sábado, 31 de marzo de 2012

El pedestal de los escritores



Los escritores escriben porque no tienen más remedio que hacerlo. Es una fuerza suprema e incontrolable que los obliga a escribir, así como el suicida se tira del décimo piso o se vuela la tapa de los sesos con una pistola por culpa de una fuerza suprema, misma energía que invade al futuro plomero, independientemente de que trabaje de albañil u oficinista, tarde o temprano terminará reparando tuberías.

La escritura es un arte, cierto. Pero no por eso los escritores tienen que subirse pegando de gritos a un pedestal. También es cierto que la literatura mueve las fibras más sensibles del alma, pero solo en teoría, y no toda. En lo que a mí concierne, me parece más un arte poner a volar un armatoste de acero con alas o malabarear al mismo tiempo diez mandarinas en mitad de la calle. Los escritores hablamos de nosotros mismos tal cual fuéramos el 100% criaturas celestiales, mitológicas, de universos paralelos. Igual existimos escritores malos, malísimos, cantidad, y no por ello dejamos de ser escritores. La arquitectura también es un arte. Asómate por la ventana de casa, observa el vecindario. Hileras de obras anónimas e intrascendentes flanqueándote, deprimiéndote. No por ello dejan de ser artistas los señores que las diseñaron.

Por eso no puedo evitar reír cuando los escritores buscamos desentrañar la pregunta ¿qué es un escritor? Inmediatamente tocamos con laja. Todos. Eso sí, los más osados se animan a decir qué no es ser un escritor. A saberse, según nos cuenta la Justin Bieber de la literatura mexicana, Julieta Lomelí Balver: “Un escritor no es aquel que gana una beca del FONCA y no entrega los reportes finales de su trabajo. Un escritor no es aquel que se hace becario de la Fundación y no es capaz de escribir mínimamente un libro en el tiempo que ha pertenecido a ella… Y por ultimo, ser escritor, jamás, en ningún caso, quiere decir escribir chismes”.

Entiendo a Julieta, la rabia que siente de ver que bequen a una persona (no hay que llamarlo escritor, no vaya a ofenderse) y no le ponga el punto final a su novela o proyecto. Eso no significa que el becario no sea un escritor. Hay que recordar que existe un filtro. Para acceder a una beca (y no lo digo porque yo haya sido becario del FONCA por obra y gracia del Espíritu Santo) tienes que ser elegido por un jurado conformado en su mayoría de escritores probados, publicados. Difícilmente alguien que no haya escrito algo en su vida obtendrá la beca FONCA o de la Fundación. Más bien, lo que existe son escritores perezosos o muy prolíficos que terminan escribiendo borradores de varios libros en vez del libro por el cual lo becaron. Y en cuanto a los chismes, por favor, (y lo que voy a decir a continuación no lo tomen como una verdad, lo escuché de la boca de un escritor consagrado) la mamá de García Márquez le dijo a un reportero: “Mi hijo no es ningún genio, todos sus libros lo saca de lo que le cuentan sus amigos y familiares”.

viernes, 30 de marzo de 2012

Vivir del arte (aunque sea un año)



Dicen que es imposible ganarse la vida con el arte, lo cual, hasta cierto punto, puede que sea verdad. Es insignificante el porcentaje de artistas que viven haciendo lo que aman, por ende, si la gente se entera que eres pintor, músico, ensayista, etc., de inmediato te barren con la mirada de arriba abajo y te colocan en el 99.9% de vagos y buenos para nada que viven construyendo castillos en el aire.

Sin embargo, a favor de los artistas se puede afirmar que el país cada día le da más argumentos para rebatir a los hombres probos de la sociedad que los mal miran y recriminan por desperdiciar su vida en quimeras, pues cada momento hay más doctores manejando taxis, flamantes licenciados atendiendo cajas en minisupermercados, economistas vendiendo tarjetas de crédito en bancos y tiendas departamentales, y otros cientos de miles de profesionistas indispensables para la raza humana que no encuentran cabida en empleos para los que se quemaron las pestañas durante largos 5 años en la universidad.

Si eres un subhumano para la sociedad, es decir, un artista (o con aspiraciones a serlo), estás de suerte. La próximo hoja del calendario es la que todo soñador de entre 18 a 34 años debe marcar con rojo, señal de que se les acaba el tiempo para meter un proyecto a la beca FONCA, y si hay suerte (o mucho talento) ser la envidia de colegas y amigos, y por qué no, callar de una buena vez las bocas de toda esa gente que los ha menospreciado y tildado de escoria.

¿Qué es la beca FONCA? Definición oficial: El Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (FONCA) es un organismo público mexicano dependiente del gobierno federal, creado para apoyar la creación y la producción artística y cultural de calidad; promover y difundir la cultura; incrementar el acervo cultural, y preservar y conservar el patrimonio cultural de este país. Fue fundado el 2 de marzo de 1989, y su misión es bla, bla, bla. Lo único que te debe importar es que durante un año, puntualmente, mes a mes te pagan 8,532.20 pesos. Más de lo que sueñan todos esos hombres corbata tras un mostrador donde los explotan y avinagran el carácter porque están desperdiciando su vida en un trabajo que odian.

¿Es difícil obtener la beca? Nada es fácil en la vida. Yo la obtuve en el 2010. Claro que durante 5 años consecutivos fui rechazado, pero eso fue gracias a que durante un lustro escuché a todos los que me susurraban al oído que el 99.9% de los artistas son unos muertos de hambre.       

¿Por qué no aspirar a ser el .01%? A fin de cuentas, con beca o sin beca, el artista nace y muere siendo artista.

P.D. AQUÍ puedes consultar las bases.

jueves, 29 de marzo de 2012

La viga en nuestros ojos



The Help (Historias Cruzadas) es una película que ahora mismos está en el cine. Éxito de taquilla, de crítica, nominada a varios premios Oscar, etc. O sea, la vio hasta Dios Padre. Si no la has visto (cosa que dudo) recomiendo evites gastar tu dinero en un boleto, pues está en tus manos experimentar algo más extraordinario que el 3D, lo único que tienes que hacer es mirar a la sirvienta de casa. Observarla bien. Si eres muy osado, dirigirle la palabra. Pero no como siempre, que es para encargarle cosas o que limpie aquí o acullá. Pregúntale dónde vive. A cuántos kilómetros de la ciudad está ese pueblo o ranchería de nombre extraño que te ha dicho. Si está casada o vive con sus padres. Si tiene hijos. Cuántos. Si tiene hermanos. Cuántos. Si ha muerto algún integrante de la familia. Cuántos camiones tiene que abordar hasta llegar a su trabajo. Qué grado de estudios alcanzó. Si le parece justo lo que gana por trabajar más de diez horas al día.

