jueves, 8 de marzo de 2012

Un llamado del destino


Dedicado a Elena Poniatowska, por si entró a mi blog (y de antemano, una disculpa por no haber leído ni una novela suya).


Estoy desempleado y no sé qué hacer. Unos gemidos desgarran la espesura de la noche. Salto fuera de la cama. Enciendo la luz. No debí hacerlo. Mejor hubiera sido fingir demencia. Relajar los músculos. Mantener la respiración acompasada. Seguir durmiendo.

Demasiado tarde.

El rostro de Fiera aparece bañado en lágrimas.

-¿Qué te pasa? –formulo la pregunta que todos los estúpidos hacen.

Sollozos.

-¿Qué te pasa? –repito la misma estúpida pregunta; no se puede esperar otra cosa de un estúpido.

Más sollozos. 

Abrazo a Fiera. Le digo que todo estará bien.

-¿Cuándo? –pregunta sorbiéndose los mocos.

Soy un escritor fracasado que se empeña en vivir de la escritura. Esperanzado en que un día (no se sabe cuándo) Editorial Orsai (o tal vez MiCabeza Editorial) publique mi primera novela y ésta rompa todos los records de ventas. Dato por demás improbable, ambas editoriales son pequeñitas (una más que otra), eso sí, con una legión (exigua) de lectores fieles.

-Paciencia –digo.

Los sollozos se intensifican. El corazón se me estruja. No hay nada más horrible en el mundo que ser el culpable del llanto de la mujer que ha arriesgado todo por uno.  

-No puedo seguir manteniéndote –balbucea Fiera.

Soy un asco de persona. Debería salir del cuarto, ir a la cocina y rebanarme las venas con el cuchillo cebollero. Le haría un favor a toda mi familia. A mis conocidos. En especial a mi chica. Una mujer de su calibre, ya no hablemos de su inteligencia, sensibilidad y otros incontables valores internos, sino de su cuerpo de edecán de cervecería o de afiche de taller mecánico, tendría por fuerza que estar durmiendo en un palacete, sobre un colchón king size de plumas de ganso, desayunar en una terraza a orillas del mar Caribe, arrullada bajo el ala protectora de un importante empresario o político, no en cambio estar llorando en un cuarto al fondo de casa de su suegra, en compañía de un bueno para nada, constructor de quimeras, sueños imposibles.


* * *

    
Soy un escritor publicado en todos los rincones de Centro y Sudamérica. Incluso en España (puedes comprobarlo echando una mirada al lado derecho del blog).  

Esto se debe a que he publicado en un sinnúmero de pasquines, aunque según me cuentan, algunos son publicaciones serias. Sin embargo, casi nadie me conoce y estoy en bancarrota. De todas ellas no he recibido un solo peso. Salvo de Milenio Novedades (que durante casi dos años me tiró migajas y un buen día me dijo que ya no pensaban pagarme, muy a pesar de recibir todos los días mails de lectoras menopaúsicas agradeciendo mis letras e ingenio), Tierra Adentro (pagan cuando se les pega la gana, por lo general con más de un semestre de retraso, además de que gracias a ellos recibí todo tipo de amenazas de muerte) y Orsai (quienes me depositaron la mitad del dinero que pensé pagaban por colaboración, pero no importa, con ellos publicaría gratis, o mejor dicho, pagaría de mi propio bolsillo por aparecer en sus páginas, pues son la mejor revista del mundo).


* * *

 
He decidido renunciar a mi carrera de escritor. No importa que hace unos meses finalmente el FONCA haya abierto los ojos (o quizá le haya dado una embolia) y me consideraran un Joven Creador. Beca que me dio un año de respiro. Tiempo para terminar una novela que a nadie le interesa leer.

Fiera me extiende el periódico. Sección de avisos económicos. Se me abre un boquete en mi alma de artista.

-Es hora de que busques un trabajo de verdad –dice.

Mi mundo se derrumba. Tiene razón. Tengo que ganar dinero. Pagar las cuentas. Por desgracia no soy apto para ningún empleo. Casi en todos los trabajos piden tener la licenciatura trunca. Yo me gradué, hasta la fecha, ignoro cómo. Odiaba mi universidad, a mis maestros, a mis compañeros. Fingía ser un hombre feliz, con aspiraciones empresariales, pero en el fondo solo quería largarme y encerrarme en mi cuarto a escribir.

-Señor, usted está sobrecalificado para el puesto –puedo escuchar la voz desde el otro lado del teléfono.

Por supuesto que no lo estoy. Admiro a los meseros, repartidores, telefonistas, empleados de servicio al cliente. Si fuera mesero equivocaría los pedidos, me confundiría de mesas, olvidaría los rostros impacientes y hambrientos de los comensales, tiraría sobre ellos la bandeja con la comida y los refrescos; siendo repartidor me mataría en una moto, además de que me perdería en la primera calle, mi GPS interno está fallado de fábrica; y de telefonista o servicio al cliente quedaría mudo, no puedo relacionarme con desconocidos, sea viéndolos a los ojos o imaginando sus rostros detrás de una línea telefónica.     


