miércoles, 4 de abril de 2012

Diario de un vendedor de libros



La corbata te aprieta. La chaqueta te hace sudar. Estás gordo. Pronto vas a jadear y oler como un cerdo. Trabajas en un centro comercial de cien mil metros cuadrados. Hay 700 centros comerciales, exactamente iguales que en el que trabajas, repartidos por las principales ciudades del mundo. Todos pertenecen a la misma empresa.

Tienes la certeza de vivimos en una dictadura secreta. Dentro de poco tiempo, la empresa dueña de los centros comerciales concluirá su ambición suprema: convertir cada rincón del mundo en un gran centro comercial y, a sus habitantes, en máquinas programadas para consumir. Tu ya lo eres, al igual que tus compañeros de trabajo, la totalidad de tu sueldo lo gastas en pagar las facturas que, al final de mes, te presentan por las compras no necesarias que realizas casi a diario en el centro comercial.  

Los clientes se acercan. Luego de observarlos durante casi dos años sabes qué tipo de libros buscan antes de que te dirijan la palabra. Por ejemplo, las amas de casa vienen siempre a comprar libros de autoayuda o de Danielle Steele. Los hombres bajitos, calvos, con barriga y barba canosa buscan libros de historia. O de yoga. Las chicas jóvenes, sagas juveniles tipo Twilight. Los niños solo leen “Harry Potter”. Imposible mostrarles cualquier otro título, te miran con odio si, por ejemplo, les invitas a leer “El fantasma de Canterville” de Oscar Wilde. Los chicos, de 15 a 34 años, no leen, compran dvds o discos compactos. Y si compran libros es por razones de estudio o porque tienen muchos granos o algún defecto físico.

Pero, sin duda, los mejores clientes son los hombres de estatura alta que vienen vestidos con zapatos elegantes, jeans, camisa de marca y chaqueta de terciopelo. “Estoy buscando un buen libro”, te dicen. Y se llevan una pila de libros de cualquier autor a quien hayan encuadernado elegante y qué esté bien considerado. Sabes que nunca se los leerán, si fueran verdaderos lectores comprarían, alguna vez, libros de otro tipo. Estás seguro que se limitan a colocarlos en sus bibliotecas para hacer creer a las visitas que son cultos.

La librería donde trabajas, literalmente es una mierda. Tienen cualquier novedad publicitada del momento, sin embargo, es imposible encontrar buenos textos, como “Nueve Cuentos” de Salinger o cualquier libro de Thomas Bernhard. No hay espacio físico en los estantes. La gente compra lo que el televisor les dice.

Tú, un amante de la verdadera literatura, de la que se escribe desde la razón o el sentimiento, de la que se escribe sin ánimo de lucro, sinceramente, te has vendido. Si alguien te pregunta por un buen libro, has de ocultar “El extranjero”, “El amante” o “Las flores del mal”, se venden muy baratos y apenas haces caja. Es mejor enganchar a los clientes con bestsellers.

Si trágicamente te preguntan por un libro que dé algo qué pensar, top secret, te atragantas, ni nombrar “Trópico de capricornio”, “Siddharta” o la sobrecogedora profunda simpleza de “El principito”. Les observas, si es un hombre de negocios alabas las características de la bazofia, “¿Quién se ha llevado mi queso?”; si es una ama de casa es el momento de “El caballero de la armadura oxidada”; y si es un estudiante: “El Alquimista”.

Con esos títulos, lo sabes, los volverás locos, te convertirás en su gurú personal. Acudirán habitualmente a la librería para preguntarte por nuevos textos que comprar. Se gastarán una fortuna tratando de convertirse en guerreros de la luz, como pretende Paulo Coelho. Y no será hasta años después que se darán cuenta, quizá en un momento de luminosidad senil, que son los seres más estúpidos del mundo, que esos libros les han rellenado de mierda.

P.D. Este escrito es dedicado a Raúl Ucán, joven que se me acercó al final de mi charla en la FILEY pidiendo que le recomendara leer un libro que lo enganchara y no le hiciera dormir. Lo que acaban de leer es una pequeña adaptación o recopilación de párrafos que hice del libro “Diario Secretos de Sexo Libertad”, de mi gran y querido amigo Rafael Fernández. Ninguna editorial (entre ellas las más prestigiosas) se ha animado a publicar sus libros por que dicen que son pornográficos. Háganme ustedes el favor. Por fortuna, él se ha montado su propia editorial. Esta es la dirección: micabeza.net

¿Por qué es importante que lean este libro? Bueno, porque el protagonista refleja a la perfección como somos nosotros en este mundo moderno y capitalista.

“Nunca he vivido ninguna guerra, tampoco un cambio de sistema político, ni siquiera una depresión económica, en la nevera de mi casa siempre ha habido comida… cuando he leído por curiosidad sobre el fascismo, las guerras mundiales o la hambruna, leo como si se trataran de comics, los informativos son programas de entretenimiento, imágenes que observo con la cabeza vacía mientras almuerzo, la única historia que me importa es cómo estaba YO hace años, en qué trabajaba YO, a que chica me gustaría follar YO, YO que pensaba YO, YO en que lugar me encontraba YO, si YO estoy mejor YO o peor YO que antes YO y YO que voy hacer YO mañana. SOY YO EL QUE ME IMPORTA. YO”.     

5 comentarios:

Por Esto! (Yucatán) dijo...

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http://www.poresto.net/ver_nota.php?zona=yucatan&idSeccion=33&idTitulo=158331

Pueblo Guerrero dijo...

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http://www.pueblo-guerrero.com/seccion_municipios.php

La Región (Michoacán) dijo...

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http://www.laregionenlinea.com/index.php?option=com_content&view=article&id=11186:pildorita-de-la-felicidad&catid=137:cultura&Itemid=1029

Noticias de Chiapas dijo...

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http://www.noticiasdechiapas.com.mx/archivos/pdfs/edicion_428.pdf

SDPnoticas.com dijo...

Publicado en:

http://www.sdpnoticias.com/columna/8349/Diario_de_un_vendedor_de_libros