sábado, 4 de abril de 2009

El caso de la camioneta X-Trail


Con una ancha sonrisa dibujada en el rostro conduzco el auto de mamá con mamá a bordo, esa buena señora de tan digna estirpe y distinguido linaje que viste su regia figura con depuración hasta para salir a la esquina, y en esta ocasión para acompañarme a comprar un boleto de ADO en Plaza Fiesta.

More...A pesar del tráfico, la sonrisa permanece en mis labios. En pocas horas volveré a Campeche a tiempo para contemplar un atardecer más a las orillas del malecón sintiendo la brisa rozar mis mejillas, pienso, así que ni el avanzar a vuelta de rueda ni los grados centígrados que aumentan en el ambiente casi tan aprisa como el número de vehículos en la avenida cambiarán mi buen ánimo.

Calurosos e incontables minutos mas tarde logro ingresar al estacionamiento de la plaza, donde para mi desgracia descubro que no hay un sólo cajón de estacionamiento libre, lo que me obliga a tener que ir al lote trasero, un enorme solar que desde que tengo uso de razón es un terreno baldío con abundantes piedras y no menos polvo; sitio que también, desde que mi cerebro tiene la capacidad de recordar, siempre ha estado desierto, no así esta tarde en particular en la que el calentamiento global pareciera haber puesto su sede y el congestionamiento vehicular de la Capital una sucursal, ya que el inmundo sitio está totalmente abarrotado de vehículos. Mi sonrisa, lo admito, empieza a deformarse. O quizás a derretirse. Tranquilo, tranquilo, pienso, no hay que perder la calma.

Tras quince minutos de girar como animales de cerámica en un carrusel, nuestra paciencia rinde frutos: un Ford Fiesta prende las luces traseras en señal de que se dispone a abandonar su sitio. Recupero el buen ánimo, incluso sonrío. Enciendo las luces intermitentes del auto de mamá para avisar a la nutrida caravana que viene detrás de nosotros que el sitio será ocupado por unos servidores, a lo que los gentiles ciudadanos, bendita sea la Blanca Mérida, sitio de gente bondadosa y noble, responden de manera cívica, respetando nuestro buena fortuna y esperando pacientes a que el Ford abandone su lugar para que nosotros podamos ocuparlo.

Eso es lo bonito de mi ciudad natal: a pesar de su crecimiento sin control la gente no pierde la educación, pienso, y antes de poder comunicarle mi inteligente pensamiento a mamá, chirriando llantas a toda velocidad cual corredor de Formula Uno, una X-Trail del año, color azul celeste metálico, aparece de la nada en el sentido opuesto al nuestro, o sea, del lado donde recula el Ford con total parsimonia cual si el mundo nunca se fuese a acabar.

Mamá, señora de justo razonamiento (verdad de Dios que pocas veces la he visto salirse de sus cabales), al observar las negras intenciones de la camioneta se abalanza sobre el volante sin mi permiso y presiona el claxon unas cincuenta veces con la furia de un guerrillero iraquí que descarga su metralleta sobre los invasores americanos. Un espectáculo bastante bochornoso, lo admito, como también admito que nunca antes deseé con tanto fervor que el claxon del auto de mamá en realidad fuese un arma de fuego: ratatá, ratatá, ratatá, muere hija de perra o aprende a esperar tu turno.

Para mi asombro, mamá, toda una dama hasta el último poro, baja del auto e increpa con elegancia a la conductora de la camioneta (el Schumacher de la X-Trail resultó ser una señora de esas a las que basta darle una rápida escaneada para concluir que se trata de una damisela de la crema y nata de la sociedad yucateca), reconviniéndola e intentando hacerle notar que el lugar del que se acaba de adueñar impunemente estaba apartado por nosotros. Se abre un silencio, mismo que termina por hacerse eterno porque la muy recatada propietaria de la camioneta del año ignora a mamá dándole la espalda y alejándose con pasos danzarines de señora de alta sociedad. Ratatá, ratatá, ratatá. Ojalá los ojos de mamá fueran un par de metralletas.

