“No le temo a la muerte, sólo que no me gustaría estar allí cuando suceda.”
- Woody Allen
1
Mi amigo Juanito me ha dicho, delante de una renombrada y muy talentosa escritora chiapaneca, que yo seré como Roberto Bolaño. “Guardando las abismales diferencias”, rectifica su aventurado comentario, dándome una cariñosa palmada en la espalda. Asegura (para mi sorpresa) que voy a morir joven. En sus ojos hay una mezcla de certidumbre y tristeza. Juanito es, además de un maravilloso escritor, un caricaturista en cuyos monos realiza asombrosas predicciones. Por eso, al mirar sus ojillos proféticos, palidezco. Luego, Juanito le dice a la escritora laureada que a mí me han negado todas las becas y premios literarios donde he concursado.
More...-Igualito que a Bolaño –dice.
Lo que a continuación ocurre me alarma de sobremanera. Juanito cuenta que en la misma mesa donde ahora nos estamos emborrachando se junta el círculo de intelectuales campechanos, es decir, profesores de literatura de la Universidad Autónoma de Campeche que cada semana con ojo critico y objetivo analizan el trabajo de los nuevos escritores locales.
-De ese fulano no hay nada que decir –me dice Juanito imitando la voz de una profesora que evidentemente odia-. Ese ni siquiera es escritor, es un vil y repugnante licenciado… y se nota.
Todos reímos (yo finjo reír muy bien), sobretodo cuando Juanito dice que no debo preocuparme por los comentarios de esas arpías, porque ya veré, con mis propios ojos (lo cual no deja de tener su gracia siendo yo ateo) cómo les cierro el pico a mis detractores cuando me muera y la critica internacional reconozca mi trabajo literario como al bueno y bien occiso de Bolaño.
2
Soy hipocondríaco, estoy seguro, por eso evito leer en las revistas o escuchar en programas de televisión o enterarme por amigos médicos los síntomas de cualquier enfermedad, de lo contrario, ahora mismo estaría derramando sangre por las orejas y los ojos o cagando por la boca o devorándome las extremidades o, lo más probable, listo para causarle un trama irreversible a mi primo cuando abra la puerta de su habitación y me encuentre tieso, frío y pudriéndome lentamente sobre el piso.
También soy ateo, algo que lejos de enorgullecerme me asusta bastante, o mejor dicho, la muerte es la que me asusta bastante, no lo niego. Para nada me hago al gallito luego tomar dos cervezas y sacó el pecho y digo: “La muerte me la pela”, como ciertos amigos católicos, apostólicos y campechanos que se juegan la vida en las proezas más insospechadas, como conducir a 120 km/hr en las curvas de las calles de la Escénica con los ojos cerrados o caminar al borde de las azoteas cual malabaristas erráticos o subirse a los juegos mecánicos oxidados de las ferias ganaderas que montan de un día para otro los gitanos.
Sé que al llegar la muerte no hay nada después. Solo oscuridad total. Estoy convencido de ello. Creencia que le causa profundo dolor a mamá y a las cacatúas de sus amigas que me miran con lástima (excepto mamá, mamá me mira con terror) porque dicen que después de la muerte nos espera el Cielo donde nos reencontraremos con todos nuestros seres queridos que han fallecido. Curiosamente todas esas plumíferas señoras describen un Cielo muy diferente las unas de las otras, lo cual me lleva a pensar que, al morir, no se reencontraran nunca para chismorrear a la hora del café celestial.
Como tengo la certeza absoluta de que nada más poseo una vida, intento aferrarme a ella lo más posible. O mejor dicho, más que aferrarme intento disfrutarla. Por eso duermo en vez de trabajar. Que trabaje la gente que cree en Dios, su premio será el Cielo. Ese lugar donde podrán descansar el día entero sobre camas King Size fabricadas de nubes.
3
Hubo un tiempo en que creía en el Cielo. Fervorosa y piadosamente. La única meta en mi vida era el Cielo. Tenía seis o siete años. Iba al Instituto Cumbres. De lunes a viernes, sin excepción, no por nada mamá guarda muy orgullosa en una cajita de madera todas mis medallas de asiduidad. Asistía bien uniformado. Peinadito y oloroso. Los Legionarios de Cristo me dijeron que la vida era un constante sufrimiento, que había que sufrir mucho en la vida para poder ganarse el Cielo. “Solo los pobres y los mártires entran al Cielo”, decían. Yo les creía ciegamente a pesar de que ellos no parecían sufrir mucho: vivían en mansiones, conducían carros de lujo y a la hora de las comidas se daban banquetes dignos de un rey.
