jueves, 5 de abril de 2012

El volcho y mi suegra



Mi suegra está indignada. Ha dicho que es una vergüenza cómo me expreso de la Iglesia y de los políticos en los periódicos. “Dijo que por eso no vas a salir nunca de tu volcho”, me cuenta mi chica.

Mi volcho es del año 95. Blanco. Par de abolladuras en la defensa trasera y una más en el guardalodos del lado izquierdo. No le funciona el claxon, pero ni falta que hace, a un kilómetro de distancia se le puede oír venir por el ruido infernal que emite nada más piso el pedal del acelerador.

En el año 99 papá me lo regaló. “Un coche es libertad”, me dijo. Hasta los 19 años yo era un hombrecillo temeroso. Me aterraba el mundo. La vida. Y en especial manejar. Ver a mis amigos y familiares al volante se me hacía la cosa más extraordinaria. ¿Cómo lo hacían?, pensaba. Qué valentía la de esquivar a otros automóviles, acelerar, frenar, estacionarse en espacios diminutos sin reventar las llantas en la banqueta. Al imaginar que vencía a mis demonios y me veía detrás del volante no pasaban ni dos segundos cuando ante mis ojos aparecía la imagen del accidente más aparatoso, cristales rotos, acero retorcido, miembros mutilados, niños, ancianos y madres embarazadas desangrándose.

Me sentí un imbécil al descubrir que manejar no tiene ninguna ciencia. “Muévete”. “Idiota”. “Aprende a manejar”. Cierto, fue humillante al principio. En cada esquina se me apagaba el coche. Manejaba a vuelta de rueda porque sentía que las banquetas y los transeúntes se me venían encima. A los dos meses empecé a pasar inadvertido. Era un automovilista más en la ciudad. Seguro y confiado de que llegaría a su destino.  

Papá murió en el año 2000, pero no fue sino hasta años después que entendí sus palabras. “Un coche es libertad”. Durante 19 años dependí de los demás para ir a donde yo quería. “¿Para qué quiere ir allá?”. “Qué flojera, luego te llevo”. “No puedo”. Mi volcho me abrió nuevas posibilidades. Me dio independencia. Y lo más importante, dejé de hincharle las pelotas a los demás pidiéndoles favores. Gracias al regalo de papá pude ir y venir de la universidad; llenarlo como una lata de sardinas de compañeros. Ir y venir de un trabajo rimbombante que odiaba. Escapar de la policía en una persecución al más puro estilo hollywoodense. Ir a la playa y hacer el amor con una sudamericana. Dejar atrás mi vida de hombre corbata y deslizarme por la carretera que me llevaría a una ciudad pequeñita frente al mar. Llevarme a una universidad donde me volvería maestro; convertirlo nuevamente en una lata de sardinas con alumnos que me pedía aventón. Reconocer a las mujeres de noble corazón de las interesadas que ponían cara de espanto al descubrir el carro que conducía. En mi volcho he dormido, viajado, guarecido de la lluvia, me han roto el corazón, recibido sexo oral, emborrachado, he amado, escapado, pero lo más importante, descubrí que soy un hombre libre.     

Quitando el romanticismo, un coche sirve para llevarte de un punto X a uno Y, la carrocería es pura vanidad. Y si mi católica suegra, a la cual quiero y respeto (juro que no es sarcasmo) cree que un volcho es sinónimo de vergüenza, le tengo noticias: si el hombre de la cruz al que tanto idolatra viviera en este siglo, no podría darse el lujo de tener un volcho, viajaría en camión o a dedo, que son dos de las cosas más horribles que existen.

7 comentarios:

SDPnoticas (México) dijo...

Publicado en:

http://sdpnoticias.com/columna/8191/El_volcho_y_mi_suegra

Pueblo Guerrero dijo...

Publicado en:

http://www.pueblo-guerrero.com/seccion_opinion.php

Diario de Palenque (Chiapas) dijo...

Publicado en:

http://www.diariodepalenque.com/nota.php?nId=37892

Diario de Zihuatanejo (Guerrero) dijo...

Publicado en:

http://www.diariodezihuatanejo.net/2012/04/el-volcho-y-mi-suegra.html

Noticias de Chiapas dijo...

Publicado en:

http://issuu.com/noticiasdechiapas/docs/ndch-abril-10-2012

El Observador (Veracruz) dijo...

Publicado en:

http://www.elobservadorpr.com/TINTA_LIBRE.htm

NTR (Zacatecas) dijo...

Publicado en:

http://issuu.com/ntrmedios/docs/20120415