Tras otra serie de insufribles minutos en búsqueda de un lugar logramos encontrar uno, claro está, a casi dos kilómetros de distancia de la plaza. Nuestro agotamiento es tal que, cuando nos vemos frente a la reluciente X-Trail que permanece aparcada a dos metros de la puerta de la plaza, lejos de la mirada del guardia de la puerta que está más pendiente de lo que ocurre en el interior de la plaza que en el estacionamiento, mamá, en otro inusual comportamiento en ella, dice:

-Dame las llaves, voy a rayarle la camioneta a esa hija de su madre.

Quedó pasmado. Estupefacto. Sorprendido. Mamá habla en serio. Conozco esa mirada, sus ojos inyectados de cólera son iguales a los que ponía con cinturón en mano cuando de pequeño mi hermano y yo la volvíamos loca con nuestras majaderías. Dudo en entregarle las llaves. Mamá no me quita la mirada de encima. La observo fuera de sus cabales y pienso que las ciudades, mientras más crecen, más intolerantes se vuelven: todos empezamos a volvernos unos extraños y a hacer lo que mejor nos salga del forro de los huevos o de los ovarios.

-Para colmo creo que conozco a la pinche vieja… –masculla entre dientes mamá aún con la firme convicción de rayar como una zanahoria la camioneta- De alguna mutualista o desayuno de la Cruz Roja. No estoy segura, o tal vez de alguna reunión de ex alumnas del Rogers.

-Mamá, tú nunca estudiaste en el Rogers –digo, pero mamá parece no haberme escuchado pues se ha encaminado a toda prisa al interior de la plaza, y al verla caminar, me alegro de que siga siendo una dama; una dama con gastritis, pero a fin de cuentas una dama, de las que esperan que Dios que todo lo puede castigue con su ojo justiciero y con mal rayo parta a todos los hijos (e hijas) de puta que impunemente pululan en el mundo.

Tres horas más tarde estoy de vuelta en Campeche. Recargo la espalda en el respaldo de concreto del malecón y veo morir el sol una vez más tras las tranquilas aguas del Golfo (finalmente acabaron las elecciones, así que al fin quitaron las barcazas con los horrendos rostros de los candidatos a diputados y senadores, que además de propaganda fungían como eclipses artificiales cuando el sol se acunaba tras el horizonte).

Reflexiono en lo ocurrido horas atrás y llego a la conclusión de que aunque la señora de la X-Trail merecía un escarmiento acorde a su pésimo comportamiento, es preferible dejar que el tiempo haga su trabajo, es decir, que políticos incompetentes sigan gobernando y pavimentando Mérida hasta convertirla en un DF, para que en menos de un parpadeo haya tanto caos e intolerancia en la ciudad que cuando cualquier Schumacher (sea del sexo que sea, igualdad ante todo, no olvidemos que somos un país en vías del primer mundo) haga su gandalla pasada en un estacionamiento, un tipo con menos escrúpulos que mamá, sacará la llave de tuercas de su cajuela para aterrizarla con mucha gracia en la cabeza del vivales, desparramando hasta el último de los pocos sesos que su mal educado cráneo resguarde.

El sol se despide ante mis ojos tiñendo de colores el cielo y una gaviota solitaria sobrevuela las aguas como si bailara con su reflejo. X-Trail del año, color azul celeste metálico, placas XN6221. Ya te llegará tu día, perra malparida.


13 comentarios:

Rodrigo Solís dijo...

Un par de comentarios que me llegaron de este escrito, el segundo es muy divertido. Al parecer siempre seré el mejor amigo de Fernando Delgadillo, muy a pesar de que nunca he cruzado palabra alguna con él.


Anónimo dijo...
me apena y a la vez me da coraje y frustracion tu relato, yo soy del Df y contiuamente se ven este tipo de casos por aca....mi comentario es que al no ver pagar a esa hija de perra no coraje no desaparecera, hubieras optado por la descicion de tu santa madre y hubieras descargado la cólera y hubieras hecho gala de tu gran habilidad del grafiti en la parte posterior de esa Xtrail..total,,,,, solo asi lograrias sacar ese coraje....dicen por ahi que es tiempo de empezar a tomar justicia por propia mano...

