Una mañana estás sentado en la mesa tomando café con leche cuando llaman a la puerta. Ding. Dong.
More...-¿Le gustaría que le corte el jardín? –dice lo que parece ser un jardinero.
-No, gracias, ya tengo jardinero –dices mirando con desconfianza al zarrapastroso que está ofreciendo sus servicios.
-Ándele, se lo corto bien barato –insiste el jardinero.
Niegas con la cabeza, en mente sólo tienes el café con leche enfriándose sobre la mesa. Entonces, el jardinero, al ver que estás apunto de cerrarle la puerta en las narices, dice una cantidad irrisoria a cobrar por pasarse medio día cortando, desyerbando y dándole forma de animalitos a tu jardín.
-¿Cuánto dijo usted que me cobrará, buen señor? –dices con los ojos redondos como platos.
El jardinero repite la cifra, te metes los dedos en los oídos para limpiártelos y asegurarte que escuchaste bien. El jardinero se impacienta e interpreta tu silencio como una negativa más y para incrementar tu sorpresa reduce más el precio de su trabajo. Entonces tú, apunto de irte de espaldas, guardas la compostura, pones los ojos dubitativos, te cuentas los dedos de la mano sacando cuentas, tuerces la boca, te sabes un actor consumado porque en mente sabes que te has sacado la lotería, hace tiempo que querías correr a tu antiguo jardinero que te cobra una pequeña fortuna por acicalar el jardín de casa.
-Hecho –dice y todavía te das licencia para poner cara de enfado, qué remedio, ni manera, está carísimo el servicio que me estás dando, hombre.
A la semana siguiente, llaman a la puerta. Ding. Dong.
-Bueno días, señor –te saluda el jardinero-. Mire, le traigo a mi primo, es buenísimo reparando tuberías y cualquier desperfecto de la casa.
-No, gracias –dices con cara de pocos amigos, dispuesto a cerrarles la puerta en las narices-, contigo ya tengo gastos suficientes, me estás llevando a la ruina.
Entonces, el primo del jardinero dice el sueldo que pretende ganar. Guardas las compostura, trabajo dificilísimo porque a punto estás de irte de espaldas, te preguntas de dónde diablos sale esta gente que te cobra una miseria por su trabajo, seguro que es Dios que te está premiando por lo buen samaritano que eres. Repites el ritual de actor consumado: pones los ojos dubitativos, te cuentas los dedos de la mano sacando cuentas, tuerces la boca, etcétera.
A los tres días el jardinero y el plomero aparecen en tu cocina, en mitad del desayuno.
-Buenos días, señor –dicen-. Provecho.
Abres la boca redonda, incrédulo.
-Déjalos, mi vida –dice tu esposa, sonriéndote de manera angelical-. Yo les dije que trajeran a sus mujeres, planchan y limpian divino.
Un mes después, lo que habías creído una bendición del Cielo, no es más que una pesadilla, un tormento. En la televisión han dejado de pasar tus programas favoritos, la mayoría de ellos han sido sustituidos por telenovelas. En la sala de casa, las sirvientas no se despegan del televisor, y para peor, tu esposa les acompaña, los puños apretados y maldiciendo al villano fortachón.
Pones los ojos dubitativos, te cuentas los dedos de la mano sacando cuentas, tuerces la boca (ahora ya no estás utilizando tus dotes histriónicos) y descubres que los integrantes de tu familia son los menos dentro de la casa. Incluso tu hija, sospechas, qué vergüenza, se ha liado con el hijo del jardinero.
En la parrillada del domingo ya no hace falta contarte los dedos de la mano y sacar cuentas: en el jardín, en la piscina, en la cocina, en el cuarto de huéspedes, en todas partes están los familiares y amigos del jardinero. Esto tiene que parar, piensas, dándole la vuelta a la hamburguesa para que no se te queme.
-Todos formen una fila –gritas enérgico, voz de padre de familia que busca respetabilidad-. Todos, hasta ustedes.
Tu propia familia te mira raro, pero sin chistar se forman en la fila y te muestran sus identificaciones para que veas que llevan tu apellido.
El resto de los indeseables invitados, o sea, el batallón de jardineros, plomeros y sirvientas (excepto el noviecito jardinero, que para tu sorpresa te mostró una identificación con tu apellido, pues el muy zorro se casó ayer con tu hija) protestan enardecidos y te llaman dictador, inhumano, nazi, etcétera.