En aquellos días de infancia lo que más me sorprendía es que existieran los adultos. Yo no quería llegar a ser un adulto, ni loco, lo que quería era morirme lo antes posible para ir a ese lugar llamado Cielo del que tanto hablaban todos los días las Misses y los Padres, un sitio donde uno podría jugar y divertirse eternamente sin ser molestado.
-Nos vemos pronto, mamita linda –le grité a mamá-. Cuando te mueras, búscame.
Al borde del desmayo mamá me vio parado en la cornisa de la azotea de la casa. Yo no era un niño pobre, papá era un señor con una generosa fortuna, sin embargo, mártir sí que lo era. No había duda. Todos los días mi hermano mayor me hacía la vida imposible. Me daba palizas con sus puños de acero. Abría mis juguetes en Navidad. Se burlaba de mí a todo momento. Decía que era un tonto. Se comía mis dulces. Me humillaba frente a mis amigos. Si le ganaba jugando Nintendo me daba coscorrones. Si otro niño del vecindario me buscaba pleito él salía, gallardo, a defenderme, lo cual demostraba que en el fondo mi hermano me quería, pero me quería para él solito porque nada más entrar a casa las palizas continuaban. Estaba claro que era yo un mártir, y de los más sufridos. Tenía el Cielo más que merecido. San Pedro me recibiría con los brazos bien abiertos.
-¡Espera, no te tires! –gritó alarmada mamá.
-¿Por qué?, quiero irme con Diosito y con los angelitos –dije férreo en mis convicciones.
Cerré los ojos y doblé mis rodillitas como lo hacía en el trampolín de tres metros del club Bancarios ante de arrojarme a la piscina.
-Duele horrible morirse –dijo mamá, conocedora de mi cobardía.
Abrí los ojos. Nadie me dijo que morir dolía. O tal vez sí. Recordé las clases de catecismo. La Miss Mimi nos dijo que Jesús, el hijo único de Diosito había sido humillado y machado a latigazos y luego crucificado para poder ganarse el Cielo, relato que me generó las más terribles pesadillas durante un mes entero.
-¿Duele mucho? –pregunté ya no tan convencido de querer irme al Cielo.
-Muchísimo –respondió mamá.
-¿Más que cuando clavaron a Jesusito en la cruz?
-Horrible, muchísimo más.
-¿Segura?
-Segurísima. Igual y ni te mueres con la caída y sólo te rompes todos los huesos y nunca más vuelves a jugar fútbol.
Al día siguiente las palizas de mi hermano no me resultaron tan dolorosas.
4
Papá siempre dijo que solo los pendejos se mueren. “Solo los pendejos se mueren”, decía, con magnificencia, descaro y con un airecillo de semidios del Olimpo. Mamá, aterrada, porque siempre le ha aterrado el tema de la muerte, le decía a su esposo que dejara de decir esas cosas, que todos nos íbamos a morir tarde o temprano, pendejos y no pendejos. Papá me miraba de reojo y se reía. Le gustaba asustar a mamá. Por eso él decía que su máximo sueño en la vida era comprar una avioneta y manejarla él solito hasta el Gran Cañón del Colorado y estrellarse contra una de sus montañas de roca.
-Deja de decir sandeces –le reprimía mamá.
Sin embargo, papá lo decía serio. Nada de mirarme de reojo y de sonreírme cómplice. “Nunca te cases”, me decía. “El peor error de mi vida fue casarme”. Este último comentario lo hacía, por lo general, delante de mamá, lo cual me parecía una crueldad terrible.
-Gracias, ha sido un placer arruinarte la vida –decía mamá sin mostrar ni una sola emoción y luego se iba a la cocina a preparar la deliciosa comida de todas las tardes.