Skeeter Phelan es una jovencita sureña que regresa a casa (Mississippi) al graduarse de la universidad. Son los años sesentas. Por eso sus amigas la ven como un bicho raro. En el sur pocas mujeres estudian una carrera, y mucho menos tienen la disparatada idea de querer ser independientes, buscarse un trabajo y soñar con ser escritoras. Skeeter le propone a un periódico de Nueva York hacer un reportaje sobre la vida que llevan las sirvientas, al fin y al cabo hay un agitador de masas llamado Martin Luther King que anda pregonando que es indignante que su país (en teoría el más poderoso del mundo) margine y trate a los negros como a esclavos, peor que a animales.

La señorita Skeeter logra entrevistar a un montón de sirvientas. La mayoría criadas de las amigas de su mamá. Las narraciones son espeluznantes. Por poner un simple ejemplo, las sirvientas no pueden usar el mismo baño que las señoras de casa, tampoco comer de la misma vajilla, pero paradójicamente sí pueden cuidar, mimar y amar a sus hijos pequeños. Niños que al crecer, lejos de conmoverse por el inhumano trato que reciben las mujeres que los criaron, repiten el patrón de mamá y tratan a sus nanas como si fueran seres repugnantes, llenos de infecciones, o sea, una raza inferior.

The Help nos ha conmovido hasta el tuétano. Nos ha hecho avergonzarnos de nosotros mismos. Querer construir una máquina del tiempo y viajar a los años sesenta, específicamente a territorio norteamericano para jalar de las orejas a esos yanquis desalmados. Todo esto pensamos (en un lapso de dos horas y media, que es lo que dura la película) mientras ignoramos a la indígena analfabeta y sin seguro social, que come y bebe en platos y vasos de plástico, que defeca y duerme en el cuarto-bodega al fondo de nuestra casa. El fantasma que nos heredó el acento aporreado del que tanto nos avergonzamos.

miércoles, 28 de marzo de 2012

Que siempre no son más de 60 mil



Un lector me ha sacado de mi error. Que no son más de 60 mil muertos los que lleva Calderón en su sexenio. No señor. Que eso lo decimos los periodistas irresponsables de tal manera como si el gobierno los hubiera matado, cuando el 90% (o más) es resultado del ajuste de cuentas entre criminales, sin que el gobierno haya intervenido matándolos.

Ojo, ahí no acaba la disertación.

Que otro porcentaje grande murió, continúa el lector, cuando los criminales estaban atacando al ejército, y en un porcentaje mucho menor, fueron negligencias, asesinatos y ejecuciones en las que participó el gobierno, por así decirlo.

Y aquí sale el peine.

El lector me dice que Héctor Aguilar Camín menciona en su columna de Milenio (Los muertos de Calderón, 2012-01-16) que “la abrumadora mayoría de las muertes violentas registradas en estos años no son fruto de la acción represiva del gobierno, sino de la espiral homicida de las bandas criminales. La cifra completa de homicidios vinculada al crimen organizado corresponde precisamente a ejecuciones hechas por esas bandas, no por el gobierno. Según la PGR, entre enero y septiembre de 2011 esos homicidios fueron 12 mil 903. Sumados a los registros de 2007 a 2010, dan la cifra que los medios redondean en Los 50 mil muertos de la guerra de Calderón. La fórmula debería ser, en rigor, los 47,515 homicidios realizados por las bandas criminales durante el sexenio de Calderón”.

No cabe duda que cuando te aporrean en la cara cifras, datos, estadísticas y porcentajes, uno se queda de piedra. Incluso piensas, caramba, que inteligente es el señor Aguilar Camín. Con razón los lectores me reclaman que los estoy desinformando. Lástima que todas esas cifras tan frías provengan, primero que nada, de un gobierno que realizó un fraude (probado) para hacerse de la presidencia; segundo, mismo gobierno que no tiene empacho en montar espectáculos mediáticos ante las cámaras de Televisa, amañando pruebas y torciendo la ley, todo sea en pos de castigar a los “criminales” (véase el caso Florance Cassez).

Existe algo que se llama sentido común, y eso es más fuerte que cualquier cifra. Cuando eres el hombre más poderoso del país y decides invertir multimillonarias cantidades del presupuesto nacional en una guerra estúpida e inútil (y además cacarearla con orgullo) en vez de en educación, cultura, ciencia y tecnología, entonces tú y tu partido son culpables de todas y cada una de las muertes, sean directas o indirectas.

martes, 27 de marzo de 2012

Los Pedrófilos



Finos caballeros que siguen las enseñanzas de San Pedro, el apóstol favorito de Jesús, a quien "encargó el changarro" cuando tuvo que asistir a su cita con la cruz. ¡Y ya sabemos que Pedro hizo un magnífico trabajo! ¡Vaya que la Iglesia Católica ha sido una fuerza del bien, indispensable para el progreso del ser humano! ¡Es imposible no amar a Pedro!

-Oiga, padre, y usted, ¿por qué es Pedrófilo?

-Hay mucha gente enferma que dice cosas terribles de nuestra religión y de la Institución fundada por inspiración de Dios, ¡qué lástima me dan! ¡Qué equivocados están! ¿Qué no saben que la Castísima Iglesia Católica, Apostólica y Romana no deja de hacer el bien, y de repartir sus bienes con el prójimo?

Entre 1950 y marzo de 2007, la Iglesia ha pagado la bicoca de 2.1 BILLONES DE DÓLARES en indemnizaciones por abusos  sexuales.

Los niños violados recibieron entre $25,000 y $4,000,000 de dólares dependiendo de la gravedad del abuso sexual del que fueron víctimas. Las investigaciones realizadas a raíz de las últimas denuncias de abuso por parte de sacerdotes revelaron que un 4% (ojo: es un estimado conservador) de la diócesis puede haber incurrido en ataques por el estilo. Traducción: de cada 25 sacerdotes, uno puede haber incurrido en una falta semejante. ¿Conoces a 25 sacerdotes? Bien, a lo mejor conoces a un pederasta.

Mensaje final: La Iglesia te agradece que sigas pagando tu diezmo. Sin él, sería imposible solventar los gastos legales de silenciar a tantos niños a los que… usted ya sabe. Sigan enviando a sus hijos e hijas con sacerdotes, se encargaran de cuidarlos bien y sembrar en ellos la semilla del amor de Dios.

