“El día que la mierda tenga algún valor, los pobres nacerán sin culo.”
- Gabriel García Márquez
Ayer en mitad de la madrugada tocaron insistentemente a la puerta de mi cuarto, a eso de las cuatro, cuatro y media, hora en la que sólo pueden sacarte de la hamaca para darte la peor de las noticias.
Aturdido y con los presagios más terribles espabilándome el sueño, abrí la puerta. En mitad de la penumbra del corredor apareció el rostro de P. Sus ojos estaban rojos y cristalinos; ojos parecidos (aunque ausentes de lágrimas) a los que me topé una idéntica madrugada del fatídico verano del ´96, cuando mamá me sacó de la hamaca para decirme como un zombi que el papá de uno de mis mejores amigos se había matado en un accidente automovilístico.
-Perdón por despertarte –dijo P-. Vinieron los fontaneros.
¿Quién hubiera imaginado que aquel hondo y profundo respiro de alivio que di al saber que ningún familiar había estirado la pata sería el último del día?
Cuatro hombres morenos, enchancletados, de vientres abultados y brazos de luchadores, que bien podrían pasar por albañiles, irrumpieron en casa.
-Jefe, voy a necesitar que esté pendiente de la cifa de su baño –me dijo uno de ellos.
Sin comprender bien qué ocurría, por instinto de supervivencia dije que sí, que estaría pendiente de la cifa del baño, mirando de reojo mi hamaca que se mecía de modo seductor.
-Vamos a bombear la fosa séptica –me explicó el hombre, y al intuir que yo no estaba tomando con la debida seriedad sus palabras, agregó-: Es importante que esté pendiente de la cifa, eche un grito si se rebosa.
No pasaron ni dos minutos cuando hice acto de presencia en el patio delantero de la casa gritando y agitando las manos como un loco para hacerme escuchar sobre una maquina que hacía un ruido infernal.
-¡Apaguen la maquina, apaguen la maquina!
Los fontaneros apagaron la maquina y dos de ellos me escoltaron hasta el baño de mi cuarto.
-¡Uy, papá, mira esta belleza! –exclamó uno de ellos entre extasiado y realmente sorprendido.
-¡Asúmecha! –exclama el otro.
Cubriéndome nariz y boca con mi camiseta escuché la conversación de los dos hombres sin atreverme a entrar al baño.
-Voy por la pala –dijo uno de los fontaneros, y al verme de pie junto a la puerta me miró con ojos redondos, cómplices; incluso me aventuraría en afirmar que su mirada era de una rendida admiración.
-No es lo que parece –mascullé entre dientes bajo mi camisa, pero era demasiado tarde e incluso bastante estúpida mi justificación (léase el párrafo 15 de Un castigo muy original).
Cuando era pequeño, en las vacaciones de verano, para matar el tiempo tenía por costumbre plantearme toda suerte de teorías económicas, sociales y laborales. A los 8 años estaba convencido que los hombres mugrientos y apestosos que recogían la basura los sábados por la mañana en la colonia eran tipos inmensamente ricos.
-No bebé, tú vas a ser abogado, o ingeniero como tu papá –me decía mamá con el dedo índice recriminador-. Los hombres de la basura son señores muy pero muy pobres.
Al escuchar esto, no me lo podía creer. ¿Cómo podían ser pobres esos señores si hacían el trabajo más asqueroso que había visto en mi vida? En mi lógica de niño de 8 años los señores de la basura debían ser multimillonarios, pues cualquier persona en su sano juicio estaría dispuesta a pagar el dinero que fuese necesario con tal de librarse de sus propios desperdicios orgánicos e inorgánicos. El mismo caso con las sirvientas que le sacaban brillo a los inodoros de nuestros baños.
-Mi vida, ve a jugar Nintendo con tu hermano –decía mamá para deshacerme de mí.