Papá no era ni un pendejo pero igual se murió. No lo hizo a lo grande como en sus sueños, es decir, estrellando una avioneta en el Gran Cañón del Colorado (nunca supe porqué eligió el Gran Cañón como sepultura en sus mortuorias fantasías) pero al menos se tomó la molestia de hacerlo delante de su esposa y dos de sus tres hijos.
Un derrame cerebral lo asaltó en mitad de un partido de softball. Cuando lo vi acercarse a la banca balbuceando palabras ininteligibles supe que era todo. Papá padecía presión alta y el médico le dijo que tenía que dejar el alcohol y comer balanceado, o sea, estar muerto en vida para seguir viviendo. Papá siguió bebiendo como cosaco y comiendo como cerdo. “Antes muerto que dejar de tomar”, decía temerariamente. Mamá decía que papá era un alcohólico. Yo nunca creí que lo fuera, o quizás sí, sólo cuando llegaba mamadísimo a casa diciendo incoherencias.
Tengo la sospecha que uno sabe cuando está cerca su muerte, y papá lo sabía. Escupía sangre, cagaba sangre y siempre tenía el rostro colorado como un tomate. Cada que destapaba una lata de cerveza, el rostro feliz, se convertía en un kamikaze abordo de una avioneta rumbo a el Gran Cañón del Colorado.
5
Esta mañana, crudísimo, luego de celebrar por tercera vez mi cumpleaños 29, fui al baño muy temprano. Vomité. El agua del bacín estaba teñida de rojo.
Espero que antes de morir, en compañía de mis hermanos, logremos robar las cenizas de papá que están encerradas bajo llave en la cripta de una Iglesia cuyo sacerdote dijo que el alma de papá habita en el purgatorio porque no fue un hombre suficientemente bueno para ganarse el Cielo, y reguemos sus polvorientos restos, si no en el Gran Cañón del Colorado, al menos a la orilla del mar de Progreso donde papá era un hombre feliz en las temporadas de verano.
Mi amigo Juanito me ha dicho, delante de una renombrada y muy talentosa escritora chiapaneca, que yo seré como Roberto Bolaño. “Guardando las abismales diferencias”, rectifica su aventurado comentario, dándome una cariñosa palmada en la espalda. Asegura (para mi sorpresa) que voy a morir joven. En sus ojos hay una mezcla de certidumbre y tristeza. Juanito es, además de un maravilloso escritor, un caricaturista en cuyos monos realiza asombrosas predicciones. Por eso, al mirar sus ojillos proféticos, palidezco. Luego, Juanito le dice a la escritora laureada que a mí me han negado todas las becas y premios literarios donde he concursado.
More...-Igualito que a Bolaño –dice.
Lo que a continuación ocurre me alarma de sobremanera. Juanito cuenta que en la misma mesa donde ahora nos estamos emborrachando se junta el círculo de intelectuales campechanos, es decir, profesores de literatura de la Universidad Autónoma de Campeche que cada semana con ojo critico y objetivo analizan el trabajo de los nuevos escritores locales.
-De ese fulano no hay nada que decir –me dice Juanito imitando la voz de una profesora que evidentemente odia-. Ese ni siquiera es escritor, es un vil y repugnante licenciado… y se nota.
Todos reímos (yo finjo reír muy bien), sobretodo cuando Juanito dice que no debo preocuparme por los comentarios de esas arpías, porque ya veré, con mis propios ojos (lo cual no deja de tener su gracia siendo yo ateo) cómo les cierro el pico a mis detractores cuando me muera y la critica internacional reconozca mi trabajo literario como al bueno y bien occiso de Bolaño.
2
Soy hipocondríaco, estoy seguro, por eso evito leer en las revistas o escuchar en programas de televisión o enterarme por amigos médicos los síntomas de cualquier enfermedad, de lo contrario, ahora mismo estaría derramando sangre por las orejas y los ojos o cagando por la boca o devorándome las extremidades o, lo más probable, listo para causarle un trama irreversible a mi primo cuando abra la puerta de su habitación y me encuentre tieso, frío y pudriéndome lentamente sobre el piso.
