“Un gran portero se hace
comiéndose 400 goles, siempre que no sean en el mismo campeonato.”
- Amadeo Carrizo
Se piensa que
el F.C. Barcelona lo que debería implementar en su brillante esquema futbolístico
es habilitar otro defensa (brasileño, de preferencia) en vez del guardameta;
total, si eres portero culé tendrás más acción con los pies que con las manos.
¿Acaso es en
extremo exagerado este pensamiento?
A ojo de buen
cubero, sin temor a equivocarnos, podríamos afirmar que en el último lustro la
posesión del esférico en el equipo blaugrana ronda arriba del 60%, casi
peinando el 70%. Sabiendo esto, habría que plantearse las siguientes interrogantes:
¿cuántos disparos realizan los rivales del Barcelona si solo tienen la posesión
del balón un treinta y pocos porciento? Viéndonos generosos, digamos que una
decena. De esos 10 disparos, ¿cuántos van en dirección hacia la portería? Pongamos
que un tercio. Ahora bien, de esos 3 tiros, ¿cuántos van angulados, es decir,
con trayectoria de verdadero peligro?
Más claro ni
el agua, dirán. Piqué, Puyol, Mascherano y compañía (Adriano en especial) lo
que necesitan con urgencia es tener la certeza de que al retrasar el balón dentro
de su área lo recibirán de vuelta en los pies. Traducción: los catalanes
deberían ponerle los guantes al primer carioca que se encuentren perdido en Las
Ramblas.
Esta diatriba naturalmente
viene a cuento luego de lo acontecido el jueves pasado en el partido de ida de
la Supercopa española. Barcelona aplasta al Madrid 3 a 1, y todavía Messi se da
el lujo de no humillar más de la cuenta a sus acérrimos rivales con un
lapidario cuarto gol que concrete la goleada y extinga en los aficionados el
deseo de encender el televisor la próxima semana para ver el partido de vuelta;
entonces, en fracciones de segundo los catalanes vuelven a tener la pelota
(siempre la tienen) y el defensa Adriano retrasa el balón a su guardameta,
Valdés se relame los bigotes, le viene un ataque de creatividad, decide hacerle una finta a lo René Higuita
a uno de los mejores delanteros del mundo, ni más ni menos que a Ángel Di
María.
El desenlace
todos lo vimos. 3 a 2 el resultado final. Los encabezados de los periódicos masacran
al pobre portero catalán. Se mofan de él. Cuestionan su calidad. Despiertan
fantasmas del pasado. ¿Necesita el Barcelona un nuevo (o mejor dicho, un buen)
portero? El eterno debate desde 1994 tras la salida de Andoni Zubizarreta,
aquel largo guardameta con la agilidad y reflejos de un árbol muerto,
discapacidad motriz que no fue impedimento para ser el elegido de resguardar el
arco de la Selección española en 126 partidos internacionales (incluidas 4
Copas del Mundo y 2 Eurocopas).
Antes de
responder a esta pregunta, hagamos un ejercicio de empatía. Por unos segundos
imaginemos jugar para el mejor equipo del mundo, probablemente de la historia. Imaginemos
ser titulares indiscutibles y que nadie nos reconozca por la calle cuando vestimos
de civiles. Imaginemos ganar 5 trofeos al portero menos goleado de la liga (4 de ellos
consecutivos). Imaginemos entrenar como locos todos los días, atajando los
disparos de los mejores futbolistas del mundo, para que luego llegue el fin de
semana y nos convirtamos en un espectador más en el estadio.
Mi humilde
opinión: Víctor Valdés es el mejor guardameta del mundo, incluso mejor
que Iker Casillas; la única diferencia entre ambos es que Iker puede mostrar
sus habilidades de portero todos los fines de semana, a él sí que le disparan
de la cintura para arriba (en especial cuando juega contra el Barcelona).
4 comentarios:
Te ha faltado comentar el partido de vuelta. Jajaja.
No hace falta, el partido de vuelta fue la prueba irrefutable de que tengo razón. Abrazo,
Todo bien, salvo esa aberración de decir que Di María es uno de los mejores delanteros del mundo. Ahí sí que hubo exceso de píldora, Rodrigo.
seeee... coincido con espinosa... debería llamarse Di Mentira
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