viernes, 24 de julio de 2015

Los profesionales


Si eres mi mamá o una amiga de mamá o un neófito en materia futbolística, estás en lo correcto: la Copa Oro, esa cosa que pasan por la televisión de la que todos están hablando en redes sociales, es un evento igual a la lucha libre, donde tanto directivos como participantes y espectadores saben desde antes de que dé inicio quién será el ganador. 

Incluso en el jardín de niños, cuando va a realizarse un torneo de cualquier cosa que ustedes imaginen, por decoro o decencia hacia los infantes, lo primero que se hace es un sorteo para ver quién se enfrenta a quién. Nimiedades como esta no existen en la Copa Oro. Tras bambalinas, una mano santa dictamina que Estados Unidos y México sólo pueden enfrentarse hasta el partido final. Entrelineas (o mejor dicho, en la cara) le dicen al resto de los participantes: gracias por venir amigos centroamericanos y del caribe, actúen con naturalidad, como ustedes saben hacerlo, o sea, mal; hagan lucir a nuestras dos bellas estrellas, necesitamos un desenlace apoteósico, hollywoodense, con la taquilla vendida.

Entonces, en pantalla, los hombres corbata, en vez de producir la película de acción del verano, terminan realizando un dramón. Los extras de la película, indignados por obvias razones, se rebelan, le cortan la cabeza a uno de los protagonistas y al otro le dan una estocada de muerte. Sin embargo, habiendo tantos millones de dólares en juego, los hombres corbata le dicen al director de escena que haga su maldito trabajo, que para llevarse sorpresas mejor van al cine.

México llega a la final gracias a uno de los atracos más descarados en la historia del fútbol. La prensa le pregunta al capitán si por su cabeza pasó la idea de patear  afuera el penal que le regalaron, éste se sincera y declara que sí, pero que al final él es un profesional, además, si uno hace memoria, también le ha tocado estar del otro lado y ningún jugador contrario se tocó el corazón, a fin de cuentas esto es fútbol, a veces te da y a veces te quita, si era o no penal eso no era cosa suya.

Si el mundo se tratara de no pensar, de acatar órdenes a ciegas, de evadir el contexto que nos rodea, debiéramos levantarle una estatua al señor capitán de México. Sin embargo, en el mundo real, toda actividad en la que nos desempeñamos debe y tiene que ser de nuestra incumbencia. De lo contrario, pasa lo que pasa: el soldado aprieta el botón que dispara un misil sobre la casa del terrorista que vive en una colonia llena de familias; el contador público cuadra las cuentas millonarias del funcionario público; el obrero de la empresa abre la llave de desechos tóxicos sobre los ríos; el periodista omite cifras y datos de sus reportajes que puedan incomodar al Gobernador; narradores de televisoras patalean y exigen por dignidad que el capitán de México eche la pelota afuera, pero al ver el balón mecerse al interior de las redes, gritan en automático el gol con sus redondas o repetidas hasta el infinito.

No en balde Camus afirmó que todo cuanto sabía con mayor certeza sobre la moral y las obligaciones de los hombres, se lo debía al fútbol.

viernes, 17 de julio de 2015

El Chapo es lo de menos


En un lapso de cinco días ocurrieron tres eventos que retratan como radiografía el presente, pasado y futuro de México.

Junio 30. Denise Maerker, en su programa Punto de Partida, realizó un reportaje titulado El último policía. Guadalupe, Chihuahua, es uno de los tres municipios que conforman la región fronteriza conocida como El Valle, punto estratégico para cruzar droga a los Estados Unidos, enclave que se disputan desde hace años los carteles de Juárez y Sinaloa. El sentido común nos dice que este punto debería estar protegido por un ejército de policías y marinos. Viva México, la zona es patrullada exclusivamente por el único agente que no ha renunciado, Joaquín Hernández, quien abordo de su camioneta, relata que tiene miedo, pero también tiene la necesidad de sacar adelante a su familia. Siete días después, el 7 de julio, Denise Maerker informa que el último oficial de Guadalupe (junto con su hijo de catorce años) fueron asesinados a tiros.