También soy ateo, algo que lejos de enorgullecerme me asusta bastante, o mejor dicho, la muerte es la que me asusta bastante, no lo niego. Para nada me hago al gallito luego tomar dos cervezas y sacó el pecho y digo: “La muerte me la pela”, como ciertos amigos católicos, apostólicos y campechanos que se juegan la vida en las proezas más insospechadas, como conducir a 120 km/hr en las curvas de las calles de la Escénica con los ojos cerrados o caminar al borde de las azoteas cual malabaristas erráticos o subirse a los juegos mecánicos oxidados de las ferias ganaderas que montan de un día para otro los gitanos.
Sé que al llegar la muerte no hay nada después. Solo oscuridad total. Estoy convencido de ello. Creencia que le causa profundo dolor a mamá y a las cacatúas de sus amigas que me miran con lástima (excepto mamá, mamá me mira con terror) porque dicen que después de la muerte nos espera el Cielo donde nos reencontraremos con todos nuestros seres queridos que han fallecido. Curiosamente todas esas plumíferas señoras describen un Cielo muy diferente las unas de las otras, lo cual me lleva a pensar que, al morir, no se reencontraran nunca para chismorrear a la hora del café celestial.
Como tengo la certeza absoluta de que nada más poseo una vida, intento aferrarme a ella lo más posible. O mejor dicho, más que aferrarme intento disfrutarla. Por eso duermo en vez de trabajar. Que trabaje la gente que cree en Dios, su premio será el Cielo. Ese lugar donde podrán descansar el día entero sobre camas King Size fabricadas de nubes.
3
Hubo un tiempo en que creía en el Cielo. Fervorosa y piadosamente. La única meta en mi vida era el Cielo. Tenía seis o siete años. Iba al Instituto Cumbres. De lunes a viernes, sin excepción, no por nada mamá guarda muy orgullosa en una cajita de madera todas mis medallas de asiduidad. Asistía bien uniformado. Peinadito y oloroso. Los Legionarios de Cristo me dijeron que la vida era un constante sufrimiento, que había que sufrir mucho en la vida para poder ganarse el Cielo. “Solo los pobres y los mártires entran al Cielo”, decían. Yo les creía ciegamente a pesar de que ellos no parecían sufrir mucho: vivían en mansiones, conducían carros de lujo y a la hora de las comidas se daban banquetes dignos de un rey.
En aquellos días de infancia lo que más me sorprendía es que existieran los adultos. Yo no quería llegar a ser un adulto, ni loco, lo que quería era morirme lo antes posible para ir a ese lugar llamado Cielo del que tanto hablaban todos los días las Misses y los Padres, un sitio donde uno podría jugar y divertirse eternamente sin ser molestado.
-Nos vemos pronto, mamita linda –le grité a mamá-. Cuando te mueras, búscame.
Al borde del desmayo mamá me vio parado en la cornisa de la azotea de la casa. Yo no era un niño pobre, papá era un señor con una generosa fortuna, sin embargo, mártir sí que lo era. No había duda. Todos los días mi hermano mayor me hacía la vida imposible. Me daba palizas con sus puños de acero. Abría mis juguetes en Navidad. Se burlaba de mí a todo momento. Decía que era un tonto. Se comía mis dulces. Me humillaba frente a mis amigos. Si le ganaba jugando Nintendo me daba coscorrones. Si otro niño del vecindario me buscaba pleito él salía, gallardo, a defenderme, lo cual demostraba que en el fondo mi hermano me quería, pero me quería para él solito porque nada más entrar a casa las palizas continuaban. Estaba claro que era yo un mártir, y de los más sufridos. Tenía el Cielo más que merecido. San Pedro me recibiría con los brazos bien abiertos.
-¡Espera, no te tires! –gritó alarmada mamá.
-¿Por qué?, quiero irme con Diosito y con los angelitos –dije férreo en mis convicciones.
Cerré los ojos y doblé mis rodillitas como lo hacía en el trampolín de tres metros del club Bancarios ante de arrojarme a la piscina.
-Duele horrible morirse –dijo mamá, conocedora de mi cobardía.
Abrí los ojos. Nadie me dijo que morir dolía. O tal vez sí. Recordé las clases de catecismo. La Miss Mimi nos dijo que Jesús, el hijo único de Diosito había sido humillado y machado a latigazos y luego crucificado para poder ganarse el Cielo, relato que me generó las más terribles pesadillas durante un mes entero.