Soberano
11 de marzo de 2008 10:01 AM

Anónimo dijo...
Rodro , no se si te acuerdes de mi estudie contigo hace ya algunos ayeres , me parece fantastica tu pagina y tambien me parece genial que por fin... alguien de nosotros, desidio apartarse de el mundo y hacer realmente lo que quiere, te felicito , navegando por intarnet en una hora de osio , en mi oficina , me encontre con tu pagina , y me di la tarea de leer gran parte de ella. muy bien rodrigo te felicito , y para acabar de joder fui al concierto de delgadillo de hace poco en merida y me dio mucha risa y orgullo, que menciono tu nombre . pues hace ya muchos años que no nos vemos. en fin exito. y mis mejores deseos.

Alonso
25 de marzo de 2008 03:09 PM

ésa que no soy yo dijo...

Creo que me da miedo tu mamá... Fernando Delgadillo sólo no me gusta.

Rodrigo Solís dijo...

Ésa que no soy yo: no te preocupes, a no pocas mujeres les da miedo mi mamá.

toñito dijo...

Debiste dejar a tu mamà ser una fiel ayudante del karma...jajaja saludos...
Insisto si el amigo de Delgadillo, kisiera cambiarse la identidad creo que se pondrìa el mismo nombre y seguirìa con la misma profesion y negaria ser èl...la mejor manera de despistar al enemigo...jajaja

Rodrigo Solís dijo...

Toñito: en efecto, esa es una buena táctica. Por otro lado, sí, debí dejar a mamá convertirse en una pandillera.

Karate Pig dijo...

rodrigo
mas allá de la desagradable experiencia, es una pena que nu estuvieras preparado para documentar ampliamente tu encuentro con el dicho especimen hembra de un Camionepitecus Gandallensis.
Hasta donde sé, esta especie se cree muy especial entre homo sapiens, y es raro que se rebajen a interactuar con ellos.
Te fijaste si de casualiad iba acompagnada de su cría (juniocantropo mamonsísimus)?
su pareja (politicus vulgaris)?
o su mascota (guarurus sedenansis)?
una foto te hubiera garantizado portada en Conozca más, o mínimo en MUY interesante
lástima mai

Karate Pig dijo...

se me olvidaba
es cierto que para inspirarte al escribir tu novela, escuchas una y otra vez "a una mariposa" de tu cuate F. Delgadillo?

Rodrigo Solís dijo...

Karate Pig: jajaja, así es, para inspirarme todas la mañanas esucho a Fer. También al otro Fher, el único Fher con "h" de Maná.

P.D. La doña iba sola.

Bárbara dijo...

Rodro:

Déjame decirte que estuviste flojo ahí, tú tenías que haberle dicho algo también a la "gandallita" y no dejar que tu mamá, que es una dama, pasara por el mal trago.

A mí me encanta encontrarme con gente así, porque les digo una frase que usamos en casa, que hace que se les revuelvan las tripas:
"Uh, típico comportamiento de "nuevo rico", como se ve que el dinero no compra la educación, igual no hay que ser tan obvio...trate de que no se le note mucho que hace poco que tiene dinero ¿eh?..."

No hay nada más ofensivo para esas personas que las "acuses" de tener un "pasado pobre", ja! como si fuera una vergüenza.

Ah, mí si me gusta Fernando Delgadillo, aunque no sea tu íntimo...

Mussgo dijo...

Sabes Rodrigo, hace un par de años un conocido me estaba vendiendo una pistola automática de verdad... aun precio muy accesible para mi bolsillo y en perfecto estado.

Decliné la oferta. Ahora mismo agradezco no haberla comprado. Sabrá dios cuanta gente ya me hubiera hechado cuando se me cruzan los cables y me pego emputadas terribles (aunque en el fondo no me creo capaz de hacerlo).

Mejor no averiguo,jajaja.

Rodrigo Solís dijo...

Bárbara: buena frase, prometo aplicarla a la próxima vieja gandalla.
P.D. A mí también me gusta Fernando, sobretodo hace casi una década, cuando era un becerro enamoradizo.

Mussgo: dame el número de tu amigo, me están entrando ganas de ir a matar a la doña de la camioneta.

Fiera Rodriguez dijo...

yo haria lo mismo que tu mama

MILENIO NOVEDADES (Yucatán) dijo...

Publicado en:

MILENIO NOVEDADES 12 ABR 09