P.D. Dedicado, aunque no lo parezca, a mis amigos y amigas que no han perdido la fe en esa maligna institución. Algunos de ustedes son mucho más tolerantes conmigo de lo que yo puedo serlo con ustedes, y (lo digo en serio) los admiro y los respeto por eso. Gracias por su amistad.

lunes, 26 de marzo de 2012

Publicidad “encubierta”



El buen observador (y hasta el que no lo es) habrá notado una serie de espectaculares regados por toda la ciudad de Mérida. El Azul es compromiso y eso, tú ya lo sabes. “El Azul es oportunidad y eso, tú ya lo sabes”. Entre otros vergonzosos e ilegales etcéteras.

El IFE prohibió a los partidos políticos hacer mítines, spots y publicidad del día 16 de febrero al 28 de marzo.

-No estamos infringiendo ninguna ley –me dice un amigo panista, llevándose el dedo índice a la frente en señal de “mira que inteligentes somos”-, si te fijas, en los espectaculares no está el escudo del partido.

¿Ese es el gobierno que nos merecemos por otros seis años, tramposo, que burla la ley, que restriega y presume en nuestras narices la impunidad con la que se mueve?

Por supuesto que sí. Los ciudadanos somos una calca de los políticos. Engendrados en el mismo estiércol. Si vemos una franja amarilla pintada en la acera o un cajón de estacionamiento para discapacitados, raudos y veloces lo ocupamos. Evadimos impuestos (so pretexto de que los políticos son unos ladrones, y vaya que lo son). Copiamos en los exámenes. Hacemos marchas para que no nos evalúen como profesores. Si somos bendecidos con una herencia familiar, no dudamos en falsificar firmas del testamento para dejar en la calle al resto de nuestra sangre. Secuestramos. Contaminamos. Traficamos. Robamos. Mentimos. Violamos. Pervertimos. Celebramos al amigo corrupto y menos apto. Si tenemos una empresa, extorsionamos. Discriminamos. Tratamos como animales a las personas del servicio. Les vemos las tetas con descaro a nuestras empleadas. Explotamos. Pisoteamos. Escupimos. Encubrimos. No votamos.

Viajo a la ciudad de Campeche y me topo con el siguiente espectacular:




Los ciudadanos y los políticos hemos entrado en una franca batalla para ver quién destruye primero al país.

Mi humilde opinión: vamos empatados.

Y para muestra, un botón: ya que no tengo las carretadas de dinero para tapizar la ciudad con propaganda ilícita, miren lo que mandé hacer con la ayuda del Photoshop.


Photoshop: PonySR. Idea espectacular: Rodrigo Salazar.


sábado, 24 de marzo de 2012

A propósito de Ratzinger


No podía dejar de aportar mis dos centavos al tema que está en boca de todos. Que venga a México el máximo representante de Dios en la Tierra me tiene sin cuidado, o mejor dicho, me provoca risa (y también nauseas). Solo un idiota (y vaya que son muchos) puede afiliarse y amparar su fe en una institución multimillonaria que paradójicamente asegura que el Reino de los Cielos es exclusivo de los pobres.

¿Debemos entender que si uno es de clase media o clase alta no podrá gozar de la vida eterna? Si eres católico, así es. Sin embargo, la oligarquía no tiene miedo de arder en el Infierno, todo lo contrario, está muy segura de que San Pedro les abrirá las puertas de oro gracias a que van a misa todos los domingos, almuerzan y compran joyas y coches último modelo a arzobispos y sacerdotes cuyas iglesias están ubicadas en barrios elegantes, construyen centros de rehabilitación para niños minusválidos (y luego los contadores de sus compañías transnacionales lo deducen de impuestos), entre otras lindezas.

Dirán misa las amigas católicas, apostólicas y romanas de mamá, el señor Ratzinger no ha venido porque le preocupe la ola de violencia que azota al país, tampoco vino a dar un aterciopelado mensaje de paz o a transformar por arte de magia en personas menos sanguinarias a los sicarios y narcotraficantes; el representante Dios en la Tierra vino a pasar la charola en las narices de sus seguidores, tal cual ha sido la capitalista costumbre desde Juan Pablo II, que con todo y su cara de ancianito bueno, palomas revoloteándole a un costado, encubrió a su amigo Marcial Maciel, pederasta y gurú de los Legionarios de Cristo.  

¡Calumnias! ¡Hereje! ¡Hombre sin fe! ¡Satanás! ¡Uay chivo! Ya los puedo escuchar. A la hora de hacerse a los ciegos, los católicos de eso piden su limosna. Ojalá que al igual que con Baritmeo, ocurra un último milagro y millones de creyentes abran los ojos y vean que el Vaticano no es más que una corporación que cotiza en la Bolsa, que al ver mermadas sus arcas a falta de clientela, ponen el dedo en el mapa (por lo general en países subdesarrollados) y se van de gira artística montando el circo que todos ya vimos.   

jueves, 15 de marzo de 2012

Juventud, divino tesoro


Este escrito en realidad es un refrito de “Los nuevos amos del mundo”, artículo publicado en agosto del 2007.


Es curioso, elección tras elección, sexenio tras sexenio, los políticos se empeñan en repetir hasta el hartazgo la cantaleta de siempre: los jóvenes serán los encargados de rescatar al país del inframundo. Y ya ven que no. Nada más alejado de la realidad. Para muestra tenemos al multicitado y ahora famoso joven Juan Pablo Castro, quien la semana pasada durante su inolvidable participación en la sesión del parlamento juvenil organizado por la Asamblea Legislativa del DF, soltó desde la tribuna toda suerte de lindezas, siendo la más reproducida y destacada en los periódicos y redes sociales la siguiente: “¿A qué se ha dedicado el PRD en el Distrito Federal?, simplemente a destruir todas las instituciones, como por ejemplo, permitiendo el matrimonio de jotos, permitiendo el aborto”.

En otros tiempos (extintos pero no muy lejanos), la gente mayor era quien controlaba el mundo. Los capitanes de ese mundo eran señores con arrugas en el rostro, canas en la cabellera y miradas cansadas y graves, secuelas ineludibles de la experiencia. Estos señores de los que les hablo estaban tras los escritorios de las gerencias en las empresas, en las aulas de las escuelas y en los curules de las cámaras de diputados y senadores.

¿Era mejor el mundo con estas personas sosteniendo los pilares para que la sociedad no se desmoronara? La verdad es que no, pero al menos el mundo tenía un poco de dignidad, esa dignidad tan exigua que fácilmente se confunde con el cinismo que hoy día practicamos con toda maestría.

