, pero que por cuestiones familiares debemos de cumplir sin chistar.

Un saludo.

Rodrigo Solís dijo...

Juan Manuel H: muchas gracias. Un fuerte abrazo.

Anónimo dijo...

Creo, mi querido Rodrigo, que allí, entre los legajos de la Pildorita, late otra novela. La segunda. Diario-novela, novela testimonial, de generación, no sé. Un híbrido, pero allí está. Me parece escucharla decir, entre montones de brazos y rostros y voces: ey, cht, tú, mira acá abajo.
Búsquele.

M

Rodrigo Solís dijo...

Mi querido Jorge, en eso ando, intentando terminar la novela que te prometí, y armar otra con los retazos de ese blog que tantas angustias le causa a mi pobre madre.
Un abrazo grande. Pronto espero mandarte la novela.

Anónimo dijo...

jeje, y como la Basílica ya está más inclinada que la casa del tío chueco, la boda parecerá una escena del Gabinete del Doctor Caligari o del Cadáver de la Novia, me gusta la idea! cuídate mucho, un abrazo gigante,

Anónimo dijo...

jajajajajajajajajajajajajajaj
No quedará nadie a salvo!
jajajajajajajajajajajaj


:)

Anónimo dijo...

Uno es adulto cuando deja de divertirse, decía mi abuela. pero no nos resta las mil responsabilidades, hasta a mí (adulta joven) me alcanzan.
Por cierto, mejor no te invito a mi boda, si es que algún día me caso, porque no me gusta que me dejen plantada.
Sigue escribiendo! Saludos

Rodrigo Solís dijo...

Laura: sí, es un golpe duro para la mujer vestida de blanco cuando no llega el novio.

Eduardo Huchin dijo...

Difiero con Dhyana: ¿qué es más responsable, protegerse con un condón o embarazar a tu novia?, ¿qué es más responsable: no abrumar a tus padres con una criatura más para que cuiden -ya te cuidaron a ti, ya déjalos descansar- o concebir un hijo pues total ellos tienen mucho tiempo libre? ¿Qué es más responsable: elegir una vida, o seguir la biografía que otros han trazado para ti: el noviazgo, el matrimonio, los hijos, siempre en ese orden, aunque se pueden esconder las variantes?

Me agrada ver que los solteros son infantiles, por lo menos tuvieron la delicadeza de no convertirse en unos padres que, pese a los hijos, no dejaron de ser infantiles. ¿Pero y los que no tuvieron esa delicadeza?

Rodrigo Solís dijo...

Eduardo: amén. Bien dicho. En cuánto a tu última pregunta, mi respuesta es la siguiente: reventándonos las bolas, es decir, haciéndonos creer que son superiores a nosotros los solteros porque tienen platicas de cuánto pagan de gas, luz, etcétera.

Anónimo dijo...

Vaya que tienes talento para la narrativa corta. Como siempre me gustò mucho lo de tus compromisos, aunque en eso me ha sucedido algo parecido porque he dejado de asistir a bodas, quince años, bautizos y similares. TE felicito con un abrazo de tu amigo

Rodrigo Solís dijo...

Luigi: gracias querido amigo, un fuerte abrazo.

Anónimo dijo...

Es valido acceder a algunas situaciones por amor o cariño, lo que no se vale es obligar a una persona ha hacer algo que no quiere.

Me parece infantil que alguien se enoje porque no asistas a su boda, tal vez porque considero que las bodas son un requisito establecido por la sociedad...

Y coincido con Eduardo Huchin, existen padres que son mucho mas inmaduros que los que son solteras, y respecto a eso me parece muy acertado defender la soltería, saber lo que realmente se quiere en la vida evitaria muchos divorcios e hijos afectados...

mi humilde opinion,:D
Saludos

Rodrigo Solís dijo...

Karol: humilde pero llena de razón.

Anónimo dijo...

hola sabes no tengoel gusto de conocerte sinembargo te leo siempre y me gusta como pienasas , sabes acabo de descubrir que en mi trabajo me estan hechando una tirria que bueno.......... lo cual me hace sentir importante por q si fuera una pendeja cualquiera no c tomarian la molestia de hablar de mi , sinembargo tengo miedo q esto me afecte laboralmente como ves???

por q es asi la gente homre......

jejeje
consejo please

Rodrigo Solís dijo...

Analila: ¿qué es tirria? Bueno, signifique lo que signifique, investiga pasajes vergonzosos de tus enemigos y extorsiónalos o en su defecto ventílalos en un blog.

Bárbara dijo...

¡Uy! Rodro, pues déjame decirte que a mi me encantan y me fascinan las bodas, adoro los vestidos de novia y todo el show que implica una.

Desde que era niña, mi abuela (con marcada educación machista) me tatuó en la cabeza, “el día que te cases, tiene que salir de tu casa vestida de blanco”... Así que para mí, el anillo, el vestido y toda la parafernalia, era algo que tenía que pasar inevitablemente...

Pero la vida te pone donde tienes que estar y heme aquí con tres años de casada, sin embargo, no hubo anillo de compromiso, ni vestido blanco, ni iglesia, ni madrinas, ni fiesta, ni nada. Me casé yo solita, a 12 mil kilómetros de mi casa, sin amigos, ni parientes, (ni mi mamá pudo estar presente) en un registro civil de Buenos Aires y soy la más feliz.

Beso!

Rodrigo Solís dijo...

Bárbara: tremenda historia de amor. Dile a Javi que es un hombre afortunado (aunque sospecho que ya lo sabe).

Anónimo dijo...

me gusto la forma tan poco convencional como narraste lo que piensas acerca de las bodas y casi me identifique un poco porque yo tambien no soy tan afecto,,aunque las tolero pero a la vez me dan melancolia porque se que la amistad ya nunca vuelve a aser la misma..y mas si vemos de frente a un tipo x"s que se casa con una de tus mejores amigas y sientes que ambos se ven como la bella y la bestia(bueno exagere un poco, pero algo asi creo que va la cosa), .Pero en fin, al fin y al cabo cada quien es dueño de su bueno o mal destino que elige regalarse y labrarse.Uno matiza los colores de su vida a como piensa que deberia de ser, que no es otra cosa que el libre albedrio y termina haciendo su vida un cuadro de felicidad o de mal gusto segun sea el caso.
Me gusto tu narrativa y te felicito porque como diria Paulo coello, te decidiste a vivir tu leyenda personal, (tal vez'?) escribiendo un libro o es que te estas volviendo escritor?, de cualquier forma, cambiar lo que no nos gusta y hacer lo que si, siempre con miras a ser felices . me parece necesario y se necesitan mentes audaces.
bueno ,, me despido mandandote un saludo.,,.y gracias por compartir esos pensamientos tan reflexivos...
cuidate y hasta la proxima..

Rodrigo Solís dijo...

William: muchas gracias por tus palabras de aliento. Un fuerte abrazo.

EL QUE ME CONOCE, SABE MI NOMBRE dijo...

eTcelente!, uno de los mejores relatos que has escrito, quizas sobre esa linea esta ese talento en que con tanto afan tu mama cree.

Rodrigo Solís dijo...

El que me conoce, sabe mi nombre: gracias por el comentario. Te mando un fuerte abrazo.

Media 3d2 (DF) dijo...

Publicado en:

http://media.3d2.com.mx/files/1232508389312877200.pdf

Infomelilla (España) dijo...

Publicado en:

http://www.infomelilla.com/noticias/index.php?accion=3&id=11931

La Jornada (Nicaragua) dijo...

Publicado en:

http://www.lajornadanet.com/diario/opinion/2009/enero/21.html