-¿Duele mucho? –pregunté ya no tan convencido de querer irme al Cielo.
-Muchísimo –respondió mamá.
-¿Más que cuando clavaron a Jesusito en la cruz?
-Horrible, muchísimo más.
-¿Segura?
-Segurísima. Igual y ni te mueres con la caída y sólo te rompes todos los huesos y nunca más vuelves a jugar fútbol.
Al día siguiente las palizas de mi hermano no me resultaron tan dolorosas.
4
Papá siempre dijo que solo los pendejos se mueren. “Solo los pendejos se mueren”, decía, con magnificencia, descaro y con un airecillo de semidios del Olimpo. Mamá, aterrada, porque siempre le ha aterrado el tema de la muerte, le decía a su esposo que dejara de decir esas cosas, que todos nos íbamos a morir tarde o temprano, pendejos y no pendejos. Papá me miraba de reojo y se reía. Le gustaba asustar a mamá. Por eso él decía que su máximo sueño en la vida era comprar una avioneta y manejarla él solito hasta el Gran Cañón del Colorado y estrellarse contra una de sus montañas de roca.
-Deja de decir sandeces –le reprimía mamá.
Sin embargo, papá lo decía serio. Nada de mirarme de reojo y de sonreírme cómplice. “Nunca te cases”, me decía. “El peor error de mi vida fue casarme”. Este último comentario lo hacía, por lo general, delante de mamá, lo cual me parecía una crueldad terrible.
-Gracias, ha sido un placer arruinarte la vida –decía mamá sin mostrar ni una sola emoción y luego se iba a la cocina a preparar la deliciosa comida de todas las tardes.
Papá no era ni un pendejo pero igual se murió. No lo hizo a lo grande como en sus sueños, es decir, estrellando una avioneta en el Gran Cañón del Colorado (nunca supe porqué eligió el Gran Cañón como sepultura en sus mortuorias fantasías) pero al menos se tomó la molestia de hacerlo delante de su esposa y dos de sus tres hijos.
Un derrame cerebral lo asaltó en mitad de un partido de softball. Cuando lo vi acercarse a la banca balbuceando palabras ininteligibles supe que era todo. Papá padecía presión alta y el médico le dijo que tenía que dejar el alcohol y comer balanceado, o sea, estar muerto en vida para seguir viviendo. Papá siguió bebiendo como cosaco y comiendo como cerdo. “Antes muerto que dejar de tomar”, decía temerariamente. Mamá decía que papá era un alcohólico. Yo nunca creí que lo fuera, o quizás sí, sólo cuando llegaba mamadísimo a casa diciendo incoherencias.
Tengo la sospecha que uno sabe cuando está cerca su muerte, y papá lo sabía. Escupía sangre, cagaba sangre y siempre tenía el rostro colorado como un tomate. Cada que destapaba una lata de cerveza, el rostro feliz, se convertía en un kamikaze abordo de una avioneta rumbo a el Gran Cañón del Colorado.
5
Esta mañana, crudísimo, luego de celebrar por tercera vez mi cumpleaños 29, fui al baño muy temprano. Vomité. El agua del bacín estaba teñida de rojo.
Espero que antes de morir, en compañía de mis hermanos, logremos robar las cenizas de papá que están encerradas bajo llave en la cripta de una Iglesia cuyo sacerdote dijo que el alma de papá habita en el purgatorio porque no fue un hombre suficientemente bueno para ganarse el Cielo, y reguemos sus polvorientos restos, si no en el Gran Cañón del Colorado, al menos a la orilla del mar de Progreso donde papá era un hombre feliz en las temporadas de verano.
65 comentarios:
Jaja, ¡sabía que lo harías!! Era un hecho tan irresistible, que bueno, hubiera sido un desperdicio no mencionar esa plática. Nos vemos al rato (me refiero al café, no al otro mundo).
Eduardo: jajaja, vale master, nos vemos en el café, esperemos que tú no te mueras pronto, sería una perdida irreparable para la literatura.
Valla Rodrígo. Cómo sabrás llevo un rato leyéndote (me refiero a un buen tiempo). Definitivamente has mejorado mucho. Lo último que te he leído ha sido excelente, y no porque los anteriores eran terribles, si no por tu notable mejoría. Sigue así.
Saludos.