En aquellos tiempos los jefes, los profesores y los políticos estaban bien identificados: para los jóvenes eran los explotadores, los represores y los dictadores; señores a los que se les hablaba de usted y de los que, si eras lo suficientemente inteligente para parar la oreja cuando hablaban, incluso terminabas por aprender algo positivo, al menos en materia laboral y de educación. Ellos vivían en su mundo y nosotros en el nuestro. Existía un código no escrito en el cual se estipulaba que ellos mandaban y nosotros obedecíamos, con la condición de nunca mezclarnos salvo cuando creciéramos y fuéramos adultos con arrugas en el rostro, canas en la cabellera y miradas cansadas y graves como la de esos señores. Sin embargo, eso quedó en el pasado, ahora el mundo se fue al quirófano por una liposucción y una cirugía plástica. Los vejetes del ayer que te decían qué y cómo hacer las cosas se han extinto. Ahora los jefes de las empresas, los profesores de las escuelas y los políticos que nos gobiernan son los jovencitos que te dicen “salud” a un costado de tu mesa en el antro o en el burdel. Mozalbetes de cabellera engominada que ojalá hubieran invertido en su educación el mismo tiempo y esmero que dedican a lograr su apariencia de estrellas de Hollywood. Plumíferos embadurnados de ungüentos y cremas rejuvenecedoras que, ataviados con ropa de diseñadores de apellidos impronunciables (que ellos tienen la osadía de pronunciar con acento francés) te comentan que son los nuevos “ejecutivos de cuentas master junior” o sabrá Dios qué, de las transnacionales que controlan todo el mercado local.

Lo mismo ocurre con el púber que a velocidades vertiginosas se empina de un sorbo la cerveza íntegra para beneplácito de su juvenil corte que le anima con el infalible: “fondo, fondo, fondo”; jóvenes que no dudan en palmotear la espalda del Barón de la Cerveza, que resulta ser también su profesor, prefecto o director de escuela. Y es que así aprendimos a gastárnoslas, es el mundo súper moderno e igualitario que nos tocó vivir. Uno donde todos somos culpables en igual medida de estar recogiendo lo que tan bonitamente cosechamos: frutos frívolos, egoístas e igualados que se han dado cuenta que la experiencia sirve para lo mismo que la educación, es decir, para nada; donde lo más redituable es ser joven (no importa que seas un viejo ridículo que se comporta y actúa como un adolescente), un arrogante y un analfabeto de profesión, carente de todo sentimiento y valores para así granjearse el aplauso y la admiración popular que finalmente les darán los votos necesarios para ganar las elecciones municipales, estatales o presidenciales. Porque son los jóvenes quienes ahora dictan las leyes y quienes gobiernan. Quienes se sienten con el derecho y la sabiduría de tomar las riendas de un Estado o de un país. Jóvenes confiados y seguros de sí mismos que tienen la plena certeza de que las cosas marcharán mejor en sus manos, pues, ¿acaso no era Alejandro Magno un mozalbete en el albor de sus veintes cuando conquistó todo el mundo antiguo? ¿Por qué entonces no pensar que es una magnifica idea que nuestros futuros gobernadores o presidentes sean unos veinte o treintañeros?

Es por eso que espero que los jóvenes tomen a como dé lugar el sitio que les corresponde en la sociedad, es decir, ser los amos y señores absolutos del mundo, sin importar que su profesor se llame MTV y no Aristóteles. 

martes, 13 de marzo de 2012

Invitación flageladora


Ayer en la tarde me presenté en la FILEY. Hoy, familiares y amigos me reclaman airadamente diciéndome que por qué no los invité. Eso demuestra que no me leen en absoluto. Colgué la invitación del lado derecho de mis dos blogs, también lo publiqué en Facebook y Twitter. Incluso subí un par de posts donde informaba de la charla que daría en compañía de otros escritores.

En fin, para no hacer largo el cuento, esto fue lo que leí a manera de introducción. 

Luego rematé (con el público y mis colegas soltando bostezos) con una lectura de dos capítulos de mi novela Mala Racha. En realidad tenía previsto leer tres capítulos, pero como les dije, el público y mis colegas bostezaban. Levanté la cabeza de mis hojas y cual Dios misericordioso puse punto final a la tortura.  

A petición de algunos sabios lectores que tuvieron el buen tino de no asistir a la charla, cuelgo los dos capítulos (y el tercero que no leí) de la novela. Los saltos en los capítulos son intencionales.
 

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Mentiría si digo que no he releído una docena de veces el mail. Estoy en estado de shock. Oficialmente, soy de nueva cuenta un hombre desempleado. O mejor dicho, un escritor no remunerado. Esta madrugada (no por voluntad propia) doy un paso al costado de la escuálida, raquítica o casi inexistente fila de sujetos (algunos se hacen llamar así mismos intelectuales) que pueden darse el lujo de presumir que reciben dinero a cambio de sus escritos. Nada es para siempre. Bien lo vaticinaron los economistas, gobernantes, empresarios y demás especialistas encargados de mover el dinero alrededor del mundo, que la crisis económica mundial no tardaría en mostrar su más perverso rostro. En mi caso, lo acabo de comprobar en carne propia al revisar mi bandeja de entrada del Hotmail.

No es fácil asimilar un despido. Un despido se siente igual que cuando te informan que murió un ser amado. La noticia es inesperada. Aunque admito que cuando trabajaba en el corporativo transnacional que tanto enorgullecía a mamá, no había día en el que no pensara que mis jefes me llamarían a su oficina para pedirme una explicación sobre mi ineficiente labor en el puesto que me asignaron, para luego echarme a patadas al quedar mudo frente a ellos sin poder demostrar que no era un completo inepto. Curiosamente esto nunca pasó. Incluso me ascendieron de puesto justo antes de renunciar. Todo lo contrario ahora, cuando me sentía seguro, escalando peldaños en el mundo editorial, en un trabajo que no se podía llamar trabajo sino una diversión, vienen y me dan la patada en el culo. Y para colmo, lo hacen a través de un e-mail de lo más ambiguo.

¿Qué coño significa eso de nuevos planes y reestructuración editorial dentro del periódico? ¿Tan mala será mi columna para no entrar en los dichosos planes y reestructuración editorial dentro del periódico? ¿Acaso existirá un oscuro trasfondo que desconozco? ¿O será tal vez que el inmortal Pepe Lastra cumplió su promesa del Primer Encuentro de Jóvenes Escritores del Sureste Mexicano donde me prometió (pedísimo) que algún día se encargaría de que no me publicaran nunca más en ningún periódico?

Debo actuar con cabeza fría. No puedo darme el lujo de que mamá se entere de que me han echado del periódico. Le rompería el corazón, por no decir que con renovados bríos volverían sus ataques de angustia al pensar qué será de su hijo favorito.