* * *


En Facebook uno de mis “amigos” croatas, húngaros o sabrá Dios de qué latitud europea, comparte una imagen profética que desnuda mi estado de ánimo. Sin duda, se trata de una señal divina. El destino dándome una cachetada para no abandonar mi sueño de ser un escritor famoso.  

Comparto la imagen. 




No se hacen esperar los comentarios, nunca imaginé tener amigos de verdad.  




Es verdad, tiene razón mi ex compañero de la beca FONCA. ¿Cuál carrera? Que publique en pasquines a lo largo y ancho de Latinoamérica no significa que tenga una trayectoria que presumir. No soy más que un pobre diablo dando patadas de ahogado. Haciéndose al interesante. Sin embargo, mis amigos del face son solidarios. Incluso intentan traducir el mensaje de la imagen. Darme ánimos.






Definitivamente estaba mejor sin la traducción. Soy un perdedor. Voy a renunciar. Me conozco. Renuncié a ser futbolista profesional. Renuncié a una flamante carrera de administrador de empresas dentro de un corporativo transnacional. Tengo tatuada la derrota en la piel de la frente.




Ya se había tardado. Se nota que mi chica ha tenido muchos clientes en el salón de belleza. Tiene razón. Si la escritura no me lleva el pan a la mesa, que sea un entretenimiento, mi válvula de escape para no cortarme las venas.




Uno de mis héroes literarios me regresa al mundo de las quimeras, de los imposibles. Intenta alejarme del inframundo de los subhumanos, es decir, las personas que odian su vida porque no han tenido el coraje para luchar por sus sueños. Rafa sabe lo que dice. Escribir es un virus incurable. Cuando escribo no me siento un perdedor. Todo lo contrario. Siento una luz que me rodea y acaricia, que me envuelve y susurra al oído que soy un elegido, que estoy haciendo lo correcto. Si renuncié al fútbol fue porque en realidad no me apasionaba tanto, y si renuncié a mi meteórica carrera de administrador dentro de un corporativo fue para evitar que mi lápida me resumiera de la siguiente forma: “pasó su vida vendiendo refrescos embotellados”.

Mi tocayo, uno de mis mejores amigos, hermano del alma (que no ha leído un libro en su vida, ni siquiera mis cuentos más breves) me regala el mejor consejo.




Es verdad, yo le dije esas sabias palabras cuando su vida estaba más perdida que la mía, palabras que tomé prestadas de otro amigo de la infancia igualmente irresponsable que ha pisado la cárcel en más de una ocasión y no por ello ha dejado de salir airoso en todos sus desfalcos y tropelías, es decir, ahora es un respetable hombre de negocios felizmente casado con una mujer que está perdidamente enamorado de él y que le ha regalado una familia maravillosa.  

No han pasado ni cinco minutos desde el comentario de mi tocayo cuando me llega un e-mail.

Es la asistente del director de uno de los periódicos más importantes del país. Me explica que su jefe lleva tiempo tratando de localizarme desde que leyó mi escrito publicado en la revista Orsai. Desea que escriba para ellos. No lo puedo creer. Estoy viviendo un sueño. Comparto la noticia con mis amigos del Facebook.




No puedo pegar los ojos en toda la noche.




8 comentarios:

Anónimo dijo...

El bochon...
Soy tu fan, y siempre disfruto de lo que escribes, y lo mejor de todo es que estaría dispuesto a pagar por tu libro (para alivio de muchos). Tienes un don y es fácil de notar, he leido todos y cada uno de tus escritos y notas que llegan a mi correo electrónico, Twitter y Facebook. No se lo digas a nadie pero, eres el escritor que más he leído. Suerte ya tienes, mejor te deseo fortaleza y qu ete paguen esos desgraciados!!

Rodrigo Solís dijo...

Muchas gracias por tus palabras, Bochon. Son música para mis oídos.

Uriel dijo...

¡Muchas Felicidades Rodro! Va saliendo.

Rodrigo Solís dijo...

Gracias Uriel. Abrazo.

Anónimo dijo...

Raul SD
A lo mejor lo lei demasiado tarde pero animo Rodro, considero que tienes talento y huevos para esto de escribir, recuerda en la vida el exito es 1% inspiracion y 99% traspiracion, en tu caso tambien aplica, animo vecino!

Rodrigo Solís dijo...

Gracias por tus palabras Rau. Y por ir a la FILEY a torturarte en mi platica. Espero poder seguir transpirando y que Fiera me siga el ritmo, sino, estoy seguro que tiro la toalla.

Anónimo dijo...

¿Si renuncias a tu sueños, que nos dejaras a quienes te admiramos por ser ademas de un gran escritor un soñador inalcanzable? No te des por vencido, tus obstáculos no son tan grandes si los comparas con tu talento. Un beso y dile a Fiera que no se sienta tan segura que a mi me encantas! Paulina

Rodrigo Solís dijo...

Mil gracias Paulina. Eres un encanto. Lectoras como tú me regresan las fuerzas.