Mussgo: gracias, y cuéntaselo a quien más confianza le tengas.
Un fuerte abrazo.
¡Carajo, querido Rodrigo, esta entrega está buenísima! Muy llegadora... claro, estoy suponiendo que las historias que cuentas -excepto lo de que vomitas sangre- son ciertas. Oye, pues ya junta tus mejores escritos y publica un libro, ¿no?
un abrazo con admiración,
Martín: mil gracias mi querido amigo. En esos menesteres estamos. Pero no olvides que la crítica especializada y literaria es quien decide qué autores publica, y, al parecer yo sólo soy un licenciado tontorrón.
Ay me encantó este escrito, la vdd es que sí llega, más si yo también le temo a la muerte más que alguna otra cosa.
Tengo un amigo que también escribía, de aquí de Aguascalientes. Se llama Rodrgio Salais y falleció a los 21 años, hablo en presente porque así es como lo siento... él variadas veces también escribió de la muerte.
Te muestro el link, a ver que te parece ;)
http://www.mexicokafkiano.com/jaws/index.php/blog/show/EL-VIAJERO-por-Hctor-Rodrigo-Salais-Madariaga.html
Saludos!!!
Sarahi: gracias por compartir. Una pena lo de tu amigo, y en comparación con él me siento un veterano y que le estoy robando oxigeno al mundo.
¡No es cierto! Los que publican son los que tienen más amigos o los que tocan más puertas. Actúa para lograr tu publicación, todo es cuestión de insistir... de veras valdría la pena.
un abrazo!
Martín: lo haré mi querido amigo. Aunque tenga que chupar unos cuantos huevos.
Gracias Rodirgo!!
Muy padre tu pildorita que me mandaste!!
Te envío un salud…o!!!!
H: Muchas gracias mi querido amigo.
Gracias Rodrigo por compartir este ameno articulo que me hizo reir tanto..
Cordiales saludos,
Aileen: a ti, por escribir de vuelta. Un abrazo grande.
hello señor escritor.... ¿Cómo has estado?, pues no se si sepas pero siempre leo tus articulos, me sirven para tomarme uno de los multiples "breaks" de 5 minutos que me tomo a lo largo de mi jornada laboral de 8 horas ( realmente son menos porque llego tarde, me voy temprano y uso mas de 1.5 hrs de comida, pero shhhhhh no le digas a nadie), el punto es... ¿como te sientes?
Dany: de maravilla. Lectoras como tú me hacen querer vivir mil años. Mi forma de atacar el capitalismo feroz es escribir paparruchadas y distraer a las altas ejecutivas como tú. Mil besos. Espero colaborar con mi granito de arena para que colapse la economía.
.Noooooooooo!
No puedes morir joven!
Antes debo leer esa obra que se rumora nunca terminaras! Jajaja
Saludos!
Pd. Quiero saber mas de Paulinaaaa!
Siari: jajaja, es Valentina, pero es lo de menos el nombre. No te preocupes, haré lo posible por no morir, y si muero dejaré en mi testamento que dos amigos míos escritores terminen la novela. Un beso grande.
Hola como estas? Muy bueno el escrito. Saludos
Felpe: hola, todo bien, sobreviviendo. Me alegra te haya gustado el escrito. Un abrazo.
No nos dejes, no todavia, vaya al doctor.
saludos
Amanda: no hay dinero para el doc, pero haré lo posible por vivir. Un beso.
muy bueno Rodrigo, y en este caso prefiero pensar que es ficticio lo que el escritor dice, porque a ti te falta mucho todavia por vivir.....
besos!
Pili: Dios te oiga, Pili.
eN MUY BUNE MOMENTO HA LLEGADO TU CORREO AMIGO INTERESANTE PUNTO DE VISTA, LO COMPARTO...
SIGUE MANDANDO. CUIDATE
Luisa: gracias, un abrazo.
Bien, Rodrigo. Su padre quería morir a lo grande, lo que deseamos todos ante el inevitable y común acto de morir. Usted y su hermano harían bien en echar a volar esas cenizas que han de bullir en la oscuridad del encierro. Luz y libertad... ¡¡qué belleza!!
Cuídese... cuídese mucho y no se preocupe tanto por las cacatúas. Le abrazo.