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-¿Quién murió? –pregunta P al entrar al cuarto.

-Nadie –respondo nervioso, intentando tapar con mi espalda el monitor de la computadora-. Solo estoy revisando un mail, ¿por?

-Tienes cara de a ver visto un fantasma.

Guardo silencio. No estoy preparado (aún) para iniciar un lloriqueo sobre mi sorpresivo despido. Vuelvo la mirada hacia la pantalla de la computadora. En un acto desesperado, decido camuflar la realidad: envío una respuesta a la Gerencia General del periódico de la manera más distinguida que puedo, es decir, rogándoles que por favor sigan publicando mis escritos, que de ahora en adelante escribiré gratis, y de ser negativa su respuesta, estoy dispuesto a pagar de mi propio bolsillo para que mi columna siga apareciendo todos los domingos.

Nada más oprimo el botón enviar, fiel a mi naturaleza de pobre diablo, me arrepiento. Me invade una cruda moral.

¿A qué se deberá que sea yo una persona infatigable en el arte de la autohumillación?

Hago una lista mental:

1. Que mamá siga creyendo (o mejor dicho, autoengañándose) que soy un faro de luz, un hombre productivo para la sociedad, o lo que es lo mismo, que bajo ningún motivo, causa o razón se entere de que una vez más soy un adulto desempleado, un paria, una carga social.

2. Evitar darles una tarde redonda de placer a las cacatúas amigas de mamá que con seguridad serán inmensamente felices de enterarse que nuevamente soy un escritor no publicado.

3. Descubrir cuál ha sido la causa real de mi despido, misma que, sospecho, no es una, sino varias.

Primera causa: La Gerencia General se percató que soy un escritor mediocre, sin el talento suficiente para persuadir a la gente que compre el periódico del domingo para leer mi desangelada columna.

Segunda causa: La crisis económica mundial orilló a los patrocinadores del periódico a no invertir tanto dinero en anuncios, lo que provocó que la primera medida que los directivos del periódico tomaran al ver mermadas sus arcas fuera la de suspender mi exiguo salario de articulista.

Tercera causa: El consejo editorial tiene la errónea creencia de que soy un buen escritor, aunque claro, no lo suficiente como para desembolsar un peso para publicar mis delirios de grandeza.

Cuarta causa: Alguna de las amigas cacatúas de mamá (seguramente esposa de algún poderoso político), indignada por mis escritos, tomó el teléfono y giró instrucciones para que me despidieran del periódico.

Quinta y última causa: Los sagaces encuestadores del periódico finalmente le pasaron el reporte de sus encuestas a la Gerencia, que a groso modo podría resumirse de la siguiente manera:

Encuestador: ¿Conoce usted el periódico?

Encuestado: Sí.

Encuestador: ¿Cada cuando lo compra?

Encuestado: Nunca, la cacatúa de mi esposa es quien lo lleva a casa todos los domingos.

Encuestador: ¿Lee usted el periódico?

Encuestado: A veces.

Encuestador: ¿Cuál es su sección favorita?

Encuestado: Deportes.

Encuestador: De casualidad, ¿usted lee la sección de nuestros articulistas?

Encuestado: ¿Articulistas? ¿Tienen ustedes articulistas?


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Eduardo Huchín me ha sugerido que no claudique, que busque trabajo en otro periódico. De preferencia uno que esté en la ciudad, así podré ir a hablar personalmente con todos los editores de los periódicos campechanos.

Decido seguir su consejo. No tengo opción.




Entro al barrio de San Román. Pregunto a un anciano que toma el fresco sentado en la banqueta si sabe donde están ubicadas las oficinas del periódico El Sur. El viejo niega con la cabeza. En el horizonte solo veo casas habitación. Ni rastro del periódico. Reviso la dirección que me proporcionó Eduardo. Estaciono el volcho. Camino de ida y de vuelta la calle Allende en completa penumbra.

-Qué desea –me aborda un señor con cachucha de alguacil que aparece de la nada.

Doy un respingo. Le explico al hombre que estoy buscando las oficinas del periódico El Sur.  

-Adelante –señala un callejón oscuro como la boca de un lobo.

Dudo. Pero enseguida recuerdo que estoy en Campeche. Lo peor que puede pasarme es que me quiten los cincuenta pesos que tengo en la cartera. El señor de cachucha me escolta. Me resigno a recibir una emboscada.

-Pase usted –el señor abre una puerta de latón.

Decenas de jovencitos trabajan (o simulan trabajar) en computadoras viejísimas, sentados en línea recta en un galerón apenas alumbrados por barras de luz amarilla que no cesan de parpadear.

Al final del pasillo un señor con gafas de fondo de botella me hace una seña. Camino con cuidado sobre las baldosas para no pisar algún cable de las computadoras. El techo es altísimo y está infestado de papalotas que no cesan de revolotear sobre las cabezas de todos.

-Luego de unos años uno termina por acostumbrase a ellas –dice el editor a manera de saludo.

Hora y media dura la entrevista, en todo ese lapso, el editor se dedica a alabar mis escritos.

-Si te soy honesto, algunos nos han gustado tanto que los hemos publicado aquí en el periódico.

Primera noticia. Quizá si supiera dónde son los puntos de venta del periódico tal vez me hubiera enterado que aquel pasquín viene publicándome desde hace tiempo. Entonces reparo en que tengo la mitad del camino recorrido. Cuestión de fijar el salario que debería percibir por cada uno de mis escritos publicados.   

-Lo siento, mi amigo, en el periódico tenemos la política de no pagarle a nuestros colaboradores.




-El licenciado está en una junta, en un momentito le atiende –dice la secretaria.

Paso dos horas sentado en la recepción hasta que la secretaria me informa que el licenciado tuvo que salir a atender unos asuntos personales.

-Deme sus datos y yo me aseguro de que se comunique con usted.

Dicto mi nombre y apellidos. La secretaria tuerce la boca. Me mira con asco.

-¿Qué a usted no le da vergüenza escribir lo que escribe?




-Finge que no me conoces –me recibe Eduardo en el estacionamiento.

Una cabeza se esconde detrás del monitor de una computadora. Gaby parece estar muy concentrada en la pantalla. Atravieso el pasillo del periódico. El editor me cierra en las narices la puerta de su cubículo. 

lunes, 12 de marzo de 2012

Quedarse calvo


La imagen (o twit) sobre estas líneas demuestra y pone de manifiesto que las musas además de inspirar a los artistas, también cumplen con la función de aterrorizarlos psicológicamente para lograr el éxito. Apuesto a que ningún escritor les había soltado a la cara semejante verdad.