Intentas calmar a la turba iracunda. Les dices que sólo necesitas un jardinero, un plomero y una sirvienta. El resto pude marcharse por donde vino. La turba iracunda protesta, patalea y no tienes más remedio que sacarlos a patadas, con lujo de violencia. Pero es inútil, como cucarachas se descuelgan por las ventanas, se filtran por las rendijas de la reja, se te meten por las tuberías.
Tomas cartas en el asunto: los gaseas, machacas, aplastas.
Aterrada, de a poco, la plaga regresa a casa. O sea, a La Alcantarilla. Lugar fétido, húmedo y sucio. Gobernado por los reyes ratas. Roedores pulguientos, voraces e insaciables que no dudan en recibir a sus lacayos como se merecen: explotarlos, humillarlos, sangrarlos, sobajarlos, exprimirlos, llamarlos indios de mierda, es decir, tratarlo peor que a insectos rastreros.
Ding. Dong. Abres la puerta.
-Buenos días –dice Adelina Micha, Carmen Aristegui, Carlitos Loret de Mola, etcétera.
Antes que puedas cerrarles la puerta en las narices, cámara en mano te bombardean con mil y un preguntas.
-Es mi casa y yo invito al que yo quiera –dices indignado-, y si se meten por la ventana mientras duermo, les meto un tiro.
-¡Asesino! –claman justicia a los cuatro vientos los reyes ratas desde sus jardines muy bien podados en La Alcantarilla.
17 comentarios:
Bienvenido... ya te extrañaba (falseando la curilería de la frase, pues no es pa que te lo tomes tan a pecho ni te sensibilices hasta las lágrimas... cosa que, por otro lado, no creo que hagas... no chinguesss) pero que bueno que regresastesssss, mi hotmail ya te extrañaba...
Master, te lo juro que no lo entendí
jajjaja hola no habia tenido noticias de ti y como estoy super mega ocupadisima pus ni tiempo de escribirte, espero estes bien de salud, animo chico.
Hasta se me enchino el cuero leyendo a los invasores, tal vez porque hace algunos años me pasò algo similar. GRacias por volver a enviarme tus geniales letras
Vaya ya era hora de que escribieras y me divirtieras un rato con tus historias saludos amigo!!!!
Gracias Rodro, por tu escrito, que hacia tiempo ya no me enviabas y que yo extrañaba, a este escrito o más bien pesadisueño no le entendí nada, pero te lo agradezco porque me tuviste pendiente.
Saludos!
Esta historia refleja sin duda alguna la situación que se presentó en Arizona, cierto? (o me habré excedido en la dosis de aire comprimido del día? @_@).
Si estoy en lo correcto, me parece que es una reacción natural de un ciudadano común pero no la de todo un gobierno, es algo completamente racista!
Quizás sea un problema la "invasión" pero me parece que deben encontrar otros caminos para solucionarlo.
¡Saludos! y gusto de leerte de nuevo ^^,(pensé que mi filtro anti spam ya funcionaba, pero al recibir tu correo veo gustosamente que no jajaja :P).
Me da gusto que regreses...
FUiste parte de la comitiva que comía con el jardinero en casa de ese que los hecho y no te quedó más remedio que escribir otra vez???
de cualquier manera un gustazo.
Jeffry: ni yo.
Isaias: así es.
Toñito: más o menos.
Publicado en:
http://www.analitica.com/va/sociedad/articulos/8099960.asp
saludos afectuosos al rodrigo dicharachero que he conocido.. que viva la vida ... te admiro
Gracias, por tu articulo; hacía tiempo que no me reía tanto.
Hola Rodrigo:
Que bueno es leerte, pasó mucho tiempo sin noticias tuyas.
Te felicito por tu escrito, me gustó mucho :)
Espero estes muy bien.
Besos.
que?!
ya desde la primera novela te pones "profundo" y misterioso, con textos asequibles tan solo para una exquisita minoría de iluminados primates como tu?
anda a cagar, rodro, por favor
hola rodrigo veo que eres mas famoso de lo que pensaba eh? saludos y gracias por tomarme en cuenta
Como siempre, es un orgasmo leerte =)
Publicado en:
http://www.maseual.com.mx/index.php?option=com_content&task=view&id=1056
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