“Cuidado con la hoguera que enciendes contra tu enemigo; no sea que te chamusques a ti mismo.”
- William Shakespeare
Me dan mala espina y pena las personas que les gusta jugar a lo seguro, que aseguran su felicidad de antemano. Sujetos que, por ejemplo, si van camino al trabajo y se topan con una pelea callejera entre un señor con la complexión de un gorila y un tipo con cuerpo de mono saraguato, no dudan en relamerse los bigotes y oprimir los puños al ver al gorila dándole una paliza al escuálido hombrecillo hasta que yace en el suelo, ensangrentado.
Estas personas amantes de Goliat, por lo general le van al Real Madrid (o le iban, ahora se proclaman culés), a los Yankees de Nueva York (aunque en su vida hayan visto tres entradas seguidas, ni siquiera en la Serie Mundial), a los Lakers de Los Ángeles (antes le iban a los Bulls de Michael Jordan), y, en materia nacional, sacan el pecho y se dicen chivas o americanistas (aunque estos últimos desde hace más de década y media se mantienen ocultos y cambiando de playera semestre tras semestre).
La semana pasada le dio la vuelta al mundo la noticia de que el River Plate podía irse a la segunda división.
-¿No el River es el mejor equipo de Argentina? –me pregunta mi chica, que no tiene idea de fútbol.
-Era –intento contener mis pulsaciones, que no se note la euforia que siento por el fútbol cuando desperdicio los fines de semana frente al televisor, mientras en mi cabeza trato de armar un rompecabezas donde aparece la historia del River, las reglas del descenso en el fútbol argentino, igual de incomprensibles que las del fútbol mexicano, donde se tiene que ser un genio matemático para sacar porcentajes y cocientes-, mira, lo que pasa es que el River hizo una temporada aceptable, terminó noveno, con veintiséis puntos, incluso con derecho a Copa Sudamericana, pero en Argentina descienden cuatro equipos a segunda división, o mejor dicho, dos directo y dos a promoción, no como aquí, que solo se va uno, el caso es que en Argentina, al igual que en la liga de México, existe algo que se llama porcentaje, y el River hace varias temporadas que…
Descubro que estoy hablando solo, mi chica abandonó la habitación hace varios minutos.
Enciendo mi computadora. En pantalla aparece el Monumental. Sobrecupo. La gente grita, canta, brinca. Puedo oler la pólvora de las bengalas. También el desastre. La sangre. El dolor. Hay que estar muy loco para meterse por voluntad propia (y feliz) a ese manicomio de miles de personas. Me pregunto, si en México existiera la promoción, o sea, la final de los perdedores, y el América se encontrara en la misma situación que el River, ¿estaría lleno el Azteca? Por supuesto que no, los mexicanos no somos tan subnormales como los argentinos. O mejor dicho, los americanistas estarían cómoda y tranquilamente sentados en sus casas, viendo el Canal de las Estrellas, con la seguridad que les brindan sus narradores y el rival (Gallos Blancos o San Luis o Necaxa u otro equipucho de poca monta), observando las gradas semivacías (o sea, viendo el logotipo de Coca-Cola que forman las butacas), mientras sus delanteros marcan goles a placer, o quizás un gol de último minuto (no vaya a pensarse que el juego estaba arreglado).
Gol de Belgrano. ¿Estaré soñando? No, claro que no. El abanderado levanta la bandera. El árbitro central anula el gol. Bien invalidado, sin embargo, no nos engañemos, el River es lo mismo que el América. El equipo odiado, petulante, millonario, plagado de estrellas, de las grandes contrataciones cada seis meses.
Gol de Pavone. River uno, Belgrano cero. Solo han pasado 5 minutos. Restan 85 para marcar otro tanto y salvarse. Imposible que el River pueda irse a la segunda. Los argentinos son igual (o peor) de corruptos que nosotros. Hay demasiados intereses de por medio. Además, qué clase de temporada sería el próximo año sin River en la liga. Sería como leer Alatriste sin encontrar a Malatesta en sus páginas, o Harry Potter sin Voldemort.
Caruso conduce el balón. Penalti a favor de River. El árbitro milagrosamente no lo marca. Me entran dudas en el medio tiempo. Asomo la cabeza por la ventana para ver si no descubro a los Jinetes del Apocalipsis. Tengo que estar soñando. El mundo no funciona así. Luego recuerdo que la Juventus descendió a segunda división hace poco tiempo, apenas en el 2006. ¡Juventus! Aunque aquello fue extra cancha. Por partidos arreglados. Y con el pequeño detalle de que ocurrió en el primer mundo, por más que los italianos parezcan unos salvajes sudamericanos. Imposible que el River descienda.
Segundo tiempo. Gol de Belgrano. Minuto 16. Escucho unos trompetazos. Me tiemblan las piernas. Trastabillo hasta la ventana para ver ahora sí a los Jinetes del Apocalipsis. Solo se trata del camión del gas. ¿De cuándo a aquí me importa tanto el fútbol argentino?
Mis pensamientos me transportan a la final entre América y Necaxa en el verano del 2002. Final de alarido. Gol de oro en tiempos extras. América sale campeón luego de 13 años de sequía al remontar un marcador adverso de dos goles. Digna final de dos clubes propiedad de la misma televisora. “¡América campeón, de película!”, gritaron los narradores. Y por primera vez en la historia, los comentaristas de Televisa tenían razón: los 22 jugadores interpretaron con maestría un guión escrito y ensayado en los jardines de Chapultepec (naturalmente esto no puedo probarlo, es solo producto de mi suspicacia y experiencia televisiva).