El día de ayer el suplemento dominical de El Universal se compadeció nuevamente de mí (ahora abusando de mi discapacidad capilar) y me invitaron a contarles una historia sobre el horror que es quedarse calvo.



AQUÍ puedes leer la historia.

viernes, 9 de marzo de 2012

Un día de celos


9:00 a.m.

No, no ha sido un error. Tampoco un sueño. El prestigioso periódico El Universal cuenta con un suplemento dominical que tiene la vocación de contar historias y cuentos de la vida real, es decir, cero ficción. El director de la publicación me ha contactado luego de leer mi escrito Bicho en la revista Orsai.

-¿Cómo podemos hacer para que una pluma tan educada como la tuya forme parte de nuestra revista? –me pregunta.

-Sáquenme de la indigencia y soy todo suyo –respondo con lágrimas en los ojos (y un poco incrédulo en eso de la pluma educada).

-Hecho –dice el director-, te invitamos a escribir cuentos de la vida real en Domingo.

El primer encargo que me hacen es un reportaje narrativo amplio sobre los celos: ¿por qué somos tan celosos los mexicanos?, ¿somos más o menos celosos que los amorosos de otras nacionalidades?, ¿los celos han incrementado en la era de las redes sociales?, ¿qué dicen los especialistas sobre los celos?, ¿qué expresan?

Empiezo a sudar frío. Para intentar dar respuesta a estas interrogantes imposibles, tengo que entrevistar por fuerza a celosos empedernidos, contactar asociación de celosos anónimos que necesiten ayuda profesional, hablar con psiquiatras, psicólogos y terapeutas que me platiquen qué les cuentan los celosos en los consultorios.


* * *


10:05 a.m.

Mamá me pide ir a comprar una lata de cerveza para preparar los fríjoles charros del almuerzo. Ignoraba que uno de los ingredientes de los frijoles charros fueran 355 mililitros de cerveza.

No será el único descubrimiento que haré en el transcurso del día.

-Once pesos –dice con cara de sorpresa el dependiente del minisúper. 

-Es para los frijoles charros de mamá –me disculpo con el dependiente (y con la nutrida fila de compradores que me observan con mirada reprobatoria; es obvio que solo un alcohólico acompaña su desayuno con cerveza).

Me escabullo del minisúper. Cruzo la calle. Me detengo a leer un anuncio sobre un pequeño local: Neuróticos Anónimos “Fuente de la Felicidad”.

-No sienta vergüenza –me dice un hombre de cabellera engominada, camisa a cuadros, bolígrafo metálico en el bolsillo y pantalones caqui de pinzas.

-…

-Nosotros no juzgamos a la gente –interviene una señora de ojos enormes, vestida toda de negro.

-Tenga –el licenciado me entrega una invitación.

-Hoy en la noche celebramos nuestro séptimo aniversario –dice la señora dándome un par de trípticos.

-Les aclaro que la cerveza no es mía –intento explicar el uso que daré a la lata de cerveza que intento ocultar a mis espaldas.

-No se preocupe, tranquilo –el hombre me palmotea el hombro-. Ya ha logrado dar el primer paso.

-Estamos orgullosos de ti –la señora disfrazada de viuda hace un esfuerzo sobrehumano por endulzar su rostro cubierto por un velo de histeria.


* * *


12:20 p.m.

-¿Trata siempre de justificarse o defenderse?

-No.

-Por supuesto que sí.

-Claro que no.

Uno de los trípticos que me entregaron los chiflados de Neuróticos Anónimos resultó ser una encuesta. Fiera continúa con el interrogatorio.

-¿Padece ansiedad en ciertos momentos?

-No.

-¿Y qué me dices de tu caída de pelo?

-Eso se llama herencia genética, papá era calvo; también mis dos abuelos.

-¿Exagera pequeños problemas?

-Por supuesto que no. ¡Claro que no! Ni me mires así. Tú eres la que siempre está exagerando todo. Yo soy la persona más tranquila del mundo.

-¿Pierde empleos?

-No.

-Claro que sí, estás desempleado.

-Esa pregunta no cuenta, nunca me han despedido de ningún trabajo.

-Será porque nunca has tenido uno.

-Escribir es un trabajo.

-¿Hace cosas que considera tontas?

Me levanto de la silla de un salto. Intento arrancarle la encuesta a mi chica. Ella se defiende dándome una patada en el bajo vientre. Mis reflejos ya no son los de antes. Me retuerzo en el suelo.

-¿Miente sin necesidad?

-…

-Deja de quejarte como una niña y responde: ¿miente sin necesidad?

-A veces.

-¿Sí o no?

-Solo cuando escribo.

-O sea, siempre.


* * *


2:13 p.m.

Todo apunta a que soy un neurótico. Tuve 25 respuestas de Sí de un cuestionario de 26 preguntas. Curioso que el único No que me concedió Fiera fuera a la pregunta “¿Eres celoso y desconfiado?”. Mi primera novia que es psicoanalista (traducción: amante de Freud) y a quien todavía le gusta seguir analizándome, me ha dicho que esto se debe a que las personas son cóncavas y convexas, es decir, las parejas embonan sus partes insanas como piezas de rompecabezas.

-¿Estás diciendo que Fiera y yo somos una especie del símbolo del ying y yang?

-Exacto, solo que un ying y yang distorsionado y enfermizo.  


* * *


3:18 p.m.

Fiera y yo tenemos una relación perfectamente saludable, las teorías y suposiciones de mi ex novia no son más que una muestra irrefutable de los celos que le tiene a mi estabilidad emocional. Por eso desconfío de los psicólogos. Se creen tener la respuesta de todo. Si los invitas a una fiesta, lo primero que harán será sentarse, cruzar la pierna, acariciarse el mentón y asentir a todo lo que les digas mientras sacan un diagnóstico mental de cada una de tus palabras y las de tus invitados.

Sin embargo (o paradójicamente), varios de mis mejores amigos son psicólogos.

-¿Básicamente quiere decir que nosotros somos lo que somos gracias a lo que oímos y vimos de nuestros padres cuando éramos pequeños?

-Sí.

-¿O sea que, para Freud, mi novia se convertirá en su mamá?

-No necesariamente. No olvides que conozco a Fiera y me parece una mujer adorable.

El rostro de Alejandra se transfigura cuando le confieso una parte de la biografía de mi suegra.

-¡Jesús santísimo! –exclama mientras cuza la pierna y se soba la barbilla, signo ineludible de que ha empezado a tomar apuntes mentales.