Manú: gracias por el apoyo, espero mi hermano y mi pequeña hermana sean mis cómplices en el robo de la cenizas.
Magnifico. Simplemente Magnifico. Asi, con mayuscula al principio. Te repito nuevamente que me gusta mucho recibir tu pildorita... Me gusta mucho tu estilo...
Y ahora a lo que me atañe, ¿estas bien? eso de vomitar sangre no me parecio muy bueno que digamos... Hazme saber porfavor... Se me han ido unos cuantos y me he enterado con mucho retraso...
Saludos y un abrazo, Licenciado.
Mario: gracias mi querido amigo. Tranquilo, lo de la sangre es algo normal en mí, igual y puede que sea por haber tomado vino tinto toda la noche. Un abrazo enorme.
Estimado Rodrigo:
Todos los problemas tienen solución excepto morirse, ya que en realidad morirse no es un problema...
Saludos
Ruben. Uno de tus lectores.
Ruben: desgraciadamente para mamá, eso de que me muera yo sí que es un problema, y bastante grande. Un abrazo.
¿Cómo estas?
¿Ya te sientes mejor?
La verdad es que nadie la tiene segura, tu tranquilo que NADIE MUERE LA VISPERA
jajajajajja
perdona las faltas de ortigrafía
:)
Mariana: a las mil maravillas, pero chitón, no le digas a nadie que igual y no me muero como todos esperan. Aunque quien sabe.
Rodro disculpa que no haya podido ir a tu cumple, te debo un trago. Te mando un abrazo y espero que te vaya muy bien en tu literatura. Sigo esperando un libro
Tu vecino y amigo
Raul SD
P.S. Yo no creo que te vayas joven
Raúl: no te preocupes, ya nos emborracharemos un día de estos. Palabra que pronto te daré un libro. Aunque no sea uno mío. Un abrazo.
Me gustó mucho tu cuento, aunque me aflojó un poco el sentimentalismo pero de eso se trata, que tenga un efecto en el lector. Sigue escribiendo así para que te publiquen antes del vómito rojo.
Un saludote.
Larga vida a usted.
muy bueno, vomitar sangre es lo de hoy, no te preocupes, ya quedaron atrás esos días de vomito de color crema o negro, ahora, lo mejor es un lindo color carmesí.
Buen escrito, y vaya que si hay muchos hipocondriácos, yo también lo soy,p ero por lo menos, nuestro matusalen Jm me ha vaticinado larga vida.
Rodro... ultimamente tus escritos han cambiado mucho.. es decir han mejorado.
Creo que tu lado emotivo ha salido a flote, en verdad tienes un talento enorme. Sigue así, y espero que cuando publiques tu primer libro me lo autografíes. Es una dicha enorme contar con tu amistad.
Un besote.
Laura: mil gracias, espero tenga larga vida. Un beso Lau.
Wil: cuando muere tú serás el encargado de escribir mi biografía. Espero seas un mentiroso como todos los biógrafos y digas que la tenía como un caballo.
Laurita: igualmente, un placer que seas mi amiga. Un beso grande.
No, no hay necesidad de chupar güevos; quizá sólo de aguantarse las ganas de guacarear, pero basta con hacer relaciones.
abrazo, y ojalá algún día nos conozcamos!
Martín: intentaré no guacarear. Un abrazo fuerte y ya nos veremos cuando vaya a los defederales.
Tu jefe tenia mucha razón, “solo se mueren los pendejos”, así que ve con un medico esa pinche gastritis o ulcera que ya has de traer.
Jeffry: no hay plata para la consulta. Moriré joven. Un abrazo.
QUE ONDA RODRO, A MI TAMPOCO ME GUSTA ESO DE LA MUERTE, CON TRABAJO TERMINE DE LEER TU ESCRITO, FRIKEO JEJE.
Buddy: no hay porque frekear, todos moriremos, antes o después.
HARÉ LA VERSIÓN EN HISTORIETA DE ESTA HISTORIA...AL ESTILO CRUMB.
Sería un honor Juanito.
.Siiii!
Me di cuenta al revisar mis correo favoritos, pero dije: con suertecita y no piensa que soy una bruta! Jajajaja
Gracias por contestar!
Saludos!