En la actualidad ya no soy tan ingenuo como en mi niñez, aunque no por ello dejo de plantearme interrogantes en materia social, económica y laboral; y con esto no me refiero al típico caso de creer que es una locura que Cristiano Ronaldo gane más dinero por pararse un segundo en una cancha de fútbol (o en un camerino) que una cuadrilla completa de albañiles que trabajan de sol a sol durante un mes. O que un dentista gane más en una consulta por blanquearle los dientes a un cliente que un barrendero por una semana entera de trabajo.
No señor, a lo que yo me refiero es al impacto social (o injusticia social) que tienen los oficios. Por ejemplo, en México decir que eres escritor en el acto te convierte en un valiente. Y como todos saben, ser un valiente tiene su encanto en toda sociedad civilizada. Para ponernos prácticos y realistas, le reto a usted, querido lector, que vaya a un bar o a una disco y entable conversación con una perfecta desconocida (de preferencia tetona) y cuando llegue al tema del oficio que desempeña para ganarse la vida, suelte sin miedo y sin pudor la mentira de que es escritor.
-¡Wow, increíble! –exclamará la tetona en cuestión.
Si tiene suerte podrá sacarle su e-mail. Nada más. Tampoco hay que exagerar y decir que esa misma noche (o cualquier otra noche) se la va a llevar a la cama; incluso las tetonas (independientemente que sean analfabetas o no) saben de sobra que un escritor es un muerto de hambre sin futuro.
Sin embargo, ahí está el encanto injustificado de la profesión artística: ser actor de teatro o pintor o poeta o cantante, sin importar el género o corriente que se desempeñe, da lo mismo si se sale al escenario desnudo y pegando de gritos interpretando al dios Eolo en una obra experimental o pinta cuadros de caimitos y pitahayas o escribe poemas endecasílabos que hablen de la menopausia (ojo al dato, amigo artista), nunca faltará la mujer descerebrada que ponga los ojitos redondos de erudita y le tenga en suma estima. Incluso hasta puede que le llamen genio y se vuelva famoso como Ricardo Arjona. Nunca se sabe.
Todo lo contrario ocurre con ciertos oficios de verdad. Por poner otro ejemplo práctico, imagínese un sábado por la noche abordando a una tetona con el siguiente discurso:
-Soy fontanero.
-¡Wow, increíble! –exclamará la tetona en cuestión, rascándose la cabeza-. ¿Y eso como qué es?
-Pues básicamente cuando vas al baño a cagar llega un buen día en que tu fosa séptica llega a un límite de mierda, ahí es cuando yo me encargo de chapotear entre tus cerotes y llevármelos en un pipa para que no te ahogues en ellos un sábado por la noche.
Como es de suponer, la tetona se vomitará en tus pies en vez de comerte la boca a besos y decirte que eres su héroe.
Retornando a la historia de los fontaneros que llegaron a casa en plena madrugada, luego de 8 horas de arduo y feroz trabajo, al verlos partir en su pipa oxidada, me pregunté qué sería de todos nosotros sin esos valientes de heroica vocación hacia la mierda. Imaginé un escenario terrorífico. El peor de todos. La Estatua de la Libertad , la Opera House , la Torre Eiffel , la Muralla China y otros típicos y famosos escenarios apocalípticos de Hollywood sumergidos entre toneladas de excremento humano. El fin de la civilización.
Esta tragedia es posible. Un meteorito gigante o una invasión extraterrestre, no. Y todo gracias a nosotros mismos, a nuestra arrogancia, superficialidad y propia mierda que no nos da cuartel. Día a día. Imaginemos por un momento una huelga mundial de fontaneros. Ya quisiera ver yo ese momento. Ojalá y llegue. Sólo así respetaríamos a estos héroes no reconocidos.
Actualización:
17 comentarios:
rodrigo
cualquiera que se aviente un mano a mano, cara a cara contra los troncazos de tu carnal merece indiscutiblemente el título de héroe.