* * *


Fiera creció junto con su hermano literalmente dentro de un coche. Almorzaban y cenaban en la parte trasera mientras su mamá les decía “abróchense los cinturones” y se dedicaba a perseguir al pobre de su esposo como corredora de Formula Uno por toda la ciudad. Eso sí, jamás logró comprobarle una sola infidelidad. Sin embargo, Fiera y su hermano (cuando estaban en tierra firme, es decir, en casa) eran obligados a ver la ropa interior de su papá. “¿Creen que esto sea pintura de labios”.

Una escena clásica de la familia Rodríguez tuvo lugar una tarde cuando mi suegra olvidó pasar a buscar a sus hijos al colegio por quedarse a vigilar justo enfrente de la oficina de su marido.

-¡Me violaron! –gritó y dio un portazo al entrar a casa.

Fiera y su hermano corrieron a abrazar a su mamá. Mi suegra, ahogada en llanto se desplomó en el piso.

-¿Quién fue? –bramó su esposo yendo por la pistola al cajón del cuarto-. ¿Quién fue?

-Así te quería ver… –dijo mi suegra incorporándose del piso y limpiándose el rímel que le manchaba de negro toda su cara- espero hayas aprendido tu lección, no me violó nadie, pero pudieron hacerlo, estuve estacionada enfrente de tu oficina todo el día y no te vi salir.


* * *

      
5:11 p.m.

Oficina de mi cuñado. Nada más atravesar la puerta mis más escalofriantes sospechas empiezan a tener fundamento.

-¡Hueles a queso! –le grita su novia para espanto de la concurrencia, es decir, su socio, dos clientes y yo.

-Tranquila, mi amor.

-¡Hueles a queso! –insiste la novia olisqueándole la cara como un sabueso-. Acércate para que te huela.

-Por el amor de Dios, suéltame –intenta escapar el infeliz.

-Sí, definitivamente hueles a queso.

-Mi amor, cómo se te ocurre semejante locura.

-Lo sabía, quién sabe con que mujerzuela te metiste.

Escapo de la oficina. Ya no es necesario preguntarle a mi cuñado si recuerda alguna otra bella anécdota familiar. Freud tiene razón: mi cuñado interpreta con maestría la secuela de la vida de su papá.

¿Cuánto tiempo le tomará a Fiera en convertirse en una celópata?


* * *

  
6:03 p.m.

-Bienvenido –me recibe Mishu, una señora de nariz aguileña, vestida con un escandaloso traje púrpura con vivos verdes.

El despacho es pequeño, las paredes pintadas de azul cielo, tapizadas de cuadros de ángeles en todas las posturas imaginadas y de libros que en su mayoría son del Tarot, el guía espiritual Osho y el best-seller brasileño Paulo Coelho.

De un cajón de su escritorio, Mishu saca un refractario de cristal, igualito al que usa mamá para cocinar brownies. Vierte una jarra de agua en el.

-Mira, aquí está tu R encerrada en una media luna –me informa.

-Ajá –digo, aunque en realidad no veo más que agua.

-Tienes dos procesos oscuros en tu contra.

-¿Dos procesos oscuros? –digo escandalizado.

-No te preocupes, lo que tienes que hacer es comprarte una de esas estrellas de cristal –Mishu apunta hacia un estante donde hay un par de estrellas de cristal-. Las venden en cualquier tienda esotérica, pide que sean estrellas que estén magnificadas con el eclipse lunar. Ya verás como todo se soluciona. Si no, cómprate unas veladoras de la abundancia y encomiéndate a la diosa Lakshmi, e invócala para que tu denario bendito se multiplique setenta veces siete.

Mishu mueve nuevamente el refractario lleno de agua.

-Aquí también veo una D negativa en tu contra.

-¿Una qué?

-Una D, una D de dedo. Y bastante fuerte. La transmutaremos para que no llegue hacia ti ninguna negatividad –Mishu mete unas piedras en el refractario de brownies (al parecer ese es el proceso de transmutación)-. Mmm, también veo que tienes un poquito mal de feng shui. ¿Duermes con los pies viendo hacia algún closet?

-No.

-¿La cabeza en la ventana?

-No.

-¿No? –Mishu me mira inquisitoriamente.

-No.

-A ver, vamos a ver, también tienes que reforzar tu área del amor, para eso tienes que comprar unos corazones de cristal y colocarlos debajo de la almohada de tu pareja, también tienes que amarrar y colgar con una cuerda roja la estatua de San Juditas Tadeo, pero cuélgalo de cabeza, en la cabecera izquierda de la cama, tiene que estar viendo hacia la ventana poniente de la habitación, y para que tu pareja te sea fiel vete vistiendo del color del día cosmogónicamente hablando, es decir, como hoy es el día del Arcángel San Rafael, vístete de verde, para que las emanaciones y los efluvios vengan para ti con buena vibración.

-Enterado –digo al tiempo que me maldigo por no tener ni una sola camisa color verde en el armario.

-Otra cosa muy importante que tienes que hacer es trapear todo el piso de tu cuarto con canela, esto espanta las malas vibras y te va a acercar con tu pareja armónica cósmica.

-Okey.

-Y no olvides encender cuatro veladoras de las siete potencias afrocubanas apuntando hacia los cuatro puntos cardinales, y al encenderlas debes decir lo siguiente: “En el nombre de Eros, Venus, Cupido y el divino señor San Antonio yo invoco al divino arcángel San Chamuel para que la fuerza del amor llegue hacia mí y me atraiga mi pareja armónica cósmica”. Tampoco olvides encomendarte todas las noches al divino maestro San Germain y al divino maestro Jesús el Cristo.


* * *


8:00 p.m.

-No puedo creer que te hayas rebajado a ir con una psíquica.

-Lo siento.

Me disculpo y le echo una ojeada al consultorio de mi amigo Javier.

-Es un regalo de mi sobrina, por si te estás preguntando si creo en los ángeles –dice Javier al descubrir que me he quedado con la mirada clavada en un cuadro donde aparecen dos ángeles vestidos con ropas de humano.

-¿Y crees en los ángeles?

-Creo en muchas cosas, en especial en los problemas y trastornos de las personas –mi amigo cruza la pierna y se acaricia el mentón-. Me has dicho que te urgía verme.

-Sí, pero ni creas que he venido en plan consulta, solo necesito información.

-¿Para algún reportaje?

-Puede ser –me hago al interesante y clavo la mirada en los libros que hay apilados sobre el escritorio-. ¿Qué obsesión tienen los psicólogos con Paulo Coelho?

-¿De eso se trata tu reportaje?

-No. Pero estaría bueno que alguien hiciera un reportaje de eso.

-¿A qué has venido en realidad?

-Necesito información sobre la neurosis.

-¿Qué tipo de neurosis?

-Los celos, básicamente.