Marzo 2014. Carmen Aristegui, en su programa de Noticias MVS, soltó la nota más escalofriante del año pasado. Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre (presidente del PRI en el DF) encabezaba una red de trata de personas con fines de explotación sexual con recursos del erario público. Las pruebas del equipo de investigación de Aristegui fueron demoledoras. El sentido común nos dice que, en el acto, un escuadrón SWAT se descolgaría por los ventanales de las oficinas del PRI para aprehender al proxeneta. Viva México, un año y cuatro meses después, el 9 de julio, la Procuraduría General de Justicia del DF, luego de escuchar a 318 personas que acudieron a declarar y de recoger 587 elementos a partir de trabajos periciales e interrogatorios y de revisar más de mil llamadas telefónicas, dictaminaron no encontrar elementos suficientes para acusar al inocente funcionario público de encabezar una red de prostitución al interior del PRI.

Febrero 2014. León Krauze, en una entrevista para Univisión con el presidente Enrique Peña Nieto, le dice que casi el 70% de los mexicanos cree que existe una posibilidad que el hombre más peligroso del mundo, Joaquín El Chapo Guzmán Loera, volverá a escapar de prisión. El presidente de México, muy ufano, como si estuviera actuando un sketch cómico en Televisa, respondió que todos los días le dice al Secretario de Gobernación: “¿y lo tienes bien vigilado, estás seguro?. El sentido común nos dice, que el presidente montará un batallón de custodios 24/7 alrededor del criminal o le insertará un GPS en forma de supositorio todos los días para tenerlo monitoreado. Viva México, un año y cinco meses después, el 11 de julio, al otro lado del Atlántico, en algún palacio francés, al presidente (junto con 500 amigos, incluido, por supuesto, el Secretario de Gobernación) le informan lo que el casi 70% de los mexicanos sabíamos.

Si alguien tenía duda de que México, en efecto, es un estado fallido (o de terror), sólo hay que mirar la decisión unánime e inapelable de los tres integrantes del Tribunal Colegiado en Materia Administrativa que le han dicho a Carmen Aristegui que por favor, deje de estar reventándole las pelotas a MVS, que no volverá a tener su programa de radio donde le informaba a millones de personas las fechorías más escabrosas de los dueños del país, o al presidente, más preocupado por no despeinarse un sólo pelo de su engominada cabellera en vez de hacer lo único que tiene sentido que haga: renunciar.


lunes, 13 de julio de 2015

El ahorita


A Paris Hilton le hicieron una broma que no le desearía ni a Paris Hilton. Aunque debo aceptar, dos semanas después, el placer insano de verla sufrir y llorar, sigue al rojo vivo en mis entrañas.
                              
Puede que se deba al hecho de que Paris es una serpiente con piel de humano. A la milla se nota que es una alimaña venenosa. No hay que ser sociólogo para descubrir en su mirada la repulsión con que nos mira. Aún así, causa fascinación en cualquier lugar en donde se pare. Su sonrisa, su andar, sus muecas, sus poses, todo es falso en ella. Sin embargo, multitudes la quieren tocar, capturar en celulares, en las tapas de las revistas, periódicos y sitios web. Pareciera que tiene pacto con el Diablo. O peor aún, que toda la humanidad recibió una lobotomía el día en que irrumpió en escena en el 2003 con su video sexual.

Y ni eso hizo bien. Más que un video sexual parecía un programa de Animal Planet, cuando filman a las hienas comiendo carroña en la oscuridad. Pese a ello, todos vimos el video con la boca abierta, y no la hemos cerrado hasta la fecha: asistimos a los lanzamientos de sus discos, a sus conciertos como DJ, a las películas donde dice actuar, e inclusive, aunque una tabla de surf tiene más curvas, es la vocera de las hamburguesas Carl´s Jr, famosas por contratar a mujeres en extremo exuberantes.

Dicho lo anterior, mi enfermo placer de verla sufrir casi hasta la muerte, se debe a la envidia, a la inmediatez y meteórico éxito de cada una de las metas que se traza. Si el día de mañana se levanta con ganas de irrumpir en la literatura con una novela decimonónica existencialista, hay una alta probabilidad que sea un best-seller. Porque algo revelador quedó al descubierto en la macabra broma de la que fue víctima, a cientos de metros de altura, en un avión supuestamente averiado, desplomándose vertiginosamente hacia el mar, en mitad de gritos y llanto de actores-pasajeros: París Hilton lloró y gritó como cualquier ser humano que sabe que morirá de una forma horrenda, lágrimas y gritos de alguien que maldice su suerte, sin dejo de arrepentimiento, sólo rabia por haberle faltado tanto por vivir, y luego de angustiosos minutos, cansada de gritar y de llorar, algo se activó en su cerebro, la muerte resultó ser demasiado lenta, entonces, hastiada, soltó la frase inmortal que deberían cincelar en su lápida el día en que se la trague la tierra: ¿Voy a vivir, o no?