Siari: no preocupéis, el único tonto soy yo. Un beso.
Publicado en:
http://www.analitica.com/va/sociedad/articulos/6821720.asp
hola Rodrigo, tenía mucho sin saludarte, pero me siento bien cuando leo, lo que según yo son realmente pasajes de tu vida. Me siento como si fueras mi amigo y me estubieras contando algo nuevo. bay
Karla: gracias por tus palabras. Un beso grande.
jajaja ok cuento con eso pero prefiero tuyo
Saludos
RSD
hola RODRI
SINCERAMENTE T DIGO Q STO NO ME GUSTO PERO IGUAL LO LEI COMPLETITO
NO ME GUSTA Q NO T CUIDES....LA BEBIDA Y EL CIGARRO SON MALOS PARA TU SALUD TAMPOCO DEBES SER ATEO POR ALGO STAMOS EN ESTA VIDA Y DIOS NOS TIENE NUESTRO DESTINO ESPERANDO Q CUMPLAMOS A LO Q VENIMOS Y T DIGO Q SI YO TUVIERA LA MITAD DE LO Q TU TIENES...Q NO HARIA
VALORAT...VALORA TU VIDA...KIERET MUCHO APROVECHA LO Q DIOS T BRINDA
Y CUIDAT MIL
CON SINCERO CARIÑO Y RESPETO TU AMIGA REGIOMONTANA
TE MANDO UN BESO Y UN FUERT ABRAZO
Mine: gracias por preocuparte por mi salud. Prometo cuidarme. Un beso.
HOLA RODRIGO......... DIME.. Y NO TE INTERESARIA ESCRIBIR UN LIBRETO PARA TEATRO? HAY MUCHOS TEMAS INTERESANTES, ACTUALES Y NECESARIOS PARA NUESTRA CULTURA Y ENTENDIMIENTO... Y TAL VEZ DE ESA MANERA HACERSELOS LLEGAR A LAS NUEVAS GENERACIONES ?
SI NO TE INTERESA , NO HAY PROBLEMA...SIGUE ESCRIBIENDO COMO HASTA AHORA. TIENES MUCHO TALENTO Y LOS DISFRUTO !!! :O)
Rocio: respeto demasiado el teatro. Y sospecho que si escribo algo para teatro me van a crucificar, además de que dormiría a todo el auditorio. Gracias por leer. Un beso grande.
Jajajaja, esta muy bueno tu ensayo, mientras no tengas lana para el medico pero si para las borracheras, toma mucha agua entre el alcohol y pastillas TUMS.
PERFECTO!! JAJAJA. BUENO SI EN ALGUN MOMENTO ACTUO TE AVISO POR SI TE APETECE ASISTIR, ESPERO QUE NO TE
DUERMA MI ACTUACION , ME ENCANTA QUE SEAS RESPETUOSO DEL TEATRO YO A MI EDAD YA NO SOY RESPETUOSA DE NADA ME HE VUELTO MEDIA CINICA, POR ESO A VECES TENGO EL DESPARPAJO DE SUBIRME A UN ESCENARIO.. :o)
SALUDOS
Yo le perdí el miedo a la muerte, parecerá muy atrevido pero tengo leucemia, yo recomiendo que disfruten la vida al máximo, amen, coman, sean curiosos, respeten, sean libres, si creo en Dios, no como lo pintan las religiones, pero si por raciocinio todo en esta vida es tan complicado que me parece tan absurdo como mi enfermedad a los 23 años, decir que no hay una causa este distema tan complejo llamado vida.
Un saludo escritor, te deseo toda la suerte del mundo; te leeré hasta el último día.
Jeffry: enterado, tomaré nota.
Rocio: oko, avísame y con gusto voy a verte.
Anónimo: un honor que me leas. Espero me sigas leyendo por muchos años más, aunque tengo la sospecha de que leyéndome vas a desperdiciar valioso tiempo.
para mi abuelo su avioneta era su vida y asi murio o por lo menos eso se dice por que desaparecio.
jajaja ame tu intento de suicidio
Publicado en:
http://media.3d2.com.mx/files/1234597248339850167.pdf
Publicado en:
http://www.lajornadanet.com/diario/opinion/2009/febrero/11.html
Publicar un comentario