Estimado, tengo problemas para leer completo su escrito, le doy clic en "more" pero no pasa nada...
oh! y ahora quien podrá ayudarnos??
"incluso las tetonas (independientemente que sean analfabetas o no) saben de sobra que un escritor es un muerto de hambre sin futuro.
jajajaja"
Isaías: el señor Internet, espero. Entra y sal de la página, sino funciona entra en la sección de comentarios y dale clic donde dice (arriba a la izquierda) “mostrar entrada original”. Ahí te aparecerá el texto completo. Un abrazo y disculpa por las fallas técnicas.
Bastante escatológico. Un abrazo grande, amigo.
HOLA RODRIGO, es un gusto poder saludarte...
Hola Rodrigo:¿Y el número 5 cuando sale? me dejaste en ascuas. Casi me cago de la muina. No te creas Rodrigo, como siempre o casi siempre disfruto tu prosa en lo que vale. Donde estas en Campeche o en Mérida, voy a ir a Veracruz en octubre a una Convención y quiero visitar Mérida y no se si pueda pasar por Campeche en el mismo viaje. Me puedes recomendar algun itinerario ineresante? Un saludo afectuoso.
Ajax: el punto número 5 ya salió, solo tienes que darle en las letritas que están de otro color y te va a aparecer la historia.
En cuanto al itinerario, te dejo un link donde puedes visitar las glorias arquitectónicas campechanas, mismas que, naturalmente no aparecen en las guías de turismo.
http://pildoritadelafelicidad.blogspot.com/search/label/MARAVILLAS%20DE%20CAMPECHE
Un abrazo fuerte.
Pero… si nuestro coprológico protomártir -que va que vuela para la crucifixión sobre una hoguera- ES mi héroe nacional en ciernes!!!
Y yo sí lo reconozco.
Cómo que no!
Y no por coprofílico, que es por lo que (a juzgar por sus constantes referencias excrementistas) él quisiera ser admirado…
asi es mi estimado Rodro, un merecido homenaje a estos heroes, lastima que ellos ni se enteren.....
Oye, mi estimado, no solamente me leí esta entrega, sino que releí aquella del castigo muy original --y cruel-- de que dios nos estampó a cada quien el culo por pura divina envidia. Luego entonces me leí todos los comentarios y tus risueñas respuestas, y pregunto: ¿volviste a tener contacto con la furibunda monja cuáquera esa, la tal Eva?, es que cómo me hizo reír --involuntariamente, espero, o estamos ante una diosa del humor gástrico-- con sus reclamos de púlpito, que se ve que le moviste el pálpito... Me encantaría leer otras participaciones suyas en las que, imagino, llevará como delantera toda una angelical jauría.
Salucita recochinamente atea.
m
Mi querido Jorge, desgraciadamente no he sabido nada más de Eva. Personajazo. De hecho me había olvidado de ella, gracias por recordármela. Ahora mismo acabo de releer sus comentarios y son oro puro. Creo que insertaré su personaje en la novela (misma que prometo terminar a la brevedad posible y enviártela apenas le ponga el punto final para que le revises).
Te mando un abrazo grande y espero estés recuperado de salud.
Seguimos en contacto.
Ese apocalipsis fétido ya lo había imaginado Sergio Andrade y lo había protagonizado Gloria Trevi, si mal no recuerdo en "Zapatos viejos", cuando la mierda se sale del inodoro que intenta limpiar la Trevi e inunda todo.
Publicado en:
http://www.notivargas.org/opinion/pildorita-de-la-felicidad/2079-heroes-no-reconocidos.html
Publicado en:
http://www.lajornadanet.com/diario/opinion/2009/agosto/5.html
Publicado en:
http://www.analitica.com/va/sociedad/articulos/6309208.asp
Publicado en:
http://www.lajornadanet.com/diario/opinion/2011/abril/28.php
Publicar un comentario