-Ajá –mi amigo vuelve a cruzar la pierna y se soba la barbilla-. ¿Crees ser una persona celosa?

-Para nada.

-¿Crees que tu novia es celosa?

-No, pero temo que se convierta en su mamá.

-Háblame de la mamá de tu novia.

-Necesitaría de varias sesiones de terapia para contarte toda su linda biografía.

-Puedes comenzar hablándome de lo que más te preocupa de ella.

-Javi, deja de hablarme como si yo fuera tu paciente. Ya te he dicho que vengo en plan de amigo.

-En ese caso hazme el favor de sentarte y regresar ese libro a mi escritorio.    


-Fue un regalo.

-¿De otra sobrina, supongo?

-Dime exactamente para qué has venido.


* * *


Le he pedido a Javier que evite darme información inútil. Es decir, que no ahonde en lo que todo el mundo sabe sobre Freud, o sea, que los celos surgen por el complejo de Edipo y Electra o que si llego a tener celos de mi chica es porque soy un homosexual reprimido que en realidad se ha enamorado de un hombre y solo me estoy proyectando. O que los celos no son más que inseguridades personales.

-Si el psicoanálisis se resumiera a eso, cualquiera sería psicoanalista –me aclara Javier intentando ocultar la indignación en su voz.

-En ese caso, no me caería nada mal que compartieras alguna experiencia profesional que hayas tenido con algún paciente.

-Te advierto que no fue propiamente con un paciente –dice Javier con mirada dubitativa-. De hecho lo conoces, así que no voy a revelar su nombre.

-Tranquilo, estamos en confianza, soy una persona discreta.

-Fulano era un hombre feo, en la disco iba sobre la más gorda de las amigas de la mujer que le gustaba, y aun ella lo rechazaba.

-¿Estamos hablando de quien creo que estamos hablando?

-Prosigo con el caso –Javier finge no escucharme-. Cuando una guapa aceptó ser su novia, su baja autoestima lo hizo espiarla y una noche caerle a golpes a la ventana de su auto cuando vio que ella no estaba donde le dijo que iba a estar.

-¿Y ella sí lo quería?

-No, estaba con él por su dinero, pero ese no es el punto. El punto es que él siempre la acusaba de ser una puta, de serle infiel, pero me consta que ella nunca lo engañó.

-¿Y tú cómo lo sabes?

-Porque yo intenté acostarme con ella y no se dejó, era fiel. Pero Fulanito pensaba que era una puta porque él la engañaba todo el tiempo, con secretarias, mujeres de paga, etcétera. Esto es lo que se conoce como una proyección. 

-¿Eso quiere decir que mi suegra se muere de ganas de meterle el cuerno a mi suegro?

-Según Freud, me temo que sí. Es por ello que considera a la celotipia como una patología, ya que proyecta un conflicto interior en la otra persona, su pareja.

-¿Y existen otras corrientes psicológicas?

-Desde luego.

-Sé lo más breve posible –observo con descaro el reloj de pared del consultorio-, y evita usar palabras científicas y rimbombantes que nadie entiende.

-¿Puedo continuar?

-Adelante.    

-Enfoque sistémico de los celos.

-¿Eso qué es?

-Considera que el pasado es prácticamente irrelevante para el tratamiento de los celos.

-¿Algún ejemplo?

-Cuando una pareja acude a la terapia y describe las “locuras” que hace la esposa debido a sus “celos patológicos”, lo más probable es que el terapeuta pregunte qué elemento de la conducta del esposo la hizo comportarse de ese modo. Otra pregunta que el terapeuta podría plantear tiene que ver con la respuesta del esposo, que podría reforzar la conducta celosa de la esposa.

-Sospecho que a mi suegra le encantaría ir a esa terapia.

-No cantes victoria, cuando la esposa identifica el amorío del esposo como el problema central, es probable que el terapeuta le pregunte qué podría haber hecho ella para dar lugar a que su esposo tuviera un amorío, y qué hizo en respuesta a ese amorío.

-¿Alguna otra corriente? –me pongo de pie.

-También están los celos desde la perspectiva Gestalt –Javi me hace un ademán para que tome asiento de nuevo.

-Gracias, creo que ya tengo suficiente información con la cual pasar la noche en vela pensando que Fiera se convertirá en una celópata como su mamá.

-Escucha esta última, igual y te sirve a ti.

-¿A qué te refieres con que puede servirme a mí?

-Desde la perspectiva Gestalt, los celos son experimentados por personas que poseen un esquema fundamental en su personalidad central de tipo depresivo.

-¿Crees que padezco depresión?

-No lo sé, solo llevamos más de veinte años de ser amigos.

-¿Y qué me dices de la psicología positiva? He escuchado que es lo último, que esta muy en boga. ¿Qué opinan ellos?

-Básicamente intenta que conozcamos nuestras fortalezas y debilidades. A partir de eso, reconocer los recursos internos que tenemos.

-Suena a libro motivacional.

-Ellos no analizan el pasado, solo se basan en objetivos de corto y mediano plazo. “Por hoy no voy a ser celoso”.

-Como los grupos de autoayuda.

-Más o menos. Solo que los grupos de autoayuda…

-No curan del todo a las personas.

-¿Cómo lo sabes?

-Por que ellos dicen lo mismo de ustedes los psicólogos.   


* * *


10:36 p.m.

-¿Se puede saber en dónde estuviste metido todo el día?

-Con mi amante.

-Ajá –Fiera me abraza y me estampa un beso-. Sé que eres incapaz de engañarme.

-¿Cómo estás tan segura?

-A todas horas reviso tu Twitter y tus actualizaciones del Facebook, y la de todos tus amigos. Además, tus ojos no pueden ocultar que sabes que te sacaste la lotería conmigo.  


* * *


11:30 p.m.

Envío un reportaje larguísimo y muy técnico, de lo cual lo único rescatable es un breve episodio donde narro la historia de la celotipia de mi suegra.

Espero la respuesta del periódico. Estoy seguro que les quitaré la venda de los ojos. Descubrirán que soy un pésimo escritor. Alguien que jamás llegará a las ligas mayores.

-Profundiza en la historia de tu suegra –me dice el director.

Fiera sale en mi rescate. Me cuenta varias historias escalofriantes de su mamá. Difíciles de creer. Seguro que me rechazan la historia. Nadie en su sano juicio creerá que se trata de algo 100% real.

-Alucinante –dice el director-, este fin de semana lo publicamos.

No puedo creer que un pobre diablo como yo haya dado el salto a las grandes ligas del periodismo. Ahora nada más resta rezar para que mi suegra no lea el periódico este domingo.