Penalti a favor de River. La gente explota de emoción. Se abrazan. Se besan. La historia de River es demasiado grande, no así la fuerza de Caruso que sale volando por los aires como si el defensor de Belgrano fuera Hulk. El árbitro esta vez no dudó. Ahora todos sabemos lo que va a pasar a continuación: gol de River. La oleada del River. Belgrano temblará nervioso. Otro gol de River que los mantiene en la categoría. El árbitro silba. Pavone cobra. El portero vuela. Lagrimas. Gritos de dolor. Miles de bocas abiertas de incredulidad. Me pellizco las mejillas. No estoy soñando. Decido entregarle mi corazón a Belgrano. Así es mi naturaleza. Siempre puja, late por el débil. Viene escrito en mi código genético, o mejor dicho, es un mal congénito que traigo de nacimiento: me identifico con los deportistas y equipos mediocres. Si televisan un partido entre Brasil contra Madagascar, mi apoyo incondicional lo tiene Madagascar. No es nada personal contra la gente del River que empieza a arrojar objetos punzocortantes hacia la cancha.
A quién quiero engañar, claro que es personal. Detesto a las personas que les gusta jugar a lo seguro, que aseguran su felicidad de fin de semana de antemano. Gente que va al estadio con planes hechos e irrevocables para irse a celebrar antes de que el balón haya rodado en el círculo central. Entonces imagino a la gente del Boca. Igualmente despreciables que los del River. Celebrando. Cantando. Mofándose de su acérrimo rival en las calles. Blandiendo orgullosos sus camisetas auriazules. Del mismo repugnante color que el uniforme del América. Y siento lástima por ellos… de hoy en adelante sentirán lo mismo que siento en el pecho todos los domingos: desazón.
Naturalmente la diferencia estriba en que a los aficionados del Boca este sentimiento les durará cuando mucho un año (dudo que River permanezca más tiempo en segunda), no como a mí, que llevo más de una década (y contando) alejado del fútbol nacional desde que el América dejó de ser el América, es decir, desde que el América cambió su uniforme de mangas de tres cuartos y de V en el pecho, traducción: desde que Chabelo dejó de emular con asombrosa perfección en su programa lo que ocurría horas más tarde en el Azteca, es decir, poner a dos niños a jugar futbolito de mesa, y cada que metía gol el niño que le iba a las Chivas, lo anulaba alegando una infracción inverosímil, hasta que el niño del América marcara los goles suficientes para ganar y luego gritaba:
-¡Arriba el América, señores!
14 comentarios:
Excelente texto. Espero verte pronto con un espacio en Futbolsapiens la web número 1 de fútbol.
Esto es muestra de que aunque lo parezca en Argentina el futbol no tiene comparación con lo de méxico en todos los niveles. El América nunca va a descender, aunque lo merezca... El sistema esta hecho a prueba de eso. Aun en la peores épocas de ese equipo mediocre... Nunca descenderá porque su dueño es el dueño del futbol mexicano.
Wey... Estas lleno de odio deportivo... Me suena a que de pequeño eras americanista... Me equivoco?
Tus reflexiones y deducciones deportivas estas dignas de analisis... Igual que el resto de tus letras normales...
De cualquier manera le sigues imprimiendo ese estilo que tanto gusta... Un abrazo!
Gracias Juanito, sabes que aprecio tus palabras y optimismo. Dudo que alguna vez me contraten en Futbolsapiens. Un abrazo fuerte.
Yorch: todo lo contrario, de lo único que no me averguenzo de mi infancia es de siempre despreciar al América. Sé que eres madridista, pero, no creas que odio a todos los madridistas o americanistas, pero eso sí, la apabullante mayoría son unos idiotas. Un abrazo.
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http://www.notivargas.org/pildorita-de-la-felicidad/28114-sentimientos-encontrados--pildorita-de-la-felicidad-por-rodrigo-solis.html
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http://www.elcordillerano.com.ar/index.php?option=com_content&view=article&id=16564:sentimientos-encontrados&catid=64:columna-abierta&Itemid=8
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http://www.maseual.com.mx/index.php?option=com_content&view=article&id=952:pildorita-de-la-felicidad&catid=36:columna
Publicado en:
http://www.diarioelandino.com.ar/nota15.html
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http://www.diariolaopinion.com.ar/Sitio/VerNoticia.aspx?s=0&i=21603
El Boca nacio como equipo humilde, de barrio, es el equipo del pueblo. Lo que ha pasado es que sus estrellas luego se vuelven arrogantes.
Manuel: así es, pero por ser un equipo grande, si fuera argentino le iría a Gimnasia y esgrima o a Gimnasia y equitación o a Gimnasia y boxeo.
Publicado en:
http://www.lajornadanet.com/diario/opinion/2011/julio/7-2.php
Con todo y ser un trtoglodita en materia futbolista, creeme que disfrute esta pildorita, sobre todo porque tambièn saque a flote el sentimiento maosquista de ponerte del lado del perdedor. Como siempre, la narraciòn impecable.
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http://www.analitica.com/va/sociedad/articulos/